Radical

Capítulo 1: Hogar, dulce hogar.

El día era cálido, ni caliente ni frío, las vacaciones de verano habían terminado y pronto volvería a mi último año de preparatoria. 
 


Las emociones se hicieron presentes al imaginarme como serían las cosas. No esperaba que el comportamiento de la gente hacía mi cambiase, es decir, mi apariencia es la misma, estoy más desarrollada, si, pero mi manera de vestir es igual, cubriendo totalmente cualquier silueta o atributo que pudiese ser visible.

—¡Mel! —el grito de mi madre desde el primer piso me sacó de mis pensamientos—. Apresurate, aún tienes que desayunar.

—¡Enseguida bajo!

Seguí alistado mi bolsa donde iban mis cosas personales, la mayoría de mis libros los empaque bien, pero había decidido dejar uno fuera para el viaje, aunque no estaba por ningún lado.

—¡Mamá! ¿Dónde está mi libro de Divergente? —ahora yo grité, ya que me había hartado de buscarlo sin resultados. 

—Pregúntale a Jenny —contestó y antes de que gritara de nuevo, mi hermana entró a mi cuarto con el libro en mano.

—¿Qué haces tú con un mi libro? —dije curiosa.

Era bastante raro ver a mi hermana con ese tipo de cosas, ella era más de un tipo ¿fashion? Como decirlo, un tanto diva
Digamos que para ella, sería una alergia un libro cerca. Pero bueno, después de tantas cosas que vivimos, podría entender que tratara de refugiarse en un libro.

—Hmm, nada, sólo lo tomé —contestó nerviosa, tratando de sonreír.

—Oh vamos, eres Jennifer Morrison ¿qué hacías con un libro? —resalté lo más que pude esta última palabra. Quería estallar de la risa.

—So-sólo lo tomé prestado —no me pude contener más y solté la carcajada, sus nervios incluso podían palparse.

—¡Tu secreto está a salvo conmigo, Jen! —le sonreí un poco más calmada.

—¿¡Secreto!? ¿¡Cuál secreto!? —esta chica si que está nerviosa y demás alterada, como si fuese el fin del mundo.

—Nada, nada —negué con la cabeza—. ¿Tú ya tienes todas tus cosas listas? —pregunté entusiasmada y con algo de temor en mi interior, sin embargo traté de sonar firme para no doblegarme.

—Desde ayer —suspiró.

La jalé para que se sentará en mi cama y me quedé de pie frente a ella, esto era precisamente lo que quería evitar, odiaba verla así. Durante el tiempo que estuvo en la universidad la pude ver animada, creo que eso la ayudaba a no pensar en ello.

—Ya te dije que todo saldrá bien Jen, no se volverá a repetir, ¿de acuerdo? —dije a lo que ella solo asintió.

Todo este suspenso y temor al viaje se debe a que la última vez que viajamos compramos boletos por separado ya que no había suficientes lugares para todos por comprarlos de último momento. 
Mi madre Adelaila, Jen y yo en el primer avión que salió. Mi padre Dante y mi hermano, que llevaba el mismo nombre que mi padre; Dante, en el vuelo que saldría después.
Nuestro avión despegó y llegamos pronto, se suponía que un día después llegaría mi padre y mi hermano. Pero no fue así. 
El avión en el que abordaron de pronto tuvo fallas y cayó, explotando en el aire.
Sin sobreviviente alguno.

Todo fue bastante difícil aquí, sin papá y Dante las cosas fueron diferentes. 
Mi madre y Jen hallaron su manera de reaccionar, mi madre en su trabajo y Jenn en la universidad, este fue su último año, ya se había graduado, y como se habrán dado cuenta, ella buscaba otras manera de distraerse. Yo, por mi parte, igual seguía en mis estudios, terminé la secundaria y empecé la preparatoria. 
De alguna manera, pero todas supimos salir adelante, porque superarlo jamás, esas cosas no se superan, como dicen, se aprende a vivir con ello.

A cada una nos afectó a nuestra manera, Mi madre perdió un hijo y un esposo, Jen y yo perdimos un padre y un hermano, por su parte, Jen era la favorita de mi padre, y eso la tumbó por un tiempo, siempre la consintió demasiado, claro, a todos nos amaba por igual, pero Jen fue hija única por 4 años, después llegamos Dante y yo, éramos mellizos, así que, si, a mi si me quitaron mi otra mitad. 
Y aunque todas nos quisimos hacer las fuertes, nos quebramos, cada una en su momento, Jen era una en la vida universitaria y otra durante sus vacaciones, mi madre lloraba cada noche, ella creía que nadie la escuchaba, pero la verdad es que yo no dormía.

Y bueno, desde entonces hemos dudado en volver a viajar, pero después de 4 años, hemos decidido volver a California, de donde originalmente somos, de donde salimos huyendo gracias a mi, gracias a los estúpidos adolescentes que se burlaban de mi. 
A veces me culpo, es decir, si yo hubiera soportado todo lo que solían decirme nada sería así, tendría a mi familia completa y feliz. Si tan solo no me hubiera quejado, si hubiera aprendido a ser capaz de detener todo. Pero mi regreso sería un cambio, uno grande, estaba seguro de ello, esta vez no me dejaría, y Jen estaría ahí para ayudarme, a su manera.

Media hora más tarde, después de desayunar salimos al aeropuerto un poco rápido pero sin olvidar la precaucion.

—Oye mamá —habló Jen—. ¿Extrañaras aquí?

—Claro que sí, pero no tanto como extraño allá —volteó a vernos rápidamente y sonrió mientras seguía manejando.

—Me pregunto cómo serán las cosas ahora.




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