¿quién eres? - Observación

Capítulo 17.

Después del episodio en el metro junto a Santiago, las veces que ella se lo ha encontrado en el andén, él se acerca en silencio y solo al subirse la saluda con un “Buenos días, Campanita”, luego se queda resguardándola, cosa que ella agradece cuando el vagón se llena y casi no hay espacio para moverse, pero fuera de eso, no cruzan más palabras ni siquiera en el voluntariado, nada.

 

Incluso ha ocurrido que no lo ve en ningún momento en el voluntariado como este viernes, Pitu siempre piensa que puede deberse a que quizás está con las pruebas de la universidad o solo no han coincidido de lugar, aunque era extraño no verlo en la puerta de entrada.

 

―No te pregunté cómo te fue al final en esas clases a las que tenías que ir con vestido ―comentó la Consu―, y te acompañé a comprar otros casi de urgencias.

―Creo que me fue bien ―respondió recordando la incómoda situación del metro con el degenerado.

―¡Qué bueno!, pero aun no entiendo cómo no sabías que tenías otros vestidos…

―Lo dejé para el final ―inventó una excusa.

―Si suele pasar, lo bueno es que te fue bien.

 

Ambas chicas se quedaron observando cómo Tuto trataba infructuosamente de conversar con unas niñas.

 

―Ese tipo no pierde oportunidad, va a llegar uno de los chicos y lo van a sacar casi volando…

―A propósito de él ―la interrumpió Pitu seriamente―, lo tuve que bloquear en mi teléfono, me llamaba todo el tiempo.

―No eres la única, de hecho, yo también lo bloqueé y hablé con Santiago para que se comunicara con él, porque yo no lo haría jamás.

―Eso no es todo, mira, puede parecer un comentario egocéntrico, pero me he dado cuenta de que no es así, el asunto es que él parece estar siguiéndome…

―¿Quieres que hable con Santiago?, él es el encargado universitario junto a Yuyu.

―No, solo te lo comento, además lo tengo cubierto, Romi vive cerca de mío, por lo que nos vamos y regresamos juntas en su automóvil, y las veces que ando sola, mi papá me espera en el paradero de buses o a la salida de una estación del metro.

―Deberías hablar con Santiago o si te es más cómodo háblalo con Yuyu.

―Si es que no se aburre antes de seguirme, yo casi no salgo ―sonrió tratando de bajar el perfil al asunto.

 

Efectivamente, Teo junto a Gael fueron los encargados de alejar a Tuto de las niñas que tenían cara de incomodidad.

 

Aún faltaba tiempo para que comenzara el voluntariado, por lo que Pitu se quedó resolviendo algunos puzles mientras Consu iba a reunir los cuadrados tejidos por las niñas.

Pitu se despertó de sobresalto minutos más tarde al darse cuenta de que se había quedado profundamente dormida sobre las hojas de su pasatiempo favorito a medio resolver y para su sorpresa alguien la había cubierto con una chaqueta de cuero negra.

 

Se levantó algo adolorida por haber dormido de forma incómoda sobre la mesa y caminó hasta la cocina encontrándose con Consu.

 

―Me quedé dormida ―dijo Pitu aún algo somnolienta.

―Al menos descansaste un poco.

―Algo así ―dijo sin pensar e indicó la chaqueta que llevaba sobre sus hombros―, ¿de quién es la chaqueta?

―Es de Facho ―respondió acercándose a Pitu sonriendo de forma extraña―. De hecho, él fue quien te sacó el lápiz que aún sostenías con tu mano y te tapó con su chaqueta, incluso le advirtió a Teo que no te tomara ninguna fotografía.

―¿Me fotografió? ―se asustó al verlo posible.

―No, pero debo decirte que le pareció divertido verte así durmiendo y lo divirtió por largos minutos a lo que tú ni te inmutaste ―comentó Consu que le pasó su mano por la mejilla y se puso a reír―. Quedaste con tus apuntes transcritos en tu mejilla.

―¡Qué! ―exclamóPitu alarmada.

―Mira ―encendió su teléfono y le mostró su rostro.

 

Una de las mejillas de Pitu tenía plasmado un legible gráfico con algunas palabras y que decir que tenía una línea verde fluorescente cerca de mi mentón, si bien se había salvado de las fotografías, ya todos la habían visto durmiendo sobre la mesa.

 

Desde el umbral de la puerta se asomó cautelosamente hacia el comedor y advirtió que Facho estaba sentado en la mesa junto a Gael y Teo, por lo que antes de pasar al cuarto de baño a lavarse la cara, fue a dejar la chaqueta y agradecer el gesto amable.

 

―¡Hola! ―saludó tapándose la mejilla con una mano―, gracias por lo de tu chaqueta.

―Un gusto ―sonrió Facho quien detuvo su mirada en lamano de Pitu que cubría su mejilla―, ¿estás bien, hermanita?

―¿Eh?, sí…

―¿Te duele la cara?

―No es nada ―disimuló la verdadera razón.




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