Un sonido digital me aturde los oídos, abro un poco mis ojos y logro enfocar la procedencia del ruido, el reloj está en el buró titilando la hora, son las 8:00 am. Estiré mi brazo hasta el botón de apagar, quiero dormir un poco más. Miré de nuevo hacia el buró, el reloj, las paredes, esta… esta no, ¡esta no es mi habitación! ¿Dónde estoy? Me senté y la larga melena me cayó por los hombros, atónito sin poder entender dónde estoy, examiné con cuidado cada detalle de la habitación.
Era totalmente blanca, no había decoraciones o algún dispositivo electrónico más que el reloj digital, las cortinas seguían abajo desde donde colaba un poco la luz de la mañana, que estaba en todo su esplendor. Poco a poco empecé a recordar cómo y porque estaba en esta habitación.
Luego de quedar en shock por ver a Shinohara y la señorita Karen, Yamamoto me llevo de la mano hasta el salón del consejo estudiantil, si bien el cómo llegue es un misterio, recuerdo que Yamamoto dijo que sea haría cargo de mí.
Mi celular ilumino la pantalla, era un mensaje de mi hermana, no hable con ella ayer, y la señora Matsuda no está. Desbloqué el celular y marqué al contacto de Jane, apenas si sonó el tono de marcado cuando ella contestó:
—¿Evan? ¿hermanito eres tú? —la voz de Jane se quebró
—si Jane.
—oh, Evan, hermanito ¿Dónde estás? ¿Qué ocurrió? Solo desapareciste, ni la señora Matsuda te pudo localizar, Evan ¿Qué está pasando? —soy lo peor.
—lo siento Jane… yo…
—¿Evan? —mis ojos están llenos de lágrimas que se niegan a caer.
—perdón Janee, yo…
—Hermanito, no, ah, no llores, no llores Evan ¿dime dónde estás? —En ese momento la puerta de la habitación se abre y Yamamoto entra, trae en las manos dos tazas grandes humeantes. Al verme despierto se sorprende muchísimo —¿Evan? ¿sigues ahí?
—Gwen-san, yo… yo traje algo de té —Yamamoto tenía puesto un pantalón de lana negro y una camiseta blanca de manga larga, con un cuello suelto, que dejaba ver sus hombros y clavículas.
—Evan contéstame —la voz de mi hermana se escuchaba lejana.
—¿puedo? —dijo Yamamoto, no entendí, pero alargó su mano hasta mi celular.
—eh, p-pero.
—aquí, Gwen-san debería de tomar el té, con cuidado que está caliente —Yamamoto salió de la habitación con mi celular.
¿Qué acaba de pasar?
Confundido por la situación, levanté las sábanas de mis piernas y me senté en el borde de la cama, todo me estaba dando vueltas. Hundí mi cabeza en las piernas, la confusión del momento y el olor al té me revolvieron el estómago, tragué saliva para contener la arcada, los oídos me estaban zumbando. Me deje caer de lado sobe la cama, aprete los parpados con fuerza y empecé a contar muy lento los números desde el uno, creo que llegué al cincuenta antes de perderme en mis pensamientos.
Un rato después que tranquilicé mi respiración y las náuseas se calmaron, salí de la habitación, al principio la luz de la ventana me deslumbro, poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando y pude ver a detalle el lugar. Es bastante amplio para ser un ambiente todo en uno, cocina y comedor están en el mismo espacio, mientras que la sala da hacia una gran ventana con balcón incluido, el cual aporta mucha luz, sin embargo, el dueño no está por ningún lado.
Me senté en el sillón en forma de “L” cuando la puerta principal se abrió, Yamamoto entró por la puerta con mi celular en la mano:
—ah, Gwen-san, que bueno que ya está aquí —dijo nervioso.
—¿P-Porque Yamamoto hablo c-con mi hermana?
—pues…
—¿Por qué? —mi voz era cada vez más baja.
—bueno, ya que Gwen-san está en mi casa, creo que era… correcto decirle a ella en qué lugar esta —miré a Yamamoto que parecía estar muriendo por un ataque de nervios.
—¿Q-Qué sabe m-mi hermana?
—le dije que el día de ayer se había sentido mareado y que como mi apartamento está cerca del instituto me pidió el favor para poder venir a descansar aquí.
—no… l-le dijo s-sobre…
—eso… si, eh pues, eso no me corresponde, es algo personal de Gwen-san, yo solo… lo ayude en ese momento.
—¿H-Hablaron de a-algo más?
—le dije que Gwen-san iría al campamento, esa también fue otra razón para venir a “quedarse en mi casa.
—¿Cómo?
—lo siento Gwen-san, no sabía que más decirle, no sin hablar de- lo otro.
—ah —abracé mis piernas —debo h-hablar con ella.
—es buena idea, pero será hacerlo mejor con el estómago lleno —el cuero de la silla sonó cuando Yamamoto se puso de pie. Me dejé caer de medio lado sobre el sofá, cuando Yamamoto me extendió su mano —vamos Gwen-san, la comida estará aquí en nos minutos.
—sí… —la mano de Yamamoto es agradable, cálida, es curioso, cuando estoy muy cerca de Yamamoto me siento tranquilo.
—cómo no sabía cuáles eran los gustos de Gwen-san, pedí un desayuno occidental ¿está bien?