Quiere me como yo te quiero

Capitulo 10. 2

Mi hermana había hecho que Yamamoto entrara a la casa, aunque se veía incomodo, por las demostraciones de afecto de Henry y Jane, a su manera logró integrarse en la conversación y pasar la extraña sopa de apio que teníamos adelante.

—en verdad no sé cómo disculparme y agradecerle por todo lo que ha hecho por Evan, joven Yamamoto —dijo Henry con las mejillas un poco rosadas por las dos cervezas que había bebido.

—eh, no por favor no más disculpas y para nada yo lo he hecho con gusto —Yamamoto reía con nerviosismo —además yo sé que es un poco difícil cambiar de ambiente así de golpe.

—¿es que el joven Yamamoto ha viajado también? —pregunta Jane.

—debido al trabajo de mi hermano y mi propio trabajo debemos movernos bastante, aunque hay temporadas en los que estamos en casa, hay otras en las que no regresamos en semanas o meses.

—oh ¿y en que trabaja el joven Yamamoto?

—hermana…

—y ¿de que trabaja su hermano joven Yamamoto? Porque para trabajar tanto tiempo y después estudiar han de ser trabajos desgastantes.

—Henry… Dios ustedes están siendo muy groseros con Yamamoto —parece que están interrogando a un futuro esposo que vergüenza.

—jaja, está bien Gwen, ambos trabajamos en una productora de películas, mi mamá fue una actriz famosa y mi padre fue su representante, con lo que ganaron, formaron una empresa que ahora dirige mi hermano y yo… también.

—que buen contacto hiciste Little Man —Henry bromea dándome unos golpecitos en el hombro.

—por favor —dije cubriéndome la cara.

—que increíble, que bueno que tengas un amigo tan inusual Evan, de hecho, el joven Yamamoto es el segundo amigo que Evan nos presenta —no aguanté más y me levanté de la silla.

—s-se terminó el juego, voy por más.

—yo quiero agua Gwen, iré también.

Dejamos a Henry y a mi hermana solos en el comedor, podía escucharlos reír bajito y cuchichear sobre la presencia de Yamamoto en la casa.

—lo siento —dije abriendo la super nevera —mi hermana puede ser un poquito imprudente.

—no se preocupe Gwen-san, la verdad es que si conociera a mi hermano él es muy parecido a su hermana, cosas de hermanos mayores supongo.

—Yamamoto usted es definitivamente muy bueno, yo estoy muriendo de la vergüenza.

—no hay razón, de hecho, tanto su hermana como su cuñado son muy normales y se nota que lo aprecian mucho.

—sí… —creo que se me va a subir la presión de lo colorado que estoy.

 

*****                                                 *****

 

—toma, entrega esto a Yamamoto —Jane buscaba una almohada en su habitación.

—¿Por qué hiciste que se quedara Jane? Que no habías dicho que lo llevarías de regreso.

—que poco considerado eres Evan, no te das cuenta de que estamos alcoholizados, es irresponsable conducir así —a diferencia de la mayoría de las personas que cuando beben son muy mal habladas, mi hermana es demasiado propia para hablar y usa expresiones que jamás usa en su día a día, razón ´por la cual Henry hace que mi hermana tome mucha cerveza.

—ah, está bien.

Bajé las escaleras hasta la sala, donde Yamamoto seguía hablando por teléfono, le hice una señal con la mano para que me siguiera escaleras arriba y sin dejar la llamada, subió detrás de mí. Lo llevé hasta la habitación de invitados.

—… si en un rato te envío la ubicación, así que no te preocupes más —Yamamoto entró en la habitación —está bien, gracias, adiós.

—¿no tendrá problemas Yamamoto? —pregunté recostándome en el borde de la puerta.

—no claro que no, solo que mi hermano programó un vehículo para que nos lleve de regreso al instituto en la mañana.

—¿a los dos? —pregunte incrédulo.

—sí, dijo que no era muy bueno que tomemos taxis o hacer que los invitados nos lleven y más si se pasaron de copas —bromea Yamamoto, sentándose en la cama.

—ay que vergüenza Yamamoto, en verdad mi hermana y Henry no son siempre así.

—está bien Gwen-san como dije, no me molesta ni me incomoda, de hecho, son muy agradables.

—e-en ese caso será m-mejor que se dé un baño, si busca toallas hay un par en las cómodas junto a la ventana.

—gracias, Gwen-san entonces le tomaré la palabra y me bañaré primero —dijo Yamamoto tomando la toalla y caminando hasta el baño.

Me sentía agotado, todo el día había sido una constante subida y bajada de emociones que estaban a punto de estallarme la cabeza. Me dejé caer en el futón de espaldas, sentía como mi espalda se relajaba lo suficiente como para quedarme dormido. Giré mi cabeza hacia el escritorio y luego al osito de peluche que me miraba, casi como si fuese un emisario de Shinohara, para recordarme que hace varios días que no hablamos, extraño hablar con él. Fui hasta mi escritorio, pero mi hermana me interrumpió para preguntarme si le había llevado ropa de cambio a Yamamoto, le dije que no y me di cuenta de que yo tampoco me había cambiado el uniforme.




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