Querido Sylvain

Capítulo 25 Nuestro aniversario

Sylvain 

Me quedo apoyado en el capó del auto con Lion a mi lado. Ambos estamos fumando viendo a nuestras chicas hablar y como Glyn parece embobado con el nuevo gato de la pareja. El felino se frota contra sus piernas y puedo ver en su expresión como contiene la emoción para no asustarlo. Está agachado, y pasando con sumo cuidado su mano por el lomo del animal que ronronea en respuesta. 

—Gracias por esto. —musito dando una nueva calada al cigarrillo. Percibo la mirada de reojo de Lion, que se encoge de hombros. 

—No agradezcas. Para esto está la familia. —Ahora es su turno de darle una calada a su cigarrillo. —Además, adoro a mi sobrino. Gracias a él voy a tomar helado de postre. 

Me río, negando. —De nada entonces, fui yo quién tuvo que negociar con ese pequeño torbellino. 

Asiente con comprensión y luego señala al niño con el cigarrillo. 

—Debe serle difícil separarse de Leili —deja salir una nube de humo—, es un niño de mamá. 

—Para los dos es difícil estar lejos de ella. Es nuestro sol, nosotros orbitamos a su alrededor como dos bobos. 

Me dio la razón con un inclinamiento de cabeza y me enfoque en mi esposa. 

Mi esposa. Amaba como se escuchaba eso. Si alguien le dijera al Sylvain de quince años que la chica con la que llevaba más de media adolescencia embobado le iba a terminar aceptando la propuesta de matrimonio años más tarde seguro al principio no se lo creería pero luego se ilusionaría. Reí para mí mismo al imaginarme hablando con un yo más joven sobre Leili. 

Llevaba su cabello rubio recogido, un lazo rojo envolvía su larga cabellera. El vestido era de color negro, con un diseño sencillo y elegante. Era corto, dejando ver la extensión de sus piernas que solo yo conocía tan bien, debajo se escondía un par de muslos que adoraba pellizcar. Tenía unos delgados tirantes que se anclaban en sus hombros. Se veía hermosa, como siempre. 

En su lugar, yo vestía una camisa roja nueva que había recibido para navidad. Pantalón negro y unos zapatos de vestir. Iba sin corbata, ya era suficiente lo que me asfixiaba como para también llevarlas en una cena con mi esposa. No, gracias, pasé de ellas esta noche.

—¿Alguna novedad con ese asunto? —pregunté, recordando la llamada que recibí el otro día.

—Ya tengo los anillos. —dice en un murmullo, mirando a Nans despedirse con un abrazo de Leili. —Aún estoy pensando en cómo proponérselo. 

—Buena suerte con ello. Es un dolor de cabeza que después vale totalmente la pena. 

—Lo tuyo era fácil. Sabías que te iba a decir que sí. 

—¿Y que te hace pensar que no va a aceptar? —interrogue. 

—Nunca lo hemos hablado realmente. A Nancy no le agrada mucho la idea de una boda. 

—No pierdes nada intentándolo. —me encogí de hombros. —Puedes proponerlo, no necesariamente deben casarse enseguida. Aguarden a que ambos estén listos para dar ese paso. 

—Lo pensare. Dejaré que el tema salga sutilmente y luego veré como sigo. 

—Creo que eso tendría que haber sido lo primero antes de comprar los anillos. —me burlé escuchándolo refunfuñar. Deje caer el cigarrillo al suelo para apagarlo con mi suela. —Aunque a ti siempre se te ha dado bien hacer las cosas al revés. 

Bufó y se cruzó de brazos. —Hay días en los que no me agradas mucho, Sylvain.

—Lo sé. 

—Debí golpearte cuando tuve la oportunidad, ya no puedo hacerlo. —trato de bromear terminando su cigarrillo. 

—Ese día que me abriste la puerta pensé que ibas a hacerlo. —suspire. —Yo mismo me hubiera golpeado si hubiera sabido que Leili había tenido una crisis nerviosa por mi culpa. 

—No fue tu culpa, en parte. —negó y miró a su prima con cariño. Su relación era estrecha, había días en los que realmente pensaba que eran hermanos y se que así es como veían al otro. Aquella vez no lastimé a su prima, sino a su hermanita. —No recordemos ese suceso, no vale la pena darles tanta importancia. 

—Tienes razón. Me he enterado que Rob y Xion han sido detenidos por portación de drogas hace unas semanas. 

—¿Cómo has sabido?

—Noticias como esas vuelan cuando trabajas en un periódico.

—Cierto, a veces me olvido que mi cuñado es un periodista reconocido. —rodó los ojos. —No vayas a filtrar ningún chisme familiar.

—¿Cuánto me das por mi silencio? —deje caer mis manos en el capó y cruce los tobillos con una sonrisita.

—Voy a cuidar de tu hijo por esta noche, creo que eso es suficiente. 

—Lo pensaré, en la mañana te aviso si me convence o no. 

—Si quieres al niño de vuelta más vale que sea suficiente. —se carcajeó. 

Lion y yo podíamos pasar de estar tranquilos a molestarnos y luego a sutiles amenazas con una velocidad que me divertía muchísimo. 

—¿Vamos a adoptar a Glyn? —Nancy apareció en la conversación, con los brazos en la cadera. Tiene una expresión confusa pero innegablemente alegre. 

—¿Qué van a hacer con mi bebé? —a su vez Leilani también habló, acomodando el cabello de Glyn que se había prendido a su pierna al notar que ya nos marchabamos. 

—Mi mariposa, tu querido primo me está chantajeando. —dramatice acercándome y abrazándola. Lion puso los ojos en blancos y se acercó también a Nancy que lo fulminó con la mirada. 

—¿Es eso verdad, Lion? —mi esposa lo miró, con los ojos entrecerrados y este fingió una sonrisa llena de inocencia. 

—Solo negociaciones entre dos amigos. 

—Que yo sepa no somos amigos. —remate y recibí un pellizco en la costilla. —Auch. —gemi y mire a Lili que me miraba con una ceja alzada—. Bueno, quizás si somos amigos, pero hasta ahí. 

—¿Estás vendiendo a nuestro hijo, Sylvain?

—Yo no estaba tratando de venderlo sino de recuperarlo. 

—¿Puedo ir con ustedes? —el niño que tenía en medio de nosotros interrumpió, haciendo un puchero. 

Me agache a su altura para tener una charla muy seria con mí hijo. —Hoy no, Glyn. Mami es de papi por esta noche.




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