Erick
No fue mi intención casarme, tampoco esperaba ver a mi esposa enfundada en ese hermoso vestido de novia que me gritaba ser arrancado para ver lo que se escondía dentro de este. Ese vestido abrazaba perfectamente sus curvas y me estaba volviendo loco, no quise aceptarlo al principio pero tenía una esposa hermosa y al parecer su carácter también era hermosamente caótico.
Besarla había sido mi condena, saborear sus labios fue mi perdición, está noche quería mucho más que compartir una cama sin contacto, quería devorar su cuerpo de rincón a rincón y aunque mi suegra me dijo que ella aún no se encontraba en condiciones debido al maldito asalto de hace unas semanas atrás deseaba por lo menos acariciarla, pero estaba seguro que Eliana sería capaz de tirarme una lámpara encima. Me estaba dando cuenta que le encanta dar la contraria, claro ejemplo está aparecer en la boda sola caminando hacia mi y ver a su padre aparecer sudoroso fue divertido, ella estaba protestando y ¡Me fascina!
Vi a mi esposa salir con sigilo hacia la sala de descanso, espere un momento y decidí seguirla, quería llegar a un acuerdo con ella para llevar este matrimonio en santa paz y sobre todo quería convencerla de consumar nuestra unión. Jamás creí tener este tipo de pensamientos ya que cuando acepte casarme con una mujer supuestamente sumisa y obediente estaba reacio a siquiera compartir la cama con ella, sus padres le habían descrito como una mujer aburrida, sin gracia y poco sociable, supuestamente se vestía casi casi como monja según palabras de su madre, pero el día que la conocí supe que ella no era nada de lo que me habían dicho, su carácter retadora me había encantado y aunque fui un completo idiota solo era para probar su respuesta y baya que me encantó, si hubiera podido la habría besado ahí mismo. Nunca he Sido un mujeriego y no me ando encamando con cualquier mujer, he tenido encuentros sexuales casuales algunas veces pero no es como que soy alguien que vive para eso y no sería capaz de faltarle a mi matrimonio aunque mi esposa fuera aburrida, tal vez si llegáramos algún acuerdo y podría tener una vida libre por fuera, pero esa idea se esfumó cuando conocí a mi ahora esposa.
Esas ideas tan fuera de mi me sorprendieron ese día, pensé que solo era momentáneo pero hasta ahora no despareció, es más, no ha hecho más que aumentar con el beso que nos dimos.
Al principio no quería está boda, no entendía porque mi abuelo llegó al extremo de obligarme a casarme y especificamente con Eliana Montés. No conocía a la joven porque nuestro círculo de amigos no era el mismo, ella era mucho más joven que yo, yo me encontraba en otra etapa de mi vida, ella seguramente aún salía de fiesta sin control como todo joven de su edad y si bien yo asistía algunos ya no lo disfrutaba como antes, estoy seguro que sus padres no conocen a su hija.
Llegué a la sala de descanso y abrí un poco la puerta, mis manos sudaban y me sentía nervioso, nada normal en mi que estaba acostumbrado a lidiar con situaciones estresantes en la empresa pero lidiar con respuestas de mi esposa me alteraba.
_¿Vas a golpearme hasta dejarme en coma otra vez? - ¿Con quién está mi esposa? El maldito amigo suyo ¿Estaba aquí?- hazlo, pégame aquí mismo, tírame al piso a patadas como lo haz hecho tantas veces en el pasado, no me importa.
_¡Cállate! - un sonido particular encendió mi sangre, esa era la voz de...
_ Siempre tan delicado Vincent ¿No tienes fuerza? Al parecer ya estás muy viejito, tus golpes ya no duelen tanto - mi esposa no parecía estar asustada aunque podía notar cierto temor en su voz
_No me retes muchachita estúpida - recuerdo claramente el día que la conocí, aunque trato de esconderlo con maquillaje una de sus mejillas estaban hinchadas y se veía un leve color verdoso, esa fue uno de los motivos por los que me quedé viéndola más de lo debido.
_Cobarde... Ah... no... Te...tengo miedo... Imbécil. - abrí la puerta por completo solo para terminar de volverme loco, el infeliz de mi suegro estaba ahorcando a mi esposa, los ojos de ella estaban llorosos y sus temblorosas manos trataban de liberarse de su agresor.
_¡Suelta a mi esposa ahora mismo! - Estaba totalmente enfurecido, el imbécil de mi suegro palideció y soltó a Eliana quien cayó al piso temblando y tratando de enviar aire a sus pulmones, esa escena solo me alteró más ¿Cómo se atrevía? Tomé a Vincent por el cuello y le estampe mis puños sin medir mi fuerza.
No escuchaba nada ni a nadie, mi mente solo reproducía la conversación anterior, el maldito la había golpeado, le había dejado en coma y por lo que oí no era la primera vez.
_¡NUNCA! ! NUNCA TE ATREVAS A TOCARLA! - sentí las manos de varias personas tratando de alejarme, pero por alguna razón no podían conmigo. - Maldito infeliz voy acabar contigo, voy a matarte.
_Hermano !cálmate! - Simón tiró con fuerza de mi.
_!NO¡ El maldito la golpeó - yo seguía sujetando su cuello tal como el hizo con mi esposa. ¡Mi esposa! Solté al desgraciado y busque a Eliana con la mirada. Ella estaba en el mismo lugar con la cabeza enterrada en su rodilla y se cubría los oídos mientras temblaba. Verla así tan asustada y vulnerable me hizo sentir más rabia ¿Cuántas veces habrá estado así? ¿Sumisa? ¿Obediente? Si era así entonces él ¿La golpeaba? Me acerque a ella despacio.