La inutilidad de mi secretario me enervó, le advertí que un problema en el servidor no era asunto mío, que tengo mejores cosas de las que ocuparme. Insistió por tres días seguidos hasta que el gerente de soporte técnico irrumpió en mi oficina.
Su pesado olor a café y su falta de perfume inundaron mi perfecto ambiente a tabaco y aire acondicionado. Recuerdo como me levantó de la silla del cuello con sus finas pero fuertes manos. No me gritó ni me golpeó solamente me analizó con la mirada a través de esos lentes al estilo nerd, "se lo advertí" me dijo. Me logró soltar solo cuando sintió el chasquido de las armas de los guardias apuntándolo por detrás. Levantó los brazos y se retiró, nadie lo siguió, no pedí que lo hicieran.
Me costó respirar al caer, pero podía ayudarme solo, estaba acostumbrado a los ataques, sobre todo donde trabajo. "Parece un trabajo tranquilo", a veces mencionaba mi esposa, si supiera.
Le pido al ahora asustado secretario, que ordene una sala junto al hombre que casi me mata en media hora. Duda si hacerme caso pero como ya me ha fallado hoy se dirige a programar lo necesario. Con una llamada por el intercomunicador me confirma que será en la sala A de este mismo piso. Mejor, pienso, si me intenta matar todos lo podrán ver, es la sala central del estudio.
Allí estamos los dos, media hora después, cara a cara, cada uno con su arma más poderosa, una laptop.
- Las métricas están en bajada gracias al accidente del martes.- comienza él.
- Dime algo que no sepa.
- Aún no logramos solucionarlo.
- Dime algo que no sea obvio.- sus ojos me repudian.
- Están teniendo acceso a registros de empresas, tienen un patrón marcado que nos conecta con situaciones en las que no querríamos estar involucrados.
Bueno, eso era nuevo, le hago un ademán para que continúe, y descansa la tensión del entrecejo para empezar a comentarme.
- Desde el ataque la información a la que acceden o como lo hacen no es del todo clara. Pero sabemos que han intentado contactarse a través de nuestra herramienta, manipularla para hablar con quienes quieran. Hace poco hemos tenido diez denuncias desde el departamento fiscal, todas por lo mismo. Por ese maldito signo.
- ¿Alguien ha contestado?
- No de momento, de hecho no lo sabemos hasta que se denuncie, por lo que propongo parar el sistema y poner en marcha el piloto, el que sirve independientemente de la central.
- Descartado.
- Es muy riesgoso continuar trabajando con los datos sensibles...
- No.- cierro mi laptop y me peino el poco pelo que se nota en mi calva.
- Si consigo a los afectados, ¿lo autorizas?
No respondo, veo que se lo toma como un "puede ser", ahora él cierra su laptop, estamos en un acuerdo. Me retiro sin saludar deseando llegar al asiento de símil cuero. Río al pensar en la cantidad de veces que hemos sido atacados, no es la primera ni la última, tal vez la más duradera, pero no la final. No mientras siga al mando, por algo logré llegar hasta acá.
Mi secretario interrumpe mis ideas, entra con la cabeza gacha señalando el intercomunicador, diez llamadas sin atender. No hago gestos por lo cual comienza a abrir las dos puertas de la oficina, rápidamente y con un nerviosismo fuera de lo normal. Cuando su estado llega al punto de preocuparme, me alerta que seguridad nacional acaba de llegar. No termina de hablar cuando los mencionados entran y cierran las puertas dejándolo fuera, escucho su respiración a lo lejos descender, hasta terminar en alivio.
Ahora quisiera escucharla decir a mi esposa que este era un trabajo normal.