A pesar de sentir una opresión en el pecho por los recuerdos de aquel día, necesitaba poder contárselo a Emma, sabía que la culpa y el dolor no se irían, pero quizás pudiese aliviar parte de ello.
Esperé a ver alguna señal, que me indicara que quizás Emma quería salir corriendo, pero no se separó de mí, simplemente me observó sin expresión alguna, con un asentamiento de cabeza me indicó que continuara con mi descargo.
-Mmmm… sé que no disminuye mi culpa, pero quiero que sepas que no hay día, en que no me arrepienta de lo que ocurrió…
…Como ya sabes, en mi adolescencia cometí muchos errores, quise creerme el hombre de la casa, intenté sacarnos de aquella situación difícil en la que nos encontrábamos, pero como un crío estúpido e inmaduro, quería las cosas fáciles, vi la manera de conseguir dinero de forma rápida, sin importarme las consecuencias…
…Me junté con las personas incorrectas, me metí en una pandilla… al principio los seguía para todos lados como un perro faldero, me llevaron a hacer algunas cosas de las cuales no me siento orgulloso…
Un gran día, en un enfrentamiento que tuvimos con una pandilla vecina, le dieron un balazo en la pierna a un camarada, el tenía una increíble motocicleta que rara vez me permitía manejar, pero en ese momento no podía pensar en nada, lo cargué a la moto y salí de allí lo mas rápido que pude, las sirenas de la policía se escuchaban a lo lejos, pero los idiotas no nos daban tregua, comenzaron una persecución…lo que aquel día fue lo que salvó mi vida, se convirtió en el comienzo de mi viaje al infierno.
-Carlos, que así se llamaba mi compañero, quedó fascinado con mi manera de conducir, no te voy a mentir, la adrenalina que sentí en aquel momento mientras aceleraba por la carretera, fue la cosa más exquisita que sentí en toda mi corta vida…
Dije removiéndome algo incomodo ante la atenta mirada de Emma.
-Al ver mi gran potencial, me llevaron a correr en las carreras clandestinas, así comencé a ganarme un nombre… “el Demonio”… era implacable, salía invicto en todas y cada una de las carreras que corría, se movía tanto dinero y vicios en aquel lugar… que es muy fácil volverte adicto a todo aquello, era un chiquillo con aires de grandeza que quería sobresalir entre el montón, practicaba muchas horas en el gimnasio, me gustaba sentir todas las miradas en mí, llamar la atención en el lugar en que entrase…
-Me volví un engreído, pedante, pero todo se complicó cuando una disputa que tuvimos con unos tipos en un bar se nos fue de las manos…
…No recuerdo bien todo lo sucedido, todo lo que había consumido aquella noche al festejar mi victoria me pasó factura, me enredé con una chica en los baños del lugar, pero al parecer la muy zorrilla estaba con uno de los hombres más temibles de los bajos mundos, no le importó pasar un buen rato con un idiota al que no conocía, pero menos le importó hacerse la inocente, cuando la atraparon saliendo de los lavabos con ese idiota.
Dije señalándome mientras reía sin gracia alguna.
-Se armó la tercera guerra mundial allí adentro, el tipo enfureció y arremetió contra mí… no recuerdo como, en un momento me tenía sujeto del cuello y en el otro yo estaba sobre el repartiendo golpes por todo su torso y rostro, intentaron alejarnos, pero no podían, estaba en un trance, sentí como mis músculos se relajaban cuando vi como el tipo al que tenia debajo estaba irreconocible, su cara había quedado desfigurada debajo de la sangre. Me alejé de él sin entender que había sucedido, sin saber que ese nuevo accidente me conduciría a las puertas del infierno.
-Los chicos que estaban conmigo habían salido bastante lastimados de aquel lio, pero no les importaba nada más que mi gran batalla, para ellos era algo extraordinario como derribé a aquel mastodonte y le di su merecido.
Me reí para mis adentros, él que merecía la golpiza era yo por andar metido en las faldas de las mujeres sin importarme nada, pero eso no le interesaba a nadie… sin más seguí hablando.
-Los rumores se esparcieron rápidamente, hasta que llegaron a oídos de gente bastante importante y con peso en aquel mundillo. Me ofrecieron participar de las peleas clandestinas… y como buen idiota en ascenso que fui, emocionado acepté…
…Por aquel entonces pasaba mucho tiempo en la calle, mamá y Sam se preocupaban muchísimo, pero no me importaba, solo quería darles lo mejor, llegaba con grandes cantidades de dinero, pero en vez de ver el brillo de la felicidad en los ojos de mi madre, solo veía como se apagaban poco a poco, inventaba escusas tontas para justificar el paradero de aquel dinero, pero nunca creyeron en mí, mi madre me conocía tanto, se negaba a aceptarlo, hasta que se dio por vencida al ver que yo no daría mi brazo a torcer.
La culpa se instaló en mi con cada palabra que salía de mi boca.
-Cuando llegué a casa después de mi primera pelea, eufórico y feliz por mi victoria, pasé por alto el llanto de Sam al ver mi cara desfigurada y mis nudillos al rojo vivió…
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Editado: 12.03.2020