Capítulo 32

Con pisadas fuertes, y mi respiración cada vez más angustiada, empecé a alejarme de la vivienda de mi profesor de la UA. ¿Quién se habrá creído que es para decirme si puedo seguir viendo a mi padre o no? ¡No pienso hacer lo que ellos dicen! Sé, de primera mano, que mi padre se convirtió en alguien odioso, horrible, prácticamente una escoria, y realmente no es que quiera estar a su lado – sobre todo por mi salud – pero tampoco quería que, terceras personas, me impusieran la libertad de verle o no, eso sería mi decisión.

Hasta el día de hoy, nunca pensé en separarme de quien fue el mejor padre del mundo, primero porque…al fin y al cabo…seguía siendo mi única familia y segundo, no había otro lugar al que ir. Hasta la fecha no tenía amigos, y aunque ahora considero que si los tengo, no tenemos la suficiente confianza como para hablarles de todo esto o, incluso, que me acojan en sus casas…además, no quiero ser un estorbo para ellos.

- ¡Minamino! – la voz de mi profesor gritar me sacó de mis pensamientos.

Durante un par de segundos, me giré para verle, pero fue más por acto reflejo que por querer tener contacto visual real. Con las mismas, me di la vuelta y seguí mi camino.

No sé como fue que, en un segundo, y sin escuchar un solo paso, el profesor estaba a mi lado, agarrándome del brazo, acortando los casi diez metros que había entre nosotros en un abrir y cerrar de ojos.

- ¡Suélteme! – le dije a la vez que movía mi brazo y mi respiración se volvía más pesada…tanto que mi vista comenzaba a nublarse.

- Minamino – empecé a escuchar mi nombre repetidas veces, pero la diferencia en cada una de estas era que, cada vez sonaba más flojo.

De repente, y sin más, caí en un sueño.

****

Pude ver que, desde que empezamos nuestra conversación, algo iba mal, pero no terminaba de ver qué era. Sabía que ella se enfadaría con la decisión del director Nezu, pero no había nada que yo pudiera hacer.

Todo empeoró en el momento que sentenció que se iba del lugar. Se levantó de su asiento y salió del lugar dejándome allí, sin terminar de explicar todo. Cada vez la notaba más y más rara, como si algo estuviera pasando. Fue cuando la escuché por el pasillo cuando me di cuenta de lo que realmente era: su quirk se había activado involuntariamente y le estaba quitando el oxígeno una vez más.

- ¡Minamino! – le grité desde la puerta de mi casa para hacer que parara y poder usar mi quirk en ella.

Aunque me miró por unos segundos, no me dio tiempo a desactivarle el don. Fue por aquella razón por la que corrí hasta ella y, al agarrarla del brazo, pude notar como su estado empeoraba. En aquel momento, activé mi don y borré el suyo…pero ya fue demasiado tarde para ello.

¡Hasta aquí el capítulo de hoy!

¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!

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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.

EDITORIAL: Ediciones Arcanas.

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