Me desperté antes de que sonara la alarma, como de costumbre. Abrí los ojos y miré alrededor de la habitación. El sol está colándose por las persianas de la ventana, creando patrones de luz y sombra en las paredes. Me giro hacia Wyatt, que está durmiendo a mi lado. Sonrío al verlo totalmente dormido boca abajo, su cabello está desordenado y más largo, tanto que cubre parte de su rostro, pero todavía me parece increíblemente atractivo.
Observo su rostro por un momento mientras duerme, admirando lo guapo que es y lo feliz que me siento de tenerlo en mi vida, aunque no es precisamente porque sea hermoso. Aunque extrañaba a Carly y a su hija, quienes todavía no habían vuelto de la casa de su mamá, estos últimos meses con Wyatt habían sido como un sueño desde que me mudé con él y Peyton. Parecía que fuimos una familia desde casi siempre.
Pero entonces, como en algunos momentos, mi mente se dirigió a esa parte de Wyatt que aún no conozco, algo sobre su pasado que todavía lo atormenta con respecto al suicidio de la madre de Peyton.
Reviso el cajón junto a mi lado de la cama y veo el pendrive que Elena me dio cuando me interceptó en el mercado hace meses. Recuerdo que me dijo que ahí había evidencia del pasado turbio de Wyatt. Intenté botarlo hace meses, pero quizá no confiaba tanto en él, ¿o era preocupación? Me sentía mal, y por eso siempre terminaba cerrando el cajón con la esperanza de que Wyatt me lo cuente todo cuando esté listo.
Me levanto de la cama con cuidado, para no despertar a Wyatt, y echo a un lado su mechón para darle un suave beso en la mejilla. Trato de levantarlo, pero él se resiste y se da la vuelta. Ruedo los ojos, y decido dejarlo dormir un poco más.
Me dirijo al baño para cepillar mis dientes y tomar una ducha rápida. Mientras me baño, mi mente sigue divagando en los pensamientos sobre Wyatt. Me preocupa que esté escondiendo algo tan importante de mí, pero una vez más decidí convencerme de que debía esperar.
Salgo del baño y me visto rápidamente. Entonces voy al cuarto de Peyton y repito el proceso que hice con su padre, solo que la niña es más efusiva al darse cuenta de que ya es de día. Desde que convencimos a Wyatt que le permitiera inscribirse en una academia de baile, Peyton prácticamente saltaba de la cama en las mañanas, creo que su momento favorito del día era cuando salía de clases para ir a la academia de baile.
Luego fui hasta la cocina para preparar el desayuno y mientras lo hacía, mi mente cambió de dirección, la universidad. Hoy se cumplían tres meses desde que comencé mi carrera universitaria y aunque había sido tan agotador como no lo recordaba, estaba feliz de estar en el camino correcto. Pero, sobre todo, estaba orgullosa de poder decir que entré por mérito propio.
No fue fácil permitirle a Wyatt ayudarme con cosas como las compras de los libros de estudio y una tarjeta de crédito que aparentemente no tenía límite, pero me chantajeó con Peyton y su academia de baile. Aun así, conservé mi trabajo en el restaurante Edén a medio tiempo. Wyatt no estaba convencido, pero le dije que todos ganaban en esta familia. Peyton tenía sus clases de baile, Wyatt conseguía que aceptara su tarjeta sin límites, y yo podía trabajar también.
Mientras le di un sorbo a mi café, recordé que tengo un examen importante en una de mis clases. Me ponía nerviosa cada vez que tenía un examen, pero las noches en vela estudiando no iban a ser en vano. Me había estado esforzando mucho en mi trabajo y en mis estudios. Sin embargo, tenía mi libro de texto junto en el mesón para refrescar mis conocimientos.
—¿Estás leyendo un libro de cocina? —preguntó Peyton con su habitual vocecilla curiosa. Se sentó en uno de los taburetes ya vestida—. Tú no lo necesitas, cocinas muy bien. Mejor que mi tía.
Hice lo posible por no reírme ante lo que dijo sobre la comida de Allison. Solo levanté mi libro y le mostré la portada.
—Estoy estudiando para la universidad. ¿Qué te parece?
—¡Eso suena aburrido! —dijo Peyton con una sonrisa en su rostro.
—Lo sé, pero tengo que estudiar para sacar buenas notas—hice una mueca de fastidio que la hizo estallar de risas.
En ese momento Wyatt entró a la cocina, vestido y peinado totalmente elegante y limpio, el hombre dormilón que vi hace 40 minutos no existía. Sonreí tímidamente cuando él me lanzó una de esas miradas profundas que no eran aptas para la comprensión de un menor de edad. Por suerte, Peyton estaba más concentrada en su cereal con frutas que en su padre y en mí.
Wyatt sujetó con sus manos la cabeza de Peyton para darle un dramático beso sonoro por el que la niña se echó a reír. Entonces dejó la chaqueta azul marino de su traje sobre el mesón y enganchó su brazo a mi cintura para acercarme a él. Plantó un beso peligrosamente cerca de mis labios.
—Buenos días—dijo al separarse de mí para robarme mi taza de café.
Peyton miró a su padre con los ojos brillándoles de amor y diversión.
—Papá, llegas tarde al desayuno, como siempre.
—¿De donde has sacado eso? Nunca he llegado tarde—Wyatt me miró en busca de apoyo, pero yo negué con mi cabeza—. Pensé que el que te mudaras aquí te haría mi ayuda idónea, algo así como ponerte de mi lado cuando Peyton me ataca.
Me reí.
—La ayuda idónea entra en acción cuando se está casados.
—Hablando de eso—murmuró en mi oído con una sonrisa juguetona en su rostro—, ¿alguna vez hemos hablado sobre nuestra boda?
—Creo que no desde que me diste este anillo—dramaticé una expresión de alguien pensativo, mostrándole el anillo en mi dedo correspondiente—. Solo estamos esperando encontrar la fecha perfecta.
—¿Qué tal si lo hablamos hoy por la noche? —sugirió, mirándome fijamente, dándome a entender que estábamos hablando completamente enserio—Podemos planificarlo juntos y asegurarnos de que todo sea perfecto.
Este año había sido atareado desde que los tres comenzamos una etapa nueva en nuestras vidas, así que esta no había sido la primera vez que decíamos que lo haríamos. Siempre comenzamos a discutir una fecha y posibles lugares, pero el tiempo se iba y lo dejábamos pasar.