—Muy bien, la vigilaras y extraerás todo lo que puedas de este tema, si no lo consigues pondremos cámaras, ¿le parece bien señorita Kelly? —Carlo la vigilaría.
—Si cree que es lo correcto, no puedo oponerme, pero espero que no tengan razón.
—Yo también lo espero. Muy bien Carlo, procede.
—Gracias señor. ¿Dónde está la guardería?
—Al final de la calle Metisia hay una plaza, cerca de la fuente azul hay una guardería llamada El paraíso de la infancia—Carlo llegó al lugar indicado según las indicaciones de Kelly.
Maia les estaba contando un cuento. —“Y entonces la princesa mágica salto de un lado a otro y abrazó al oso de las montañas, así los dos fueron muy amigos y juntos vivieron más aventuras, colorín colorado, este cuento, se ha acabo”. Se acabó, ahora id a lavaros las manos, ¿tenéis hambre? —Los niños y niñas de esa clase tenían dos años aproximadamente.
—Maia, un chico pregunta por ti—Dijo una compañera de trabajo abriendo la puerta de la clase.
—¿Por mí?
—Sí, tranquila, yo te cubro, está en la planta de arriba.
—¿Quién será? —subió. —¿Qué? ¿es una broma? —Al verlo sus manos formaron puños—¿Tú qué haces aquí?
—No sabía que te molestaba tanto mi presencia.
—Es, extraño. Debo de haber hecho algo para que un investigador del gobierno venga a mi trabajo—cruzo sus brazos.
—Quiero hacer-te unas preguntas.
—¿Sobre qué? —Preguntó poniendo una mirada fija en él.
—Sobre los eyepow.
—¿Por qué me las quieres hacer a mí?
—Pareces tener algo que ver con ellos—El chico que parecía tener la misma edad que Maia cruzo sus brazos también.
—¿Cómo has llegado a esa conclusión?
—Cuando estuvimos en tu casa no parabas de mirar el maletín negro, al parecer el documento ha desaparecido y, además, Kelly nos ha dicho que ayer los defendías en una conversación.
—Los defendía porque quiero comprender los dos puntos de vista.
—Eso no te corresponde, si te sigues metiendo en este asunto saldarás perjudicada.
—¿Pero es que nadie lo ve igual que yo? Yo no los veo como una amenaza, solo son seres incomprendidos que quieren liberarse de todo lo que les rodea.
—Maia por favor ¿puedes cerrar tu hoy? —Les interrumpió la misma chica de antes. Parecía tener prisa.
—¿Qué te pasa?
—Acaban de llamar del hospital, tengo a mi padre ahí, dicen que una persona lo ataco, dicen que fue uno de esos eyepow, lo siento tengo prisa—Dijo saliendo de la guardería.
—¡Silvia! Espera, pero…
—¿Lo ves? ¿Ahora te parecen inofensivos? Son malos, quieren venganza.
—¿Venganza? ¿Por qué venganza?
—Eso es confidencial.
—Estáis todos igual de locos, no veis más allá de vuestra rabia, me vuelvo a mi clase—Dijo bajando las escaleras.
—Tú sí que estás loca, ¿de qué parte estas? ¿De ellos o del nuestro? —Habló solo ya que Maia seguía bajando sin escucharlo.
Las horas pasaron y llego el momento de cerrar, Maia salió la última de ahí, suspiró y siguió hasta la puerta que daba a la calle. —¿Siempre cierras a las 17:45?
—Que susto, ¿qué quieres? —Dijo yéndose a lo que él se puso a su lado. Carlo todavía no se había rendido.
—No me has contestado. ¿Por qué te importan tanto?
—No es que me importen, me importa la justicia, e intento verlo desde los dos puntos de vista, si Kelly te ha contado nuestra discusión, dile que te cuente lo que le dije ayer, y deja de seguirme—Dijo cruzando la esquina. —Eres un pesado.
—Di lo que quieras, pero no me iré hasta que tenga más información.
—No vas a tener nada porque no te voy a contar nada, ¿lo entiendes?
—¿Sabes que así aumentas las posibilidades de que seas uno de ellos?
—Ya me encantaría ser uno de ellos, para poder perderte de vista.
—Yo no te lo recomendaría, estamos investigándolo muy al fondo, incluso hemos llamado a una vieja amiga de la organización.
—Para ser una organización secreta del gobierno, me estás diciendo muchas cosas—Maia siguió adelante y Carlo se quedó callado. —Tengo que despistarlo—pensó.
—Perdona, pero, tu casa es por aquí—señalo.
—No voy a mi casa. Y no puedes venir conmigo.
—¿Es algún secreto?
—¿Que más te da? Todo el mundo tiene secretos. Oye hazme el favor y piérdete ¿entendido? ¿no has oído hablar de la privacidad de las personas?
—Está bien, como quieras, iré a otra parte—se paró.
—Estupendo—dijo mientras se iba por otra dirección.
—Sospechosa número uno, Maia Martínez—Anotó en su móvil.
Maia llegó a la piscina municipal, donde la esperaba Sol, la eyepow de la respiración. —Hola, creía que ya no venias—Sol llevaba puesto su bañador amarillo chillón.
—Perdona, he tenido un pequeño problema, ¿estás segura de que quieres hacerlo?
—Maia ya te lo he dicho, me encanta el agua, y eso no me lo van a impedir.
—Pero ¿eso no es como hacer trampa?
—No tengo la habilidad de nadar rápido, solo… respiro bajo el agua—susurró. — Además, nadie tiene porque enterarse—Carlo las observaba desde lejos, todavía no se había rendido.
—Bueno, ¿y qué tengo que hacer?
—Solo debes indicarme a cuantos minutos tengo que sacar la cabeza para respirar, ya sabes, para no llamar mucho la atención de esa manera.
—¿Y cómo quieres que lo haga? A ver, espera, puedes llegar hasta 30 segundos bajo el agua, de esa manera no llamarías mucho la atención, entre 20 y 30 segundos sería lo ideal.
—¿Solo 30 segundos?
—Si lo haces más cada vez que te sumerges en el agua, vas a tener a todos en el punto de mira, y esa habilidad no es humana.