Ya habían pasado tres años desde la graduación, y ahora ya era todo un militar, con una carrera en ascenso, se había hecho conocido por varios superiores y alguno que otro noble de la zona que, con indirectas, le pedían que dejara la milicia y prestara servicios con ellos, pero él tenía la firme convicción de seguir escalando en el ejército; era la forma más segura y sin tantos riesgos de conseguir dinero para cambiar su posición social, aunque la paz entre naciones y reinos se había mantenido muchos siglos, la carrera militar era una de las mejores pagadas una vez que ascendieras.
Una noche se quedó para terminar un conteo rápido de unos bienes que habían llegado, esto le tomó más de lo que tenía previsto. Pasaron varias horas del tiempo que le correspondía su guardia, pero orgulloso de haber terminado se encaminaba a su casa cuando escuchó varios ruidos que le llamaron la atención, apretó la empuñadura de su espada y se acercó con cautela a donde provenía aquel ruido.
A lo lejos divisó que se trataba de un barco mercante que estaba arribando al puerto, con curiosidad se acercó mas para ver de qué se trataba. El que estaba supervisando aquel arribo era su capitán, a su lado se encontraba un sujeto corpulento e imponente, le llevaba más de una cabeza de porte, aunque la luz era muy tenue pudo notar que el sujeto le entregaba un pequeño cofre que el capitán revisó, desde donde se encontraba no se veía cual era el contenido, aunque se podía imaginar lo que contenía.
Rak Nha’s se quedó un momento más para ver el desembarque, lo que no le pareció nada sospechoso, o algo por lo que valiera la pena intervenir, así que, con igual sigilo que se acercó, empezó a alejarse de esa escena, su capitán le tenía buena estima y no quería que eso cambiara, pero entonces escuchó un grito que rápidamente fue ahogado, dudó en voltear por varios segundos, intentando convencerse de que era otra cosa y no lo que imaginaba, cuando volteó pudo cerciorarse de que se trataban de personas encadenadas, eran esclavos.
Respiró buscando la calma de su mente, mientras se repetía a si mismo que ese no era asunto suyo. Sus pensamientos lo distrajeron de su entorno, y fue muy tarde cuando quiso reaccionar, un par de hombres lo amenazaban con sus espadas, haciéndolo salir de su escondite.
Cuando lo empujaron delante de su capitán, este le habló como si fuera una conversación cotidiana, pero Rak Nha’s sentía una ligera nota de amenaza en la forma de hablar, al final le preguntó si quería ser parte del negocio o irse. El hombre puso un par de monedas de oro en su mano, era el pago de tres meses de sueldo, con ese dinero podría darle una mejor vida a su abuela, con ciertos lujos y sin privaciones esenciales, así que aceptó el trato.
Las embarcaciones llegaban dos o tres veces al mes, la mayor parte de esclavos eran conducidos al “paladín”, así le llamaban a una vieja y abandonada fortaleza, donde nobles de todo el continente iban a ver como los mataban o algunos a torturarlos. Esos esclavos tenían la suerte echada desde que ponían un pie en el puerto. En cambio, Rak Nha’s con cada embarcación se hacía de más dinero, empezando a llevar una vida de lujos.
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Editado: 10.08.2023