Alicia pasea la vista por el local. Tiene un ambiente acogedor, pero viejo, y le molesta un poco la sensación rancia. Se sienta junto a Ana en la mesa más cercana a la tarima. El chico calvo sentado en la batería le parece atractivo, resalta entre los demás, en especial por su camisa sin mangas que deja ver sus grandes brazos.
—Este bar es del tío de Nando —comenta Ana sin apartar la vista de los músicos que se preparan para tocar.
—Le hace falta un poco de cariño —responde con amargura. Está dispuesta a pasar una tediosa y larga noche, solo por complacer a su amiga.
La música arranca con los gritos de Nando. La batería cumple con su papel de marcar fuerte el tempo de la melodía, desde su mesa se siente un poco el temblor de los tambores. Las guitarras acompañan lo que considera ruido y le da un toque armónico. Y en lo que escucha la voz grave pero limpia del primer guitarrista queda sorprendida. Ahora no puede evitar observar a ese chico. Sonríe, nunca se había sentido tan hipnotizada por una voz. Admira sus dedos desplazarse por las cuerdas de la guitarra, mientras espera ansiosa que vuelva a tomar el micrófono. Dedica una mirada de fastidio al vocalista principal, disfrutaría mucho la canción si le quitaran los sonidos guturales. La gente a su alrededor disfruta de la música, y le parece curioso que lo demuestren con bruscos movimientos de cuello. En especial el baterista, que luce como si su cabeza fuera parte de sus manos, moviéndose a un ritmo similar.
A medida que avanza la noche, el segundo vocalista que tanto le gusta toma más protagonismo. Está perdidamente enamorada.
—Voy a soñar con esa voz —le grita a su amiga.
—¿Canta bonito verdad? —responde con el mismo tono. Ana tampoco esperaba ese contraste.
—Si he de pedir uno de ellos, quiero ese —señala, para luego ambas morirse de la risa.
Ana retoma el ritmo sacudiendo su cabeza de un lado a otro, y Alicia no tarda en imitar los movimientos. No pensó que lo disfrutaría, pero le está gustando mucho, y empieza a comprender los giros bruscos de cuello. Y al cabo de un rato, se sorprende al intentar cantar.
Termina el espectáculo. Y los músicos proceden a bajar de la tarima. Algunas personas se acercan a pedir fotos.
—¿Será eso común? —pregunta Alicia a su amiga.
—Supongo, de seguro son seguidores habituales —comenta sin importancia, a ella solo le importa donde pone las manos y la mirada su novio.
Niega con su cabeza al ver la reacción de Ana. Siente pena por Nando, de seguro no sabe que tiene una novia celosa en extremo. Aprovecha para mirar al chico que le interesó, y un hormigueo recorre su cuerpo al escucharlo hablar. Intenta esconder su sorpresa cubriendo su rostro con una mano, y mira hacia los lados buscando por donde escapar.
—Acá están mis chicas favoritas —dice Nando, y trae tras de sí a la banda entera—. Conozcan a mi querida Ana. —Toma su mano para depositar un beso en ella—. Y su amiga Alicia.
Ana saluda alegre, mientras que Alicia esboza una pequeña sonrisa. Le dedica una mirada fugaz a Rylan, este la atrapa con cara confusa.
—Les presento a mi banda —vuelve a hablar—. Tenemos al baterista, Omar. El segundo vocalista Rylan, Andres en la segunda guitarra, le decimos “uno”. Y por último, al otro Andres, en el bajo, le decimos “dos”. —Los chicos se miran las caras, cansados de escuchar el mismo chiste.
—Mucho gusto —dice Ana sonriente—. Por favor, díganme que se van a sentar con nosotras al menos un ratito.
—Por supuesto, la casa invita —dice Omar, el primero en tomar asiento.
Alicia frota sus marcadas clavículas en señal de estrés. Entiende que su amiga lo hace para ayudarla, pero no sabe el detalle de la noche anterior. Y muere de vergüenza por cruzar palabras con él. Se detiene al lado de Rylan, prefiere aclarar antes de seguir con esta tortura sin sentido.
—Primero quiero decir… Ayer no era mi intención —murmura nerviosa—. A ver, que no sabía que te volvería a ver.
—Yo estaba rogando porque no me reconocieras —sonríe amable—. ¿Te sentaras? —Jala una silla para ella.
Gruñe insegura y se sientan al mismo tiempo, uno al lado del otro. Ana sonríe contenta, y le hace una mueca de éxito, sin darse cuenta que ocurre todo lo contrario.
—Me contaron —dice Ana, tomando la atención—. Que en ustedes no se puede confiar.
—Ya empezamos —interrumpe Andrés, uno—. Le contaste la historia del baño.
—Es que no los voy a perdonar por dejarme solo, ebrio y encerrado en un baño.
—Ni que fuéramos tu mamá para andar detrás de ti, agarrándote el pelo para que no lo vomites. —Omar apunta al culpable con la cerveza en su mano—. Rylan dijo ese día: déjalo ahí, que ese se abraza al inodoro y no pasa nada.
—No, no, a mí no me van a tirar esa piedra —defiende—. Yo solo dije que tenía que trabajar, que lo dejaran cerca de un baño.
Todos hablan con un tono de burla. Alicia sonríe un poco por la historia tonta por la que debaten. Su amiga sí que participa más, siempre ha sido así. Alicia también podría ser parte de la charla, pero no le importa integrarse. Al contrario, quiere permanecer callada, y aprovecha la oportunidad para detallar a Rylan. Al principio no le llamó la atención, pero ahora, cada uno de sus rasgos la hacen sentir fascinada. Mira con curiosidad su anillo y sus pulseras. La ayudan a aclarar su memoria, recuerda con claridad los bocetos inspirados en la noche anterior. Observa su sonrisa. Con la máscara puesta lucía demasiado atractivo, y reconoce que todo se debe a su sonrisa, es perfecta. Quisiera tener a la mano lápiz y papel, siente la necesidad de bosquejar ideas antes de que se le escapen. Pero como sabe que no está cerca la hora de irse a casa, toma su celular y escribe un par de notas. En secreto, toma algunas fotos para recordar detalles, como su perfil y sus manos. Le gustaría tener una foto de su sonrisa, pero no se atrevería a pedirla. Piensa en las personas que se acercaron a sacarse las fotos con la banda, y comienza a buscar. Está segura que las deben publicar en alguna de las redes con el nombre del bar. Teclea una y otra vez en su pantalla, pone diferentes combinaciones. Hasta que una de esas la sorprende. Resulta que la banda es bastante popular, sin que ellos lo sepan. Su tarea como agente de redes será fácil. Y obtuvo de manera inteligente la foto que quería, sin tener que pedirla.
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Editado: 30.07.2024