Sabía que su llamada "especial" para limpiar su habitación no sería nada bueno -Cómo detesto a este hombre-. Esta totalmente desnudo frente a mi, recargado a la puerta con su sonrisa triunfante. No le voy a dar el gusto de sorpresa. Sigo con mi postura de la que no he visto nada y me digno a saludarle.
-Buenos días, señor Williams ¿Me mando a llamar? -Saludo con cortesía arrogante no tengo ni el mayor gusto de darle buenos días solo lo hago por obligación.
-Buenos días, Keyton. Me da gusto verte -sigue recostado de la puerta como todo un imbécil-. Pasa, no muerdo -pide con suspicacias.
-No lo pensaba, señor. No le tengo miedo. Sólo esperaba su permiso -respondo agriamente.
Empujó mi carrito de limpieza y entro a su suite. Esta ordenado y limpio, huele delicioso, áloe vera y fragancia de bebe, exquisito. Como veo que el cuarto esta ordenado y limpio me dirijo al baño. Y no puedo creer lo que veo. Ha puesto velas aromáticas y pétalos de rosa en el jacuzzi. Este tipo esta loco.
-Lo hice para ti... digo para los dos. ¿Te gusta? -Lo oigo decir a mis espalda y no tengo que verlo para saber que esta sonriendo-. ¿Sabes? Es la primera vez que ordenó un cuarto y mirame, me ha quedado bien. -Se hizo un silencio el cual no es incomodo para ambos o al menos para mi no lo es.
-Espero que no te moleste mi desnudes. Digo, eres lesbiana ¿no?, de hecho creo que te parece de lo mas normal.
Me doy la vuelta para encararlo y hubiera preferido no haberlo hecho. Mis ojos caen directamente en su enorme erección.
Trago saliva y no pude evitar parpadear los ojos sorprendida.
«Acepta que se ve bien. Es alto, rubio, con una melena apta para hacer un medio moño ya que en la parte de abajo esta rapado, dejando un poco de cabello arriba. Tiene unos ojos color avellana. Tiene un cuerpo trabajado » opina mi subconsciente.
Es mejor que te calles vocesita ridícula.
- ¿Te gusta lo que ves? ... no creo que te guste. -Se da cuenta que miro su erección.
Rectifica dando pasos lentos hacia mi quedando poco espacio entre los dos. Se acerca hacia mi y me rosa los labios- Eres lesbiana -me susurra mi oído.
Siento mis manos sudar, y los nervios comienzan a atacarme más. Doy un paso hacia atrás para cortar nuestra cercanía.
Se que esta buscando que lo rectifique de lo que dice... osea, que soy lesbiana. Pero no tengo por que darle explicaciones.
Y por la dudas cerebrales no, no soy lesbiana. Él sigue creyendo eso pero a pesar de todo sigue molestándome.
Aunque quisiera empujarlo, y darle por donde le duele, no puedo hacerlo. Este es mi area de trabajo, y como quien dice, el es mi jefe.
-No entiendo para que me llamó, si el cuarto esta limpio, señor -fruncí el ceño. No dejaré que me intimide.
-Quería verte. Además tu duras treinta minutos o menos limpiando las habitaciones y yo dure aproximadamente más de dos horas limpiando -ríe-. Pero no me arrepiento, lo hice porque quería que habláramos en esos treinta minutos. -Veo un ligero brillo en sus ojos de picardía pura.
- ¿Y quien le dice a usted que a mi me interese hablar con usted o que me interese escucharlo? -pregunto con arrogancia en mi voz.
-Tienes razón. Por eso le di a la señora Rodrigues dinero para que te obligase a estar aquí conmigo. -Mis ojos se abren como plato.
«Dios. ¡Maldita vieja!. ¿Como pudo venderme de ese modo? ¿Qué se cree? Siento que mis venas van a estallar estoy que ardo de la furia.
-Pero no te enfades. Casi la obligue a que aceptara por los protocolos y unos cuantos bla, bla, nada que no puede resolver el dinero. Sólo quería verte, keyton y entregarte algo. -Se da media vuelta y se va.
Yo mientras doy un suspiró. ¿Como se le ocurre a esa vieja venderme? Voy a tener una charla con ella. Mejor no, ella es mi superiora y podía perder mi empleo si le fuera a reclamar algo. Puedo aprovechar ahora para irme, ya que el no esta aquí. Escucho algunos ruidos. Tal parece que busca algo. Me dijo que me entregaría algo, no es que me interese pero ¿qué sera? Vuelve y esta vez se ha puesto una toalla, menos mal.
Trae consigo dos fundas roja de esas que te dan cuando compras algo en una tienda ¿De ropa?
-Aquí tienes. Las compre pensando en ti y en ese hermoso cuerpo que tienes. -Su sonrisa de oreja a oreja me desconcierta
-No me interesa nada de lo que venga de usted. -Lo interrumpo.
-Lo compre de camino a Londres en una boutique, está... -Me enseña una de las fundas de su mano izquierda-. Es lencería de primera clase y, está... -Me enseña la otra funda en su mano derecha-. Es ropa que te compre en una tienda, en París cuando andaba de gira fotográfica. La vi y pensé directamente en ti y lo guapa que se te vería encima -dice con picardia