''Sé quién eres y puedo hacerte daño, mucho mucho daño".
Al leer aquellas palabras, mi corazón se detuvo unos instantes. Eso solo podía significar que el autor de los crímenes conocía mi identidad y estaba dispuesto a enfrentarse a mí.
—¿Recuerdas al hombre que te dio esto? —le pregunté a mi hija, deseando que hubiera podido verlo lo suficiente como para darme una descripción de su físico.
—Era bajito y muy fuerte —respondió ella con simpleza—. Tenía un bonito suéter negro y fue muy amable conmigo.
—¿Te dijo algo más?
—Que no lo sigas, no quiere que juegues con él —bajó la mirada—. ¿Hice algo malo?
—No, princesa, pero si vuelves a verlo quiero que corras y me avises tan pronto como sea posible.
—¿Por qué? —inquirió con curiosidad.
—Tranquila, solo hazlo, quiero tener una pequeña charla con él.
Dos días después:
Le di un trago a mi vaso y volví a mirar a Fieldy, quien se hallaba de pie frente a mi escritorio. Como siempre, vestía con su gruesa gabardina negra, una camisa blanca y una corbata desajustada.
—Ese infeliz es más inteligente de lo que aparenta —se quejó—. La policía científica pasó varias horas examinando el papel y no consiguió ni una sola huella dactilar, aunque de todas maneras harán otros exámenes para asegurarse de no dejar ir ninguna pista.
—Cualquiera podría pensar que se trata de un bravucón enfermizo que comete asesinatos, pero al parecer no está completamente loco —vacié más alcohol dentro del vaso—. En fin, ¿hicieron las otras pruebas?
—Así es, y la verdad es que los resultados son decepcionantes —vi cómo mi amigo negaba con la cabeza—. Examinamos las partes de los cuerpos que se han encontrado hasta ahora, y todos poseían partículas distintas.
—¿Entonces...? —dejé la frase incompleta.
—Fueron desechados en lugares diferentes —completó él—. Probablemente por precaución, lo que expande nuestro rango de búsqueda a prácticamente toda la ciudad.
—Debe haber algún patrón, un sitio recurrente o cualquier otra cosa que nos permita sacar conclusiones.
—Lo único en lo que coinciden los restos es en que todas las víctimas vivieron o pasaron gran parte de sus vidas en la ciudad —Fieldy se encogió de hombros—. Sea como sea, nuestro radio de búsqueda sigue siendo bastante amplio.
—Y eso no significa que el asesino habite en áreas urbanas, bien puede ser un campesino que mata a quienes cruzan su propiedad, o un mochilero que vio la oportunidad de cometer sus fechorías y luego seguir su camino —volví a beber—. No sería la primera vez en ninguno de los dos casos.
—Lo de campesino podríamos descartarlo, a pesar de todo lo que dije, no conseguimos partículas de polen ni nada que pudiera dar a entender que los crímenes se perpetraron en el campo, o que las armas se usaron al aire libre.
—Eso es un avance, y ahora que lo mencionas, ¿han investigado qué pudo haber causado las heridas en los cuerpos?
—Solamente en los tres que pudimos identificar, habían muescas de un cuchillo de sierra, un bisturí y un hacha, aunque debemos seguir investigando para tener resultados más exactos.
Le eché un vistazo rápido a la hoja que estaba sobre mi escritorio y volví a mirar a Fieldy.
—En otras palabras, comete sus crímenes en un sitio cerrado, donde puede que guarde las herramientas.
—Parece ser la conclusión más lógica, quería ver si pensabas lo mismo —se acarició la barbilla con los dedos índice y medio—. También mencionaste que Amy pudo verlo, ¿no?
—Así es, pero no dio demasiados detalles ni hubo más testigos del encuentro; tal vez el tipo supiera que intentaríamos obtener una descripción exacta —hice una breve pausa—. Aunque tengo una idea.
—¿Qué propones?
—Asignar una patrulla a la escuela de Amanda y fijarnos quién se acerca a ella, puede que así atrapemos a nuestro asesino con las manos en la masa.
—Suena bastante lógico, me encargaré de eso hoy mismo...
—Hay otra cosa —lo interrumpí—. Me gustaría hablar con el equipo de investigación personalmente, quiero que me den detalles específicos.
—Creí que te bastaba con los informes, generalmente resuelves los casos así —Fieldy se rascó la nuca.
—Generalmente tenemos evidencia, cuerpos y un patrón a seguir —bebí otro trago—. Este tipo es, sin temor a equivocarme, lo más confuso y espeluznante con lo que he podido toparme en mi carrera.
—No lo dudo, el hecho de que ni siquiera tengamos algo que investigar hace que todo se complique —suspiró—. No te imaginas lo difícil que es ser el jefe de la policía y tener que admitir que las probabilidades de encontrar al culpable son prácticamente nulas.
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Editado: 23.02.2018