SOSPECHA

Bags salió de la estación de policía hacia su casa.

Encontrar a los Poma en su sala no le extrañó, Elías se encontraba sentado en un rincón del sillón personal, jugaba con sus manos como si se tratara de un niño castigado.

―Buen día, señores ―saludó cortés.

―Merri, sospecho que retienes a mi hija. ―Jeremías Poma fulminaba a Merri con la mirada.

Él se rascó el mechón blanco que se asomaba en contra de la gravedad producto del estrés, había olvidado teñirlo esa mañana.

― De ser así, no iría a la universidad o adonde le plazca, señor Poma ―respondió resuelto.

―Ella debe volver hoy, es el colmo que haya pasado tanto tiempo aquí, ni siquiera se ha dignado a hablarnos.

Bags sabía que la señora Poma se había mostrado cortante con su hija, lo peor había sido que le habían bloqueado la cuenta y solo era cuestión de tiempo para que eso saliera a la luz.

Por segunda vez en su vida, no sabía cómo echar a alguien indeseado de su casa.

«Son sus padres», se recordó mentalmente.

―Ya tenemos rastreadas dos cuentas a tu nombre, tienen demasiados activos para un joven oficial como tú ―intervino el general en retiro.

Aquello le arrancó una sonrisa a Merri.

Su móvil comenzó a vibrar y la llamada ingresó directo a su handsfree―. Detective Bags ―saludó.

―Merri Bastien, quisiera saber qué hace su novia en el auto de otro hombre. ¿Es parte de las relaciones libres? ―La pregunta de la mujer le arrancó la gracia del momento.

Merri cortó la llamada y apagó el aparato. Tenía algo más importante frente a sus narices.

―Lo siento, una llamada equivocada. ―Se disculpó con la madura pareja.

―Como sea, a la medida en que vives, no podrás continuar solo con tu sueldo medio Bastien, devuélvenos a nuestra hija.

Y así la pareja se retiró, sin embargo, Bags solo tenía en mente la llamada que había recibido.