Es sábado por la noche y Wyatt, Peyton y yo estamos en casa, preparándonos para la noche de películas familiar. Es un ritual familiar al que me he acostumbrado tanto que, si algún día no pudiera tenerlo, me sentiría incompleta y extraña. Mientras preparo las palomitas de maíz en la cocina, el recuerdo de mis padres volvió después de mencionar a los padres de Wyatt. Pensé que había superado ese dolor, la muerte de mis padres y la difícil crianza con mis tíos, pero me di cuenta de que nunca desapareció por completo. La herida sigue ahí a pesar de que ha cicatrizado.
Es por eso que no puedo evitar preguntarme si los padres de Wyatt son realmente tan malos como él los retrató. A veces las apariencias engañan, me digo a mí misma. Creí que mis tíos cuidarían bien de mí, que me amaría como a su propia hija, pero solo engañaban a los vecinos, a mis profesores y a los del servicio social para mantener el dinero que el gobierno les pagaba para mi manutención. Mientras pensaba en esto, sentí que Wyatt me abrazaba y vi a Peyton mirándonos con una sonrisa traviesa desde el otro lado del mostrador.
—Realmente aprecio mucho que estés aquí para hacer las palomitas—dice Wyatt, agradecido.
Sé que me sonrojo ligeramente cuando Wyatt me da un beso en la mejilla antes de apartarse. En ese momento, el dolor y la tristeza que sentía por pensar en mis padres se desvanecen. Ahora tengo a Wyatt y a Peyton, y no planeo dejarlos.
—Tía Allison no sabe hacer palomitas, siempre las quema. Y papá las hace sin sal—Peyton mira a su padre mientras suelta una risita.
Wyatt hace una mueca de burla.
—Demasiada sal no es buena para una niña hermosa en crecimiento—sonrío ante la ligera regañina de Wyatt—. Por cierto, ¿por qué Allison no ha llegado?
Wyatt revisa su reloj de mano, y Peyton suspira con tristeza. Allison se fue de vacaciones con “sus amigas” hace un mes. Dijo que harían un viaje por toda Europa, un viaje de autodescubrimiento. Para todos, ella está volviendo de Europa con sus amigas, para mí, ella está volviendo de un crucero romántico con Ancel Weber. Ella me hizo prometer que no se lo diría a Wyatt, a veces lo olvido y logro dormir cargando ese secreto, pero la reciente mención causa que sienta náuseas. Confiaba en que, este viaje reforzaría su relación y que finalmente Allison tendría la valentía y confianza de decirle a su hermano la verdad, incluso aunque eso le ocasione un preinfarto a Wyatt. Ella y yo sabemos perfectamente lo mucho Wyatt detesta a Ancel.
—Sydney—Peyton me mira—. ¿Tú crees que la tía Allison sí venga hoy?
—Por supuesto que sí—asiento con firmeza—. Allison jamás te ha decepcionado, ¿no es así? —ella niega de inmediato—. Y tú eres su mejor amiga, estará aquí muy pronto. Sabes que le gusta mucho la película que elegiste.
—¡Rapunzel nos gusta a todos! —Peyton aplaude con emoción. Mis palabras consiguen animarla por el momento—. Usaré mi disfraz nuevo para mostrárselo a la tía Allison.
—Me gusta la idea—coincide Wyatt.
Ambos la vemos desaparecer por el pasillo mientras corre con emoción en busca de su disfraz. Pero cuando estamos solos, Wyatt suelta un suave suspiro. Apago la estufa y vierto la mantequilla derretida sobre las palomitas después de echarles la sal.
—¿Ya le dijiste a Peyton lo que sucedió con su tío? —le pregunto a Wyatt.
Habían pasado varios días desde que supe que el hermano de Wyatt murió, y mañana sería el velorio, sin embargo, no recordaba haberlo visto hablar con ella del tema.
Wyatt coloca sus manos sobre la orilla del mesón y soporta su pesa mientras habla.
—No, yo… no sé cómo hacerlo. Ella ni siquiera recuerda que tiene un tío. Wagner jamás intentó detenernos a Allison o a mí de hacer nuestras propias vidas, pero tampoco intentó involucrarse en ellas después de irnos. Solo hacía lo que nuestros padres querían. Así que—finalmente Wyatt se endereza y me mira—, ¿cómo debería decírselo? ¿Cómo eso no me haría ver mal? Peyton siempre me preguntó por sus abuelos, ¿cómo voy a decirle que siempre estuvieron cerca y yo no quería que ella los viera?
Me quedo en silencio mirándolo, porque yo tampoco tengo la respuesta. Quisiera poder ayudarlo, y por primera vez me siento realmente inútil para ayudar a Wyatt en algo que tiene que ver con Peyton.
—¿Me ayudarías? —me pide de repente.
—¿Cómo podría ayudarte?
—A decírselo. No puedo llevarla a que se despida de un tío que nunca conoció sin saber antes que murió. No puedo presentarla ante sus abuelos sin prepararla para lo que pueda suceder, para lo que puedan hacerle sentir.
—No sé si yo debería…
—Tienes un impresionante tacto para decirle las cosas a Peyton, y tu conexión con ella a veces me asusta. Sé que ella nunca olvidará a su madre, pero si ella pudiera pedir una segunda madre, te elegiría a ti.
Los nervios comienzan a invadirme. No quería equivocarme y que Peyton llorara.
—¿Y si aun así lo hago mal?
—No, no—Wyatt me alcanza y me envuelve en sus brazos—. Lo haremos juntos. Te necesito en esto. Juntos en las buenas y malas, ¿no?
Sonrío, y recuesto mi cabeza de su pecho.
—Así es.
La puerta principal se abre y un segundo después aparece Allison en la cocina, con una preocupante cantidad de bolsas en sus manos, y sonriendo traviesamente.
—¡Oh, esto es tan romántico! Pero chicos, recuerden, el amor es genial, sin embargo, también lo es la comida. No se olviden de la cena, tengo mucha hambre.
Wyatt y yo nos reímos mientras nos separábamos. Entonces rodeamos el mesón y tomamos turnos para abrazar a Allison.
—Dime que todo eso no son regalos—señala Wyatt, mirando las bolsas que carga Allison.
Ella sonríe abiertamente y asiente.
—Son el tesoro que le traje a mi sobrina y a mi cuñada favorita—Allison nos da la espalda para dejar las bolsas sobre el mesón.
—Solo tienes una cuñada—le contesta Wyatt.