Dios está en todas partes. Es una experiencia y la puedes sentir.
Este punto puede ser todo lo profundo que estés dispuesto a asumir. Los pasos para despertar son simples pero que ocurran dentro de nosotros los hace complejos, lentos de ejecutar e incómodos de aceptar, o dolorosos de experimentar en algunos casos.
¿Qué es Dios para ti? Lo primero que tienes que cambiar, si es que así lo piensas, es que Dios es un hombre con túnica blanca y barba mirando desde el cielo. Si tu Dios es una Inteligencia Cósmica, la Vida o el Universo, te será más sencillo entender que este Ser Supremo se halla presente en todas partes y en todas las cosas. Entonces, puesto que se halla en todas las cosas, también se halla en nosotros. Ahora hay un pequeño matiz. Dios no viene a “visitarnos” a nuestro interior cuando le hablamos o rezamos y después se va. Que lo sintamos presente de manera intermitente es cosa nuestra. Dios está en nosotros siempre. De hecho, nuestra alma es un pedacito de Dios.
Una de las comparaciones que me ayudó a entender esto fue comparar a Dios con un desierto. Imagina que Dios es el desierto entero, todas las dunas de arena. Ahora imagina que cada granito de arena es una persona. Tú eres un granito de arena. Por tanto podemos decir que tanto Dios -que es el desierto entero- como un puñado de la arena son desierto, porque cada puñado forma parte de él. Por tanto cada grano de arena también es desierto. Míralo con otra acción. Imagina que ves a una persona destruyendo granitos de arena del desierto. Podrías decir que esa persona está atacando el desierto, ¿verdad? Es un ejemplo es absurdo, pero nos sirve. ¿Ves que en este caso cuando atacan un grano o granos de arena de arena, están atacando al desierto? Lo mismo pasa con nosotros. Todos somos partes de Dios y tanto si hablas de las personas como de Dios mismo, nos estamos refiriendo a lo mismo. Por eso si alguien agrede a otra persona, o a una creación de Dios, también está agrediendo a Dios.
Lo mismo ocurre cuando entiendes que somos energía y nos hallamos todos en un mundo donde todo son moléculas en movimiento, vibrando a una determinada frecuencia. Al final todas las cosas están conectadas energéticamente de acuerdo con la vibración a la que vivan.
Todo esto puede parecer un atrevimiento, por querer igualarnos a Dios. Pero esto es resultado de nuestra constante tendencia a pensar que somos algo ajeno a Él. Esto también lo promueve el hecho de que pienses que eres un humano con un alma. No lo eres. Eres un alma en un cuerpo humano, una chispa divina viviendo una experiencia humana.
Otra de las resistencias a pensar que somos parte de Dios es el hecho de no sentirse. En muchas entradas te diré que debes meditar y llegar a conectarte con tu ser interior. La magia de ese contacto te va a impulsar meteóricamente a creértelo, porque a tu mente le faltan argumentos para contrarrestar esta experiencia, a pesar de todas las justificaciones que haya creado hasta ahora. En el proceso de despertar, la experiencia es fundamental, porque el mundo de las emociones, que es donde todo ocurre, debe sentirse.
Si has entendido esto, podemos ir más allá. Te irás dando cuenta que, a medida que vas despertando, todo se va volviendo aún más hermoso. Fíjate, ya tienes claro que Dios está dentro de ti. También que tu alma forma parte de Dios y por tanto que tú eres Dios también. Olvídate de intentar fragmentar a Dios para separarte de Él. Fragmentado o no, eres parte de ÉL y por tanto eres una manifestación de Dios. De hecho Dios se está conociendo a Él mismo a través de tus experiencias y de tu vida. Y lo hace también a través de la vida de los demás. Cuando sientes que eres un pedacito de Dios, es imposible no sentirse amado. Aquí tendrás que trabajar tu autoestima y sentirte merecedor de todas las cosas buenas que este mundo va a ofrecerte, solo por el hecho de que está creado para ti. Cada vez que te conectes a la fuente, comprenderás mejor que algo tan hermoso no puede quedar limitado a tu cuerpo. Tu cuerpo se vuelve un envase demasiado pequeño para la profundidad y la envergadura del amor que sientes en ese momento. Esto te ayudará a darte cuenta que el mundo nunca fue como imaginaste y que tu alma solo puede desplegarse cuando pones tu atención en el mundo de las emociones, donde puedes seguir sus deseos con claridad y sentir sus emociones de entusiasmo, amor y carentes de miedo.
Y aún podemos seguir embelleciendo esta realidad. Ahora que ya sientes a Dios y que formas parte de Él, empezarás a ver el mundo con otros ojos. Empezarás a ver a Dios en todas las cosas, en la naturaleza, en las puestas de sol, en la lluvia y, este punto es clave, en las personas. Y aquí puede que tu consciencia se expanda. Porque si logras ser consciente realmente de que tu pareja es Dios, de que tus amigos son Dios o la esa persona que acabas de conocer y que te gusta tanto es Dios, empezarás a no echarlo de menos. ¿Lo entiendes? El vacío de no estar cerca de Dios empezará a dejar de tener sentido. Nunca más volverás a pensar si existe Dios o no, porque ahora lo conoces en persona y hasta hablas con Él cada día. Dios está en tus padres, está en tu hermano y está enfrente tuyo, en la persona que ves cuando te miras al espejo.