A pesar de que no funcionó a la perfección, la estrategia del psicópata había logrado una de sus metas principales: meterse en la mente del detective. Por supuesto, más temprano que tarde se daría cuenta de que aquel dedo no pertenecía su hija, pero eso no reduciría el impacto inicial de haberlo recibido por correo.
Gracias a esto, Coil decidió concederle una breve entrevista a un par de periodistas que esperaban fuera de su oficina, terminando así en el encabezado del siguiente periódico. "No importa qué tan meticuloso seas, te voy a encontrar", declaró el detective.
El sonido del timbre hizo que Jake abandonara la lectura del periódico, dejara su taza de café negro en la mesa y caminara en dirección a la puerta. Sin embargo, al abrirla, se dio cuenta de que había cometido un terrible error. Frente a él se hallaban el detective Adam Coil y dos agentes de policía armados.
¿Lo habrían descubierto? ¿Tenían suficientes pruebas como para culparlo? Y peor aún, si se lo llevaban, ¿qué pasaría con Emma? ¿Cómo iba a cuidarla? Miles de pensamientos lo bombardearon, y el hombre sintió un fuerte escalofrío bajándole por la espalda.
—Jake Koehler, tenemos una orden de interrogatorio para ti, tendrás que acompañarnos —indicó uno de los agentes, enseñándole un documento firmado y sellado por el tribunal de Londres.
—Esto debe ser un error, señores —el psicópata levantó ambas manos en un gesto conciliador—. Soy un ciudadano respetuoso de la ley, pago mis impuestos, y como de seguro pueden corroborar, no tengo antecedentes penales de ningún tipo.
—Supongo que por eso huiste de mí el otro día —espetó Coil—. Si no tienes nada que ocultar, ven con nosotros.
—Tengo derecho a un abogado —contraatacó el hombre—. Hasta que no tengan uno, me niego a hablar.
En ese momento, Emma apareció junto a él, miró con disgusto a los visitantes y cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Qué se les ofrece? —preguntó la chica, dirigiendo la mirada hacia el detective.
—Tenemos una orden judicial para interrogar al señor Koehler, venimos a notificarle y llevarlo a la comisaría —respondió uno de los oficiales.
—Creo que ya lo escucharon, señores, no va a hablar sin un abogado.
—Está en su derecho, al igual que nosotros a arrestarla por obstrucción a la justicia —Coil le hizo una seña a sus acompañantes, y mientras uno sacaba las esposas de su cinturón, el otro sostenía su arma, preparado para cualquier resistencia.
Sin embargo, antes de que pudieran hacer nada, el hombre se interpuso entre ellos y su prometida.
—¿Qué? ¿Cómo te atreves? —Jake sintió cómo una inmensa ira invadía su cuerpo—. Ella no hizo nada.
—Interrumpió el desarrollo normal de nuestros trabajos, lo que es suficiente para condenarla por obstrucción a la justicia —el detective esbozó una sonrisa—. A menos, claro, que podamos resolver las cosas de otra manera.
—Sé lo que quieres —el psicópata estaba librando una batalla interna para no romperle el cuello a los tres sujetos que tenía al frente—. Quiero garantía de que si acepto ser interrogado la dejarán ir.
—Tenemos un trato —Coil forzó una sonrisa, y ambos agentes volvieron a sus posiciones—. Acompáñanos, por favor.
El detective se dejó caer sobre la silla de la sala de interrogatorios, tiró una carpeta sobre la mesa que se interponía entre él y Jake, extrajo tres fotografías de ella, y se las extendió al psicópata. Eran únicas tres víctimas que lograron identificar desde que empezó la ola de asesinatos.
—¿Y bien? —Coil entrelazó los dedos de sus manos.
—No he matado a nadie, si eso es lo que quieres saber —dijo el hombre a secas.
—Prácticamente todos los amigos y familiares de esos tres chicos están seguros de que tuviste algo que ver con sus muertes, eso no puede ser una simple casualidad.
—Tenían montones de enemigos, ¿qué les garantiza que haya sido yo y no uno de ellos?
—El hecho de que todos los entrevistados afirmaron que tú eras el principal, además de que tienes buenos motivos —el detective colocó las manos sobre la mesa—. Ellos intentaron dañar a tu prometida, ¿no es cierto? Planeaban asesinarla por pura envidia y decidiste darles su merecido antes de que pudieran hacerlo.
—Suena muy fácil en la teoría, pero son solo especulaciones, y a menos que tengan pruebas contundentes de lo que dicen, planeo volver a casa con mi chica.
—Será cuestión de tiempo hasta que las hallemos, así que te aconsejaría cooperar con la investigación. A menos, claro, que tengas algo que ocultar.
—No dudes que seguiré colaborando, aunque como dije hace rato, exijo un abogado —cortó Jake, cruzando los brazos—, y no diré otra palabra hasta que esté aquí presente.
La expresión de Coil se tornó seria, y Koehler supo en seguida que había dado en el punto, haciendo que la investigación se retrasara un poco más.
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Editado: 23.02.2018