Después de aquella reveladora charla, dejé a Sam en su habitación, para investigar un poco sobre aquello de las flores y su significado, si quería que las cosas salieran como esperaba, era hora de que pusiera el plan en marcha.
Quería sorprender a Emma, estaba seguro que lo conseguiría.
Salí rumbo a la florería más cercana, rogando para que ésta se encontrara abierta, ya que al ser domingo y tan temprano la mayoría de los negocios se encontraban cerrados aún por estos lados.
Para mi suerte, parecía que los planetas se habían alineado a mi favor, ya que se encontraba abierta.
Era una florería muy grande, así que no dudé en que allí podían tener lo que yo buscaba, después que vi aquella flor confirmé mi decisión.
Salí del lugar orgulloso por el rostro del hombre que me atendió, al entender mi extraña petición al armar aquel hermoso ramo.
Estacioné sobre las 10 de la mañana frente al edificio de Emma.
Al parecer no todo podía ser tan perfecto aquella mañana, Max se encontraba en el lugar, mostrando su rostro serio al verme, haciendo que mi molestia por el muchacho creciera aún más.
Pasé por su lado, haciendo un asentamiento con mi cabeza en forma de saludo, pero sin cambiar mi expresión de indiferencia hacia él, solo por mera educación, aunque en mi interior solo quisiese ignorarlo completamente.
Al entrar al ascensor y marcar el último piso, los nervios se hicieron presentes en mi estómago.
Déjenme decirles que esto no se parecía en nada a la sensación de las mariposas revoloteando que describen las chicas cursimente, esto se asemejaba más a que un zoológico completo se hubiese mudado dentro de mí, o como si un ejército de abejas asesinas estuviese librando una batalla en la boca de mi estómago.
Golpeé su puerta, tratando de alejar el nerviosismo mientras sentía como la llave era movida en la cerradura, escondí el ramo detrás de mi espalda mientras observaba como Emma aparecía frente a mí, sorprendiéndome con una extraña vestimenta, que enseñaba mucho de su cuerpo y piel, su rostro estaba exageradamente maquillado, no es que ella se viera mal, sólo que la prefería al natural, o con aquel maquillaje sutil que siempre lucía, que resaltaba sus facciones delicadamente.
Me gustaba verla más siendo ella, que ver a esta versión tan artificial. Era como estar observando una copia barata de una muñeca de colección.
Una bella sonrisa se hizo presente en sus labios, con sus mejillas sonrojadas me invitó a pasar.
Me incliné sobre ella para darle un lento beso, tomándola completamente por sorpresa, lo que hizo que demorara en corresponder.
-Buenos días bonita.
Dije separándome de ella, mientras sacaba el ramo hasta posicionarlo frente a sus ojos.
Su expresión cambió tan notoriamente, que este momento hubiese sido digno de grabar, para retratar aquel rostro iluminado con ese brillo tan especial.
Llevó sus manos a su boca, haciendo difícil el entendimiento de sus palabras.
-Oh mi dios! ¡Son Delias rosas!
Sus ojos se iluminaron aún más, al mirarme tan intensamente.
-¿Sabes lo que significan?
Preguntó ante mi sonrisa.
-Claro que sí ¿por quién me tomas?
-Son gratitud y la promesa de hacer feliz a la otra persona...
Dijo en un susurro mirando aquel bello ramo, sin poder creerlo aún.
-Así es, prometo hacerte feliz… hasta que la última flor de este ramo se marchite y muera.
Dije con intensidad, mientras su expresión cambiaba a una de confusión, no había que ser un experto en flores, para saber que, a lo sumo, su vida se reducía a unos cuantos días antes de marchitarse completamente.
Pero la comprensión se hizo presente en ella, al momento en que notó, en el medio de aquel gran ramo, una bella Delia, que se distinguía de las demás por ser artificial.
Sus ojos se empañaron en lágrima.
-Mi dulce Cherry, quiero pedirte formalmente que seas mi novia.
Dije acercándose más a ella.
-Como negarme mi bello Ángel Caído! Sí sí sí mil veces sí.
Gritó mientras se lanzaba a mis brazos, para besarme ferozmente, mientras alejaba el ramo para no dañarlo con su efusiva reacción.
- En ese caso novia, debemos irnos… nos aguardan en la tienda de Robert, creo que hay alguien que se encuentra ansiosa por saber que llevaré sobre mi piel... hoy quedara terminado y te lo mostraré.
La arrastré hacia mí, mientras repartía besos por todo su rostro.
Riendo pidió ir a colocar sus flores en agua, la dejé ir mientras le enviaba un mensaje a Robert avisándole que dentro de un rato estaríamos por ahí.
Al llegar los chicos nos recibieron sonriendo, con café y un improvisado desayuno.
Estuvimos unos minutos conversando, hasta que decidimos no alargar el momento y dar marcha a la segunda sesión de la gran obra sobre mí.
Demoramos varías horas, la irritada piel ya sensible dolía y quemaba muchísimo, pero la ansiedad por ver terminado aquel magnífico trabajo era más fuerte que cualquier malestar.
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Editado: 12.03.2020