¿quién mató a Paulina?

16

El cementerio se envolvió en un silencio profundo, roto ocasionalmente por el susurro del viento entre las lápidas. 

De repente, una voz chillona puso en alerta a Aida, Mona, quien se había introducido en su vida de manera tediosa, siguiéndola a todas partes, copiando su estilo y acosándola con preguntas incómodas. Aida tenia que aceptar que desde el principio no había ni siquiera intentado ser amable con ella, pero la intrusión constante de Mona la irritaba cada que la sentia siquiera respirar cerca.

- Hola chicos - Saluda Mona acercándose - Aida, venia a preguntarte si ya te vas a tu casa - Dice Mona agitando descaradamente su cartera, cosa que para Aida no era la gran cosa, se la habían regalo en un cumpleaños dos años antes, de hecho, la había donado hace unos meses y no se sorprendería si fuese la misma.

Aida, tratando de ocultar su incomodidad, se esforzó por mantener la compostura.

- Hola, Mona. Si, ya me voy, mi chofer debe estar trayendo el auto.

Mona la miró fijamente con sus ojos penetrantes y una sonrisa que parecía esconder algo más que simple amabilidad.

- ¿Por qué no trajiste tu auto, Aida? - Inquiero Mona.

Aida, sintiéndose atrapada, respondió con una sonrisa forzada.- Oh, mi auto está en el taller en este momento. Problemas mecánicos, lo típico.

Lo cierto era que en la mañana, su madre le había prohibido conducir hasta que las alucinaciones y el estrés cesaran.

- Pensé que ese era tu auto - Chillo Mona apuntando a un mini cooper blanco idéntico al de Aida en el estacionamiento.

- Pues no es  mi auto Mona. Tal vez sea de alguien que vino al funeral. 

Lara, Tony y Liam intercambiaron miradas nerviosas. La situación se volvía más extraña con cada momento que pasaba. Aida le dio la espalda a Mona para irse cuando un fuerte estruendo resonó desde el estacionamiento. Todos se dieron la vuelta en un instante, solo para ver cómo el auto explotaba en una brillante llamarada de fuego y humo.

El sonido ensordecedor de la explosión llenó el aire, haciendo que los asistentes al funeral gritaran y se dispersaran en todas direcciones. El estallido fue seguido por el chirriante sonido de las alarmas de los autos y el crepitar de las llamas que envolvían el vehículo.

La explosión llamo la atención de todo mundo, incluso de Jackson, quien estaba casi por entrar en un coma por alcohol.

Jackson y Louis se levantaron y caminaron hacia la fuente de humo. Cuando llegaron, vieron el caos que se había desatado. El Mini Cooper seguía humeante, rodeado por una multitud atónita. Jackson se acercó a Aida y los demás, su rostro mostraba una mezcla de confusión y preocupación.

- ¿Están todos bien? ¿Qué demonios acaba de pasar? - Preguntó Louis exaltado.

Aida, aún temblando por el susto, negó con la cabeza. El sonido de una notificación en su celular  la saco de sus pensamientos.

"Tú la mataste, todos la mataron."     > Desconocido.

Un nuevo mensaje acaparo la pantalla frente a ella que a los segundos, pálida y tensa, dejo caer al suelo.

- ¡Aida! - Grito Lara, siendo lo ultimo que escucho Aida antes de que la oscuridad acaparara su interior.

°°°°°

La voz de la madre de Aida resonaba en la habitación mientras hablaba por teléfono con su padre, quien estaba constantemente fuera por trabajo. Aida, aún aturdida por la explosión y el posterior desmayo, parpadeó lentamente mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo. Su madre, con una mirada preocupada, continuó hablando con voz calmada para tranquilizar a su esposo al otro lado de la línea telefónica.

- Sí, querido, está bien. Los chicos la trajeron a casa y ya la reviso el doctor William. Fue solo el susto, parece que se desmayó por la tensión. Estaban cerca del coche cuando explotó.

El sonido del timbre de la casa inundo la habitación empeorando el palpitar en los oídos de Aida. Intentó incorporarse, pero un mareo la obligó a quedarse acostada, se frotó las sienes, tratando de calmar el dolor de cabeza que palpitaba en su interior. La imagen de la explosión y el mensaje seguían frescos en su mente.

La madre de Aida, al darse cuenta de que su hija se había despertado, terminó la llamada rápidamente y se apresuró a ayudarle a sentar. 

Eva, entró en la habitación con una expresión de alivio en su rostro al ver a su mejor amiga.

- ¡Dios mío, Aida, qué susto me diste! Estaba preocupada, Jackson me aviso.

Aida intentó sonreír para calmar las preocupaciones de su amiga, pero el dolor de cabeza persistente la hizo flaquear.

- Estoy bien, Eva, solo un poco mareada. 

Eva frunció el ceño, pensativa.

- Ay Aida, que destruida que te vez.

La madre de Aida, escuchando la conversación salió de la habitación en silencio.

Aida, aunque todavía aturdida, intento pararse de su cama. 

- Aida, ya se que ya habíamos hablado de esto pero no me puedo conformar. Ya dime, ¿Qué tienes? - Cuestiona Eva mordiéndose el labio - Cada día te sumas como cinco años, te vez pálida, cansada y ahora esto - Dice Eva rápidamente sin siquiera respirar - Aida ¿Estas gravemente enferma? ¿Es eso?




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