Luego de una semana de recibir su correo me obligue a levantarme. No podía seguir de esta manera, pues ella estaba viviendo su vida con normalidad, mientras yo apenas si comía y ni hablar de salir.
Fui a comprar algunas cosas y me puse manos a la obra.
Dicen que una mujer cambia su cabello cuando quiere cambiar su vida y esa era la intención.
Corte mi cabello y mi arregle como nunca, acepte la compañía de Jared y salimos a tomar un "café".
- Perdí la esperanza hace una semana de que contestaras mis llamadas- me abrazó afectuosamente- ¿como estas?
- Me he visto mejor- susurré sintiéndome reconfortada
- Lo dudo, estás radiante. Además ese corte te sienta de maravilla. Vamos, hice reservación en un restaurante.
- oye, te dije que solo un café.- refunfuñe
- es una ocasión especial, volviste de entre los muertos, después de 4 semanas.
El restaurante era hermoso, por fortuna si venía arreglada a doc con el lugar. Era raro que Jared fuera espontáneo.
Me sorprendió que se encargará de pedirnos la comida, pero fue delicioso cada una de las cosas que comimos.
- y ... ¿has sabido algo de mi hermana?
Su pregunta me cayó como un balde de agua fría y casi causa que me ahogara con mi bebida.
- Me envió un email
- Por tu reacción, supongo que no fueron amables sus palabras.
- Fue...directa. Me dijo que no la volvería a molestar.
- Eran tan cercanas, casi hermanas. Me deja muy sorprendido que rompiera relación contigo.
- no soy tan grandiosa como ella. Quizás se aburrió de mi, de mi amistad quiero decir.
- Tonterías, nadie podrías. Eres una persona interesante y tierna.- le brinde una sonrisa tímida y una negativa- lo lamento, creo que he hablado de más.
- Debes de saber que a veces a las mujeres nos cuesta recibir los halagos.
- No debería de ser y menos para una chica con tantas virtudes como tu.
La comida paso de manera amena, haciéndome notar que aunque ellos eran físicamente muy similares, Jared era tan maduro y centrado, así como predecible. Mientras Lizz era arrebatada, impulsiva.
Insistió en llevarme a casa y ya estando ahí, la plática se alargó por un rato más.
- y ¿estas de vacaciones o algo en tu trabajo?
- renuncie- me sentí tonta al confesar lo por primera vez.
- ¿Porque? Amabas tu trabajo de editora.
- Amaba trabajar en el mismo lugar que tu hermana. Pero en realidad no es lo mio.
- ¿Qué es lo tuyo?- cuestiono realmente interesado.Al ver mi conflicto solo sonrió de manera consecuente.- Debo irme, con la promesa de que me aceptes un café en la semana.
- Esta vez solo café- lo amenace jugando
- Lo prometo