El terreno baldío al sur del territorio definitivamente tenía un rastro de lobo, Yulian no había imaginado cosas en su informe, era real, mientras inspeccionaba la zona junto a Liam, Emmy sentía el pulso visceral del animal que imponía buscar al intruso y eliminarlo.
— ¿Crees que sean Moon Fighters? —El alfa le preguntó, estaba distante, casi distraído, apenas llegó al lugar su actitud siempre alerta cambió por completo, eso no era algo habitual.
—No encuentro su marca —respondió, buscaba huellas, pero la hierba alta le dificultaba la tarea—. Y el olor es difuso, pero parecido.
El enemigo era un fantasma, y eso, al depredador territorial no le agradaba para nada.
—Debemos reclamar estas tierras como nuestras, o de lo contrario...
Su voz pareció estancarse mientras miraba el horizonte, Emmy se preocupó, Liam caminó con su mirada triste abarcando todo el amplio valle.
—Liam ¿qué sucede? ¿Te sientes bien?
Se agachó, mirando a la hierba en el suelo, sus ojos eran cristalinos, ¿acaso iba a llorar? Emmy se inquietó.
—Creo que deberías saber —murmuró despacio, sentándose—. Ven.
Emmy se acomodó a distancia, incapaz de comprender por qué su alfa se veía tan afligido.
—Hay más enemigos allá afuera de los que te imaginas, no solo lobos, cambiantes y humanos pueden ser igual de sanguinarios y crueles, lo sabes ¿verdad?
—Sí.
—Bien —Liam recogió una delgada hoja de hierba entre sus dedos y la hizo girar, emitió un suspiro cansado—. Cinco años atrás yo era el lugarteniente de Aria, los lobos acudieron a nosotros para resolver la dudosa acción de un clan de leopardo, los Red Fire eran apenas veintidós leopardos que se iniciaban como un verdadero clan. Ellos encontraron un cachorro Moon Fighter en su territorio, y lo asesinaron.
Emmy sintió rabia, pura, ardiendo como fuego en sus venas ¿Quién era capaz de matar un cachorro? Al instante los pequeños revoltosos del clan recorrieron su mente, ella no sería capaz de arrancarle ni un pelo.
—Si un cambiante enemigo ingresa al territorio de otro clan, pueden matarlo, así son las reglas. Pero los lobos tenían dudas y rabia en el corazón, así que antes de destruir a un clan recién formado, nos pidieron actuar de intermediarios para averiguar la verdad.
— ¿Y cuál fue?
Liam dirigió su mirada a la tierra, sus garras estaban expuestas así como el depredador en su voz.
—Lo raptaron de su casa de árbol, el niño se defendió y lo mataron. Pero eso lo supimos tarde, mucho tiempo después. Mientras intentábamos buscar pistas, ellos secuestraron a otros tres, pretendían usarlos para hacer que los lobos cedieran estas tierras.
—Bastardos.
—Eso no fue lo peor.
— ¿Ah no? Dime más para ir a buscar a los desgraciados.
Liam sonrió por un momento y luego su rostro volvió a ser serio otra vez.
—Sofía Blackwell nos encontró y decidió tomar nuestras tierras, Aria intentó evitar que nos atacaran con la guardia baja, así que reunió a los adultos capaces y aquí —señaló alrededor—. Fue donde nos cruzamos.
Emmy miró el valle, imaginándose la escena, dos tipos diferentes de leopardos al borde del conflicto, sus garras picaron de solo pensarlo.
—Aria no quería una guerra, esa era su última opción, pero Sofía no era muy honorable. Cuatro lobos que estaban de su lado encontraron la ubicación donde se refugiaban Kaylee, Shelly, Ryan, Riley y los únicos cachorros que en ese entonces teníamos, Jasper y Lauren. Los golpearon y tomaron de rehenes.
— ¿Y entonces? Dime que destrozaron a los infelices.
De haber estado en ese momento ella no habría dudado, los haría pedazos, arrancaría sus negros corazones.
—El alfa Red Fire negoció la liberación de los rehenes a cambio de nuestro territorio, Aria se negó y entonces, nos enfrentamos en una pelea.
Liam tragó duro, sus ojos se habían enrojecido ligeramente, el alfa solía ser fuerte y poderoso, ahora se mostraba vulnerable y frágil, Emmy sabía que detrás del poder y dominio se escondía un hombre sensible que solo se mostraba ante ella y su compañera humana. Comprendió el nivel de confianza que le tenía, y se sintió agradecida, honrada.
Pero su tristeza seguía ahí, enredándose en el aire.
—Perdimos a dos de los nuestros esa mañana —afirmó recuperando la fuerza de su voz—. Aria desgarró el cuello de su alfa rival y ganó.
— ¿Y los demás?
Liam se puso de pie sin responder, miró una vez al horizonte, un lago verde de plantas bajo el tenue cielo azul de la mañana, a lo lejos el bosque de coníferas volvía a reclamar el espacio.
—Liam —insistió— ¿Qué pasó con los demás leopardos?
—Los liberamos.
— ¿Qué? ¿Por qué? Deberían haberlos matado a todos.
Él le gruñó, enfrentándole, ahí estaba de nuevo el hombre que podía herir, desgarrar y matar con escalofriante facilidad, ya había visto su instinto protector en acción cuando un puma errante tomó la equivocada decisión de colarse en sus tierras.
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Editado: 24.01.2019