Pasaron unas horas, tal vez diez, ¿doce? No recuerdo muy bien, después de todo el ajetreo que hemos tenido, apenas fui consciente del tiempo que pasaba.
Lo que sí sabía era que ahora me encontraba con Minamino en la sala del hospital central y solo quería que ella despertara de una vez. Aunque cuando la encontré seguía consciente – de cierta manera – tras los medicamentos y los tratamientos que le dieron se quedó totalmente dormida.
Los médicos aseguraron que ella estaba completamente bien y fuera de peligro, la sangre perdida apenas fue la suficiente como para alarmarse y, por suerte, las heridas no eran graves. Pero todo esto no haría que mi preocupación fuera menos.
Sin saber muy bien qué hacer, me senté en una silla al lado de la camilla en la que se encontraba mi alumna y la observé. Aunque las heridas estaban tratadas y vendadas había, en algunas zonas, un poco de sangre manchando dichas vendas. También, los hematomas que decoraban tanto su cara como los que asomaban de entre los vendajes, me ponían la piel de gallina…pues que un alumno, más bien un joven, pase por esto y encima esté solo…no puedo llegar a imaginarme lo terrible que es y lo mal que lo tuvo que haber pasado. ¿Por qué no dijo nada a nadie? ¿por qué no llamó a alguna persona en esa semana? ¿Qué mierda pasó en su casa? Esas preguntas y muchas otras me rondaban una y otra vez por la mente.
Pero algo despistó mis pensamientos, y ese algo me alegró bastante:
- Mmh – escuché como empezó a removerse entre las sábanas.
- No te muevas – le dije haciendo que se resaltara…y se moviera más aún. - No - dije con suavidad haciendo que se quedara quieta.
- ¿Dónde…?
- Estás en el hospital central, te atacaron en tu casa Minamino…¿qué pasó? – hablé mientras me ponía de pie.
- ¿¡Qué!? – aquello lo dijo tan repentinamente que di un pequeño rebote del susto - ¿Cuánto tiempo llevo aquí? – preguntó alterada.
- Aproximadamente unas diez o doce horas, pero eso…
- Tengo que irme – respondió mientras se quitaba la sábana de encima.
- ¿Qué dices? ¡Quieta! – me estaba empezando a enfadar, por eso la cogí con una mano del hombro y la eché hacia atrás para que se recostara de nuevo.
- Suélteme, profesor Aizawa – dijo desafiante y bastante molesta.
- No me obligues a usar la fuerza, Minamino.
- Estoy bien, puedo irme de aquí.
Ante su tonta respuesta, le toqué con el dedo en uno de los moratones que tenía en el hombro.
- Ah – se quejó.
- ¿Ves? No estás bien, túmbate y espera a que lleguen los médicos. Te has tirado como una semana en la cama, es por eso que…
- ¡¡Una semana!! – dijo casi en un grito. – No es posible…n…no puede que….él…yo…tengo que…
Por alguna razón empezó a respirar con dificultad haciendo que me alarmase.
- ¿Minamino? – dije intentando tener contacto visual con ella, pero Minamino solo agachó la cabeza y cerró los ojos a la vez que apretaba las sabanas con la mano.
Empezó a asustarme de verdad.
Prácticamente no estaba respirando.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
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