El día de ayer fue muy productivo, después de salir de aquella extraña entrevista, me dirigí al taller de Matt para retirar mi motocicleta.
Me había costado mucho sacrificio, sudor y lágrimas, el poder comprarme aquella preciosidad negra brillante, con un motor potente que me había hecho ganador de muchas carreras clandestinas en mis días de adrenalina y oscuridad.
Me gustaba mantenerla a punto, realizarle mantenimiento cada mes para que siga funcionando correctamente, la cuido más que a mí mismo y disfruto muchísimo el poder sentirme libre mientras el viento golpéa mi cuerpo.
Salí de allí directo al hospital, definitivamente era mi día de suerte, le darían el alta a mi querida madre y eso hacía que las cosas mejoraran drásticamente, el doctor le dio un muy buen pronóstico y la felicidad se reflejaba en ese pequeño y bello rostro que se iluminaba cada vez que nos veía a Sam y a mí.
Me juré hacer durar aquella sonrisa sincera, con la noticia que tenía para darle seguramente sería así.
Ella más que nadie se preocupaba por mi bienestar y el saber que había conseguido obtener tan buen empleo, lejos de los problemas de los barrios bajos y de malas compañías, la iba a dejar plenamente satisfecha y feliz.
Le daría la noticia con un pequeño festejo en nuestro hogar, así que, advirtiéndole a Sam sobre no irse de lengua, me fui a realizar unas compras para preparar una deliciosa cena para esta noche.
Si definitivamente sabía cocinar, después de que mi madre y hermana se empeñaran en que fuera un hombre de provecho, había aprendido a cocinar y realizaba los quehaceres de la casa incluso mejor que aquellas dos mujeres, así como lo oyen, a pesar de ser un chico rudo, la mujer que me educo y crío se encargó de que fuera la mejor versión de mí mismo y me sentía orgulloso de todo su esfuerzo y esmero, no quería defraudarla, no de nuevo.
Al llegar a casa, vi como los chicos del vecindario jugaban a la pelota no muy lejos de mí, sin pensarlo me dirigí a donde se encontraban para saludarlos y preguntarles como había estado su día, eran buenos muchachos, muy inteligentes y audaces, era lamentable ver como muchos de ellos se corrompían por las duras situaciones que la vida a tan corta edad los hacia afrontar, sin tener a nadie que los escuchara o protegiera.
Compartí un agradable rato junto a ellos, preguntándoles sobre sus estudios, muchas veces Sam los ayudaba con sus tareas y los motivábamos a no bajar los brazos y seguir esforzándose.
Les conté sobre el alta de mi madre, a la cual le habían tomado muchísimo cariño, también les hablé sobre mi nuevo empleo y sobre aquella chica que me dejó deslumbrado sin poder sacar su rostro de mi mente.
-Mi nueva jefa es alguien con mucho mucho dinero, chicos, me pagaran muy bien, así que voy a poder comprarle aquellos libros que tanto les gustan en cuanto cobre mi primer sueldo.
-Ohhh sii!
Gritó efusivamente Timote uno de los niños más pequeños del lugar, mientras que su hermana unos años mayor que él sonreía al hablar.
-Y dinos Di, ¿es alguien guapa?
Preguntó levantando las cejas en modo sugerente, mientras me reía por sus extrañas salidas.
-Mmmmm creo que guapa no la definiría correctamente, Cherry es algo así como alguien exótica.
Dije mientras Black me miraba interrogante.
-¿Exótica en el mal, o en el buen sentido?... Cherry es un nombre extraño.
Dijo mientras me apresuraba a contestar.
-Claro que en el buen sentido, aunque esa gente brilla por fuera y están muy vacíos por dentro…y no se llama Cherry, solo la apodé así.
Dije mientras me levantaba del cordón de la acera con una gran sonrisa.
Como siempre antes de despedirme saqué de mi bolsillo una bolsa con dulces que los hacia saltar a mí apenas verla, repartí uno a cada uno para luego marcharme a preparar la cena.
Fue una espectacular noche, teníamos mucho por lo que sentirnos felices y festejar a lo grande, pusimos música para alegrar el ambiente y comimos hasta reventar, entre risas y bromas, el día llego a su final.
Esa noche no pude dormir bien, hacía mucho no me ponía tan nervioso, pero era extraño que el saber que la volvería a ver, me desvelara hasta altas horas de la madrugada, haciendo que a la mañana siguiente no sintiera el odioso despertador y me despertara muy tarde con los gritos de Sam al borde de un ataque de histeria.
Me levanté a las corridas para ducharme y vestirme con una rapidez inimaginable, para salir del lugar como un completo lunático.
Definitivamente no era una buena forma de comenzar el día y esto apenas acababa de comenzar.
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Editado: 12.03.2020