En silencio hasta un lugar.
En silencio sin saber por qué me encontraba allí.
Miré al profesor Aizawa, quien se había apoyado en el borde de la mesa y estaba masajeando su sien con la yema de los dedos.
Miré el lugar: un comedor amplio con una pequeña y bonita cocina al lado, un sofá color crema, en frente una televisión plana no muy grande, pero tampoco pequeña, había un par de macetas y tres cuadros abstractos que iban a juego con el comedor. Era muy minimalista y apenas había cosas, pero estaba realmente bonito, me sorprendía que Aizawa tuviera la casa tan bonita.
Si…estaba en su casa…en la casa del profesor Aizawa.
- Minamino – dijo captando toda mi atención - ¿Qué era todo eso?
Aquella pregunta me puso los pelos de punta.
- Eh…pues… - me quedé sin habla, como si me estuvieran agarrando la garganta y la estuvieran estrujando.
- ¡Minamino! – exigió.
Solté un suspiro largo ante aquello.
Ya no podría evitarlo…lo había visto con sus propios ojos.
- No me digas que… - habló el profesor de la nada - ¿¡Por eso no querías llevar el uniforme!? ¿¡Porque ese depravado te acosaba!?
Yo asentí mirando hacia el suelo.
- ¿¡Y por qué no me lo dijiste!? – dijo más enfadado que cuando estábamos en mi casa.
- ¿¡Cree que es algo para ir contando!? – respondí también molesta.
- ¡Pero tienes que pedir ayuda cuando lo necesitas!
Aquello realmente me conmovió, y no sé por qué.
- Siempre hice todo sola, me cuidé y me protegí de él. Además…¿quién cuenta sus problemas así como así? No voy a llegar a la UA y decir “Buenos días profesor, le comento, hoy mi padre me agredió, ¿me ayuda?” Como comprenderá, este tipo de problemas no se cuentan.
Este parecía tan furioso que pensé que se pondría a golpear cosas o lanzarlas.
- ¡Esto no es una broma!
- ¡Nadie dijo que lo fuera! ¿Sabe cuantos problemas me ocasionaría el decir algo? ¿Ha pensado eso? – el enfado estaba empezando a calentar mi sangre - ¡Imagínese ahora que me fui con usted! Me va a matar… - dije comenzando a asustarme y a notar como mi corazón se aceleraba.
- ¡No te va a pasar nada!
- ¡Eso no los abemos!
- ¡No permitiré que nada te pase!
Tras aquello, se creó un silencio algo incómodo, y no sé por qué, pues tampoco es que hubiera dicho algo extremo.
Sin embargo, puso sus yemas, esta vez sobre sus parpados, e intentó tranquilizarse.
- ¿Alguna vez te a…? - dijo apretando la mandíbula.
Al principio no sabía a qué se refería…pero, segundos después, pude entenderlo.
- No, nunca llegó a hacerme nada más que manosearme – confesé ante su pregunta de si llegó a violarme.
Ante aquella respuesta, suspiró aliviado por una parte pero, a su vez, se enfureció.
- Y la razón por la que terminaste en aquel estado…¿fue él?
Asentí.
- ¡Mierda! – gritó dando un golpe en la mesa haciendo que me asustara.
Todo estaba empezando a sobre pasarme y, por mucho que intentaba calmar mi respiración, estaba empezando a descontrolarse, y aquello lo notó Aizawa.
- Minamino – dijo llamando mi atención.
Al levantar mi mirada, me encontré con sus ojos rojos como el fuego mirándome intensamente. Con aquello, desactivó mi quirk y pude volver a respirar con total tranquilidad.
- Por ahora, vamos a dejar esto de lado. Ya es tarde, mañana hablaremos – sentenció.
Espera…eso significa que…¿voy a dormir en casa del profesor Aizawa?
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
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