Todos tenemos un propósito y dependerá de ti descubrirlo. Aunque tu fin último será amar.
Creo que esta pregunta no tiene una respuesta simple. Creo que tu propósito lo irás concretando a medida que avances en tu camino, pero podemos hacer un acercamiento si no tienes indicios. Empezaré comentando la realidad de alguien que no ha despertado. Si nos encontramos en este estado durmiente, nuestro propósito será aquel que cumpla las expectativas que tenían nuestros padres, nosotros mismos de pequeños y seguramente también las expectativas de tus familiares y amigos, y cómo no, las de tus compañeros de trabajo, claro. De hecho estos últimos serán tu mejor guía para saber a cuánta distancia estás de conseguirlo o no, o si te mantienes en la senda para conseguirlo. A no ser que tu actividad actual sea tu llamado de vida, toda esta realidad está terriblemente vacía y no encontrarás tu propósito teniéndola como referente. En este escenario uno de los protagonistas más felices será tu mente o tu ego porque ha sido el “centro de operaciones” que con gran esfuerzo y laboriosidad te ha llevado hasta allí. Lamentablemente el ego nunca está satisfecho y en este escenario no encontrarás paz. La emoción del ego es el miedo y pronto notarás que para seguir progresando tendrás que hacer un siguiente movimiento más complejo y sustentado en el miedo a algo. Y lo peor es que, de nuevo, no encontrarás la felicidad. ¡De nuevo! Y así seguirás avanzando hasta que desorientado empieces a percibir que hay algo que no encaja, porque a pesar de tu vida perfecta, no estás siendo feliz.
Desde los 23 a los 35 años me dediqué a superarme en todas las áreas que yo pensaba que necesitaba superarme para ser feliz pero, después de hacerlo con bastante éxito, a los 30 concluí que no era feliz. Por entonces no era capaz de divertirme sin beber. Simplemente no comprendía de dónde sacaban los demás su supuesta felicidad. ¿Por qué ellos eran felices y yo no, si a mí me iba igual y muchas veces mejor?
Lo peor de vivir una vida así, es que puedes continuarla por mucho tiempo. Todo dependerá de la capacidad que tengas de solucionar problemas y autoexigirte, pero a larga llevas las de perder. La batalla contra el Universo es como apostar en una ruleta. Independientemente de cuántas veces ganes, al final te ganará la banca. Tu resistencia a seguir adelante puede ser tan monumental que solo te darás cuenta que has perdido tu batalla cuando veas con asombro que se acabó absolutamente todo a tu alrededor. Probablemente cerca de este punto, ya hayas entrado en tu noche oscura y en medio de tu pesadilla, ya incontrolable, estés a punto de rendirte al Universo. Aunque te parezca increíble, iniciaste una guerra de desgaste en donde el Universo, la Vida o Dios en su infinito amor nunca dejó de trabajar en ti, no se ha rendido contigo, no te suelta, y te da una y otra vez la oportunidad de que lo encuentres y vivas alineado con Él.
También puede que estés esperando que Dios o tu alma te haga una señal inequívoca sobre cuál es tu propósito. Ten en cuenta una cosa. Idealmente, esto te ocurrirá antes de iniciarte en tu actividad. Es lo ideal, tener un pálpito o una emoción que te indica que ahí está tu pasión o que a esa actividad vas a dedicar tu vida. Si aciertas puedes considerarte muy afortunado. Pero si no ha sido así, tampoco debes sentirte mal. En realidad la vida te lo ha ido diciendo pero has estado muy distraído con todo lo demás y nunca fuiste consciente de esta realidad, o quizás, simplemente aún no has terminado de encontrarla porque necesitas una experiencia más. Déjame explicarte una cosa. Lo primero que tienes que saber es que tu alma sí te responderá. ¡Sí lo hará! Pero no tiene por qué hacerlo antes de que inicies la actividad. Y esto es una cosa que tendrás que aprender a medida que avances en tu proceso. Tendrás que atreverte tú primero y entonces tu alma te hablará después. ¿Entiendes? Deja de querer dar un paso solo si sabes que la baldosa no se moverá. ¡Esa forma de pensar es del ego! El ego no quiere que te atrevas ni arriesgues nada. El ego quiere que confirmes primero, que no saltes a la piscina si no sabes si hay agua, que no dejes escapar un pájaro aunque haya ciento volando, que no dejes a tu pareja si no tienes otra en camino, que no vayas a una fiesta solo, que no vayas a almorzar solo, que no vayas al cine solo… Siempre hay una excusa para lo que te gustaría hacer y no haces, ya sea porque no tienes la edad suficiente o, al revés, porque ya tienes demasiada edad, o no tienes la fuerza necesaria o no tienes el cuerpo que deberías para ello, o no tienes la experiencia que se necesita, ni el dinero suficiente, ni el apoyo familiar que… ¡al carajo!
Jaja escúchame bien, si quieres encontrar tu propósito, en algún momento vas a tener que mandar gran parte de tu vida “perfecta e ideal” al carajo. Así como suena. Tienes tanta programación dentro de ti sobre los pasos lógicos y ordenados que debes hacer de acuerdo a tu educación y circunstancias de vida, que se te ha olvidado escuchar a tu pobre corazón. Y por eso, vas a necesitar valentía y arrojo para atreverte tú primero antes que tu alma y decidir qué actividad vas a iniciar.
Lo grandioso, es que tu alma y tú formáis un equipo y, como buen equipo, ella responderá. Sabrás en muy poco tiempo si lo que estás haciendo te llena el corazón. ¿Cómo lo sabrás? Pues escuchando a tu alma de nuevo. De eso se trata. De que la escuches. Empieza a hacer lo que crees y empezarás a concretar la dirección. Poco a poco te irás dando cuenta que has acertado o que te vas aproximando al área pero la actividad debe ser diferente. ¿Has jugado a ese juego infantil de frío-frío, caliente-caliente? Pues con tu alma jugarás, solo que las respuestas que obtengas serán cuando tu alma quiera darlas. Es decir, empieza de carnicero y solo así sabrás si te gusta cortar carne y si te gustaría cocinarla también. Quizás después de una temporada conociendo los cortes de carne, llegues a la conclusión de que lo tuyo en realidad es ser chef. O empiezas trabajando dentro de un periódico y resulta que lo tuyo no era escribir artículos en la oficina sino ser corresponsal en el extranjero, solo para darte cuenta que adoras viajar y contar lo que ves, para al final escribir tu primera novela histórica. Tú empieza y deja que tu alma y el universo hagan el resto.