Escuchó unos sollozos provenientes de un pasillo, desvió sus pasos hacia el sonido, la biblioteca podría esperar. Mientras más se acercaba notaba la penumbra del lugar, ningún alumno es su sano juicio se atrevería a pasar por ahí, así que pensó que podría ser un fantasma “sí, seguro que es un fantasma” su miedo estaba presente, así que mejor daba la vuelta y regresaba por donde había venido.
-No, soy parte de una familia que no conoce la palabra temor –se dijo a sí misma- no crecí con miedo –“pero que mentira” otra vez su miedo
Aun así decidió ir a la biblioteca, pero antes de dar más pasos se giró sobre sus talones decidida a ver qué era lo que pasaba, tal vez en este punto su valentía decidió tomar las riendas del asunto, ojalá no la abandone en medio camino. Conforme avanzaba, los sollozos se hacían más fuertes, un poco más entendibles, incluso podría jurar que era un chico, tal vez un niño; hasta que lo encontró.
En un baño, “o lo que se supone que es un baño” pensó, creía reconocerlo pero no lo veía muy bien como para estar segura; un leve movimiento de este hizo que ella pudiera ver mejor su cabello. Esa cabellera rubia, bueno no rubia exacta, era más como rubia platinada, “sí, eso, rubio platinado era el tono exacto”.
Pero no recordaba su nombre, era un miembro de Slytherin compartía clases con él “cómo es posible que olvidara su…”
Sus pensamientos habían hecho que ella se olvidara de todo, incluyendo el hecho de que estaba caminando hacia su dirección; el ruido que provocó al pisar escombro hizo que volviera a la realidad “¿qué acaso nunca iban a terminar de reparar la escuela?” dijo hacia sus adentros recordando que hace unos días casi cae por una piedra en su camino hacia una de sus clases.
El ruido también hizo que el joven levantara la mirada hacia ella, y ahí viendo sus ojos grises, acuosos por las lágrimas, estuvo cien por ciento segura de quién era: Draco Malfoy; se veía muy “frágil”, totalmente diferente a como se veía siempre.
-Désolé –no sabía qué más decirle, así que se dispuso a retirarse y darle privacidad
-¿Cómo lo haces? –preguntó el rubio devolviendo su mirada al lavabo, de verdad quería saberlo
Ante la pregunta formulada Camille detuvo sus pasos justo en la puerta, extrañada y sin girarse le hizo una pregunta a él.
-¿Hacer qué?
-¿Cómo haces para que todos te tengan respeto, para que te admiren, para que… te quieran? –su voz sonaba débil, el llanto había consumido gran parte de su energía
-Creo que no te estoy entendiendo –giró lentamente su cuerpo para poder observarlo, él seguía en la misma posición
-Llevas tan poco aquí y… todos te adoran –suspiro entre temblores que agitaban su cuerpo- eres tan perfecta –esa confesión la tenía atragantada desde que la vio por primera vez pero obviamente se estaba negando en aceptarla
La francesa se quedó perpleja ante aquellas palabras: “Eres tan perfecta”, “¿Perfecta? ¿Ella?” parpadeo muchas veces sin decir ni una sola palabra, ese slytherin acababa de llamarla “Perfecta”. Según tenía entendido las serpientes eran muy egocéntricas como para dar cumplidos a los demás; pero ahí estaba él… y llorando. Una risa sarcástica pero breve salió de sus labios haciendo que el chico volteara unos minutos para verla y luego regresara a su posición inicial.
En definitiva él no entendió aquel gesto “¿Que le causaba gracia?” solo decía la verdad. Lo que se murmuraba por todos los pasillos y lo que también creía.
-No estoy ni lo más cerca de ser perfecta –quería consolarlo pero no sabía cómo hacerlo.
Nunca se encontró en situación similar, sin embargo había presenciado a un par de compañeros llorando en su sala común “Débiles” según ella; otros compañeros a diferencia de ella se acercaban a abrazarlos para que se sintieran un poco mejor. Tal vez esa era la solución “Un abrazo para calmarlo”, pero ellos no eran cercanos ni mucho menos por lo que decidió tan solo colocar su mano en el hombro del contrario y acariciarlo un poco como a una mascota.
Al sentir el tacto de la joven, Malfoy se tensó pero aquella tensión fue disminuyendo en cuanto ella empezó a mover su mano. A decir verdad parecía inexperta en el tema pero ese gesto hizo que se calmara, que sus problemas del momento desaparecieran.
-Merci – agradeció el rubio en cuanto notó que Camille estaba un poco incómoda con la situación
-De rien –sonrió como tonta ante aquella palabra, en todo el tiempo que llevaba en Hogwarts nadie se había molestado en hablarle francés, ni siquiera una simple y sencilla palabra
-Hablaba en serio cuando te decía que eres perfecta –se dio la vuelta y se apoyó en el lavamanos y cruzó sus brazos en su pecho, quería sentirse protegido aunque segundos atrás se mostrara totalmente débil.
-Yo también hablaba en serio al decirte que no lo soy – a diferencia de él, Camille cruzó sus manos por la espalda y desvió su mirada, se sentía un poco nerviosa y no sabía porqué
-Pero los demás…
-Los demás habla porque tienen boca –le cortó antes de que continuara- los demás no saben todo el tormento que tiene que llevar uno por dentro –esta vez dirigió su mirada al suelo
-Ósea que tú… -cambió su postura, soltó sus brazos y los colocó a sus costados; se encorvó un poco para poder mirarla a los ojos
-Pas précisément –respondió enseguida al ver que el joven no podía terminar su frase; retomó su compostura y se mostró fuerte derrochando arrogancia como su madre le había enseñado- pero sabemos que nadie es perfecto
Draco comprendió que no le sacaría ningún tipo de información personal, así él haya estado más expuesto que nunca. Ella no confiaba en él como para ese tipo de confidencialidades pero lograría ganársela, de eso estaba seguro.
-Vaya, veo que Draco Malfoy ya tiene nuevo paño de lágrimas- una chillona voz hizo que ambos estudiantes dieran un respingo del susto- supongo que ya no me necesitarás más –un llanto fingido y el espectro salió de su escondite
Editado: 24.06.2021