Creyendo firmemente que se estaba adelantando a Santiago fue que Yuyu decidió contactar a Pitu para que se reunieran a conversar sobre quién estaba detrás del documento de expulsión del voluntariado, tenía todo perfectamente ideado, solo que había algunos detalles importantes que ella desconocía por completo, por ejemplo, que Pitu ya se había reunido con él, y sabía que ella estaba detrás de todo.
Fue así que queriendo resolver de una buena vez el drama que parecía perseguirla, Pitu aceptó reunirse con Yuyu, aún enojada por el episodio nefasto en la heladería con el ogro de Santiago. Porque si ella quería cerrar por completo el asunto de su expulsión de aquel voluntariado de la UESTA, necesitaba saber si era cierto que Yuyu estaba detrás de todo y ¿por qué la había expulsado justo a ella y no a otra persona?
Horas más tarde, se sentó a esperarla en una cafetería cercana a la UESTA, cortando una y otra vez las insistentes llamadas de Facho que había comenzado nuevamente a llamarla a su teléfono hasta que ella se hartó.
—¡No me interesa hablar contigo! —alzó la voz para que sus palabras fueran totalmente entendidas y él dejara de seguir en lo mismo—, ¡no sigas!
Ella misma dio por terminada la llamada cuando la cortó sin ánimo de escucharlo, acaparando la atención de varias personas dentro del lugar, en especial de una chica que se acercó sorprendida de encontrarla en ese lugar.
—¡Hola!, ¿te acuerdas de mí?
Pitu suspiró para tranquilizarse, nadie merecía su mal humor sin razones poderosas, y ante la pregunta se quedó mirando a la chica que le resultaba algo familiar, pero aún no lograba saber de dónde.
—No exactamente, lo lamento —se excusó.
—Soy Greta, compartimos el voluntariado de la UESTA. Tú en ese entonces tenías el pelo claro, o ¿me equivoco?
¿Greta?, hizo eco en la mente de Pitu que seguía tratando de ubicarla dentro del voluntariado sin resultados; pero si solo aquella chica hubiera mencionado un hecho en especial, posiblemente hubiera ayudado en ese momento a su mala memoria: Greta era la misma chica que Pitu había visto besar a Facho cuando lo fueron a ver bailar a la UESTA, la que había traicionado a Yuyu.
—Si mi pelo era más claro en ese entonces, y ¿tu ayudabas a.…? —la mente de Pitu seguía sin recordarla.
—En ese tiempo ayudaba a Yuyu —indicó una silla desocupada para sentarse, y no esperó la respuesta—, hasta que me besó Facho, a propósito, ¿aún son cercanos, ustedes?
Y logró recordarlo, después de todo este tiempo se volvía a encontrar con la chica que sugería lo contrario de lo que había sucedido aquel día.
—¿Quienes? —la miró perpleja al sorprenderla mintiendo.
—Con Facho —y apoyó los codos sobre la mesa—, ¿te gusta?
La chica inclinó su cuerpo hacia adelante como si hubiera querido confirmar un rumor que de paso la tenía intranquila, pero Pitu instintivamente se alejó hacia el lado contrario.
—No —se sintió invadida con la pregunta.
Greta regresó a su postura anterior, y la miró atentamente.
—Debería —sentenció Greta sin presiones.
—¿Debería? —lanzó una risita como si le pareciera un comentario irrisorio—, lo siento, pero que te guste a ti no significa que me deba...
—A él, tú le gustas —lo dijo ella como si esperara otra respuesta.
—Él solo me fastidiaba.
—Al parecer es la mecánica de algunos chicos, y por su insistencia me atrevería a asegurarte que tú le gustas
—Me parece que hablar sobre él es más incómodo para ti, considerando que te gusta y a mí no, por lo que podríamos cambiar de tema.
—No te gusta Facho y no quieres hablar sobre él —la miró Greta como si no estuviera muy convencida.
—Lo digo porque parece incomodarte a ti—dijo Pitu quien la observó a Greta con una mueca algo forzada para sonreír.
—Perdí la incomodidad cuando fui amiga de Yuyu —e indicó el teléfono móvil de Pitu—. Tu teléfono no para de vibrar, parece que alguien quiere hablar contigo de forma urgente.
—Debe ser número equivocado —se excusó al saber quién la llamaba así.
—O ¿acaso no quieres responder...?
—Haces muchas preguntas para conocernos desde hace tan poco tiempo.
Greta se dio por enterada que Pitu parecía querer o pretender ocultar algo y eso era lo que causaba la incomodad con sus continuas preguntas. Sonrió internamente, porque ¡quería saberlo, ya!, pero algo de precaución no le vendría nada de mal.
—Digamos que me gusta conocer gente —la insistente negativa de Pitu la hizo cambiar de tema—, bien, hablemos de otra cosa, ¿sabes?, creo que jamás te pregunté sobre tu salud cuando te desmayaste el día del simulacro.