QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 1

Me encontraba sacando el cadáver de un perro muerto, este estaba dentro de una casa. Tras hacer este trabajo por muchos años por un par de rupias, no sentía ya nada, ni asco y mucho menos miedo. En India solo los dalits tenemos este tipo de "trabajos" el ¿por qué de las comillas? es debido a que ni siquiera nos pagan a veces.

Te debes estar preguntando ¿Qué es dalits? Pues es lo más bajo que hay en el sistema de castas en este mugroso país (clasificación social. Estas se dividen en cuatro: Los Brahmins (sacerdotes e intelectuales ) , Kshatriyas ( guerreros y gobernantes) , Vaishyas (comerciantes y artesanos) , y los Shudras (campesinos y trabajadores). Sí lo sé, ahí no menciono a los dalits, es porque ni siquiera nos consideran dentro de ese sistema, nosotros somos lo que sobra, lo que resta, los intocables.

- Apúrate niña y no vayas a tocar nada de mi casa si no quieres que te caiga una paliza- dijo la señora gorda y fofa, dueña del perro.

- No estoy tocando nada, ya termino de sacar el cadáver de su animal- dije mofándome por dentro.

- ¿cadáver? ¡¡¡Eso suena terrible!!!- dijo horrorizada- Solo ¿no puedes decir perro? Niña torpe, sucia, cochina.

Lo de torpe se lo aceptaba porque a veces lo era, pero ¿sucia? Aunque mis prendas eran las más sencillas, no estaba sucia. Me dolía cuando se referían así de mí, solo por ser dalit.

- Ya terminé señora, ¿me paga mis rupias? - dije con los ojos aguados.

- No te daré nada, porque de seguro ya mi casa está maldita por tu sola presencia. ¡¡¡Largo!!!- gritó la vieja amargada, amenazándome con su escoba.

Empecé a correr sin parar hasta el río Ganges, quería gritar con todas mis fuerzas, ¡¡cuánto odiaba haber nacido en India! Estaba arrodillada a la orilla del río, mis lagrimas caían y fluían como éste mismo. A lo lejos observé una ceremonia de muerte, estaban cremando a alguien y pronto arrojarían los restos al río. A veces pienso que la agonía terminaría cuando muriese , ese era mi alivio, cerrar los ojos y pensar en la muerte, total si me muero nadie me va a extrañar porque simplemente no existo.

Casi anocheciendo decidí resignarme una vez más en que esta era mi vida, Me levanté y caminé a casa. Por mis pensamientos pasaba por qué debía ser todo así, era muy injusto pertenecer a los dalits sin siquiera elegirlo, nacer y listo ya eres dalit. El sistema de castas tiene como regla, que, si perteneces a una, toda tu descendencia será aquella, sin derecho a elegir ni cambiar.

Llegué a mi precaria casa, esta se encuentra ubicada en Varanasi, la ciudad más importante de las siete ciudades sagradas. La gente viene aquí a dejarse morir en las calles, o al menos una vez en sus vidas y luego se devuelven a sus ciudades. Yo perdí toda fe en la religión y en los dioses, desde pequeña nunca me permitieron pisar un templo, supuestamente porque estoy maldita y soy un ser despreciable.

Shasha mi niña bella, ¿dónde estuviste todo el día? – dijo mientras se rascaba la cabeza con el dedo índice.

Ya sabes, recogiendo animales muertos y barriendo estiércol- dije mientras inflaba los cachetes y resoplaba los cabellos pegados a mi cara- y Ahórrate lo de bella mamá que no lo soy.

Lo eres pequeña, lo eres. Apresúrate en prender la leña para preparar las paratas que ya llega tu padre- dijo moviendo la cabeza y la mano.

Mejor que no llegue y se quede por siempre por ahí- pensé en voz alta mientras arrugaba la frente.

Calla niña, es el hombre de la casa y le debemos respeto- dijo agachando la cabeza.

¿Respeto? Querrás decir miedo, si no hubiera nacido mujer te juro que...-levanté la voz exaltada.

Desde que tengo uso de razón, recuerdo cada golpe que le dio el que dicen que es mi padre a mi madre, siempre llegaba ebrio. Es algo absurdo gastar las pocas rupias que ganaba en el alcohol, quizá él como yo también se sentía miserable por nuestra condición, pero no era la solución embriagarse y luego desquitarse con su única familia. Cada que llegaba de la calle oliendo a borrachera infernal, humillaba a mamá si es que se puede más de lo que ya se humillaba a sí misma, y la golpeaba hasta dejarla en el suelo. Claro está que siempre la defendí, pero en la mayoría de los intentos (por no decir todos), salía gravemente lastimada. No tengo recuerdo alguno de que papá me haya abrazado o bendecido.

Esa noche no pude dormir de tanto pensar en cómo sería mi vida si tan solo sería todo distinto. Quizá si fuera de otra casta, todo no sería un martirio. Estaba claro que fea no era, tenía la piel trigueña, el cabello castaño, era delgada, la nariz un poco respingada y los ojos verdes grisáceos. No entendía el porqué de mis ojos ni de mi nariz ya que papá tenía la nariz muy ancha, tan ancha como la de un mono. De mamá solo saqué sus labios y contextura. Ella era una mujer muy hermosa; su piel era de un tono marrón oscuro, ojos grandes y profundamente negros, el cabello largo y ondeado. Era muy delgada y noble, ella era todo y lo único que amaba en la vida y la única que me amaba.

- Ya amaneció- dijo con un grito, mientras me aventó un vaso de agua a la cara- levántate que hoy te llevaré a un lugar- arrugo la nariz y la frente a la vez.

- ¿A dónde iremos papá? -dije mientras me secaba con las manos el rostro- aún es las cinco de la mañana.

- Que no me digas papá niña tonta- alzó la mano para tirarme un golpe.

- Perdón señor- me arrodillé rogando que no me golpee por decirle papá.

A pesar de todo era mi padre y por inercia lo llamaba por lo que era para mí, siempre me despreciaba, golpeaba y se avergonzaba de mí. Me decía que no merecía tener una hija tan buena para nada, que hubiera preferido que mamá abortara a tenerme. En India, existe una ley de no exámenes ecográficos cuando uno está en la panza de la madre, ya que en las familias es una bendición cuando el bebé es hombre, ser mujer es todo lo contrario. Por eso no era digna de llamarme su hija, por no haber nacido con un par de testículos.




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