Quiero Que Me Pertenezcas

OCHO: Un peligro

Rosa seca.

Eso es lo que llamo mas su atención, además de otras cosas.

Su celular.

La nota.

Su respiración se acelera inconscientemente y siente su corazón en su garganta.

Ancel estaba lleno demasiado lejos, y si lo terminaba tal vez iba a ir mas lejos, mucho mas lejos.

Con su mano algo temblorosa tomo la nota y solo dio miradas de reojo a la puerta, para verificar que nadie viniera a interrumpir.

Despego la nota del teléfono y prosiguió a leerla, la cual decía así:

“Ves los pocos pétalos en la rosa. Pues observamos bien linda, porque es todo lo que falta para que en realidad me pertenezcas bonita Lana. Ansió tenerte a mi lado si que nadie ponga sus ojos en ti.  -A”

Suelta la nota y mira la rosa que tan solo cuenta con cuatro pétalos.

—¿Qué significa todo esto? —se pregunta. Con el pulso acelerado y sentir su respiración pesada tomo la rosa en su mano —. Estas llegando muy lejos.

Ahora se sentía realmente mal al no obtener que Nabal hubiera encontrado el pésimo teléfono.

Toco la cadena que rodeaba su cuello y sin esperar más, la quito con desprecio. Las lágrimas picaban en sus ojos, que le llegaba a arder con fuerza que no pudo mas que dejar que la gravedad hiciera lo suyo al dejar que las gotas salieran de sus ojos.

La había encadenado por varios días, acaso eso fue solo en principio. Su primera etapa.

¡Maldita sea!

Se repetía una y otra vez en su mente, Cecy tenia razón. Ancel era todo un peligro.

¡No podía ser! ¡Cecy tenía razón!

Ancel era un peligro.

Limpio sus lágrimas, toma el teléfono en la mano y sale de su habitación. 

~•~

La lluvia remetía mas que en la mañana y la empapaba con más facilidad. Aun así caminaba con normalidad para dirigirse a la casa de Ancel.

A pesar de que oía el gran golpeteo de las pisadas de ella y alguien mas tras ella. Le daba un gran miedo voltear y encontrarse con algo que no le llegara a gustar.

Sus pasos fueron apresurados con rapidez y eso le puso más nerviosa, quien viniera siguiéndole no le quería perder por nada.

Al llegar a la puerta del jardín pequeño que daba a la casa y volteo ligeramente hacía atrás, y se encuentra con lo que nunca esperaba.

Absolutamente nada.

¿A dónde se fue la persona que le seguía?

Dio un suspiro para relajarse y se fue derecho a la puerta para tocar el timbre.

Tardaron unos segundos, a lo que el poco viento le hacia temblar y sentir que alguien le observaba. Se sentía realmente expuesta a esa persona que le vigilaba.

La puerta fue abierta con rapidez, para ver a la rubia gemela de su novio.

—Lana, ¿Qué haces mojándote? —recrimina Pamela. A lo que la hace pasar sin chistar.

—¿Ancel esta?... —cuestiona. A lo que Pamela niega con una mueca de fastidio. —¿Cuando vuelve?

—Ni idea, mejor te traigo algo para que tomes. Sube a la habitación de Ancel y Ponte algo —indica. A lo que ella niega, abrazándose a si misma. —Vamos Lana, no quiero que agarres un resfriado.

—Toma la palabra de Mel —insiste la mamá de ellos.

Con ella no se discutía.

A lo que con pesar subió las escaleras y busco la habitación de Ancel, para tomar un pantalón gris de lana y una camiseta celeste.

Al salir del baño le puso mas atención a la habitación donde estaba el escritorio. Encima del mismo había un cuaderno de dibujo abierto.

Sin pensarlo se acerco a el cuaderno. Vio diluido de un líquido al lado del mismo y un pincel a un lado.

Fijo su vista en el dibujo, el dibujo era de ella dormida y es pintura extraña estaba adherida a ella.

Sangre.

Lo toma el cuaderno en sus manos y comprueba que esta compuesta con pintura roja y la sangre.

—¿Lana? —suelta el cuaderno. Rápido voltea a ver a Ancel. —¿Qué haces acá?

Movió sus labios para emitir palabra, pero no sabía que decir. Ancel la miraba con un brillo algo extraño y estaba empapado.

—Deja de hacer eso —dice con voz potente. Ancel tuerce sus labios en confusión.

—¿Hacer qué? —pregunta. Acercándose a ella a lo que retrocede y llega a derramar el frasco que contenía esa rara combinación de rojos.

—Lo que estas asiendo. Me estas asustando —dice en susurro, cierra sus ojos con fuerza para no verle.

Ancel era un peligro.

—Lana... —ella no respondió ni siquiera abrió sus ojos. —Mírame —suplica sintiendo la mano envolverle en la suya a lo que, ella quitan con brusquedad la suya. —Yo no te estoy asiendo daño.

—No puedo crear que Cecy allá tenido razón —exclama. Dejado caer de vuelta las lágrimas. 

—¿En qué? ¡Por Dios Lana! No te entiendo.

Abre sus ojos de golpe y mira a Ancel que tiene frustración en sus ojos y esta todo tenso. Reteniéndose.

—Ya te pertenezco, ¿qué mas quieres? —pregunta con desesperación. —Soy tuya Ancel.

Ancel no expresa ninguna emoción y solo se queda quiero mirándole al fin con frialdad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.