Realities | Draco Malfoy

Capítulo 31

𝕽| 𝒄. ₀₃₁
—𝓒.𝓑─

George se llevó un dedo a los labios y precedió de puntillas; pasamos por delante de un par de largas y apolilladas cortinas, detrás de las cuales supuse que debía de haber otra puerta, y tras esquivar un gran paragüero que parecía hecho con la pierna cortada de un trol, empezamos a subir la oscura escalera y pasamos junto a una hilera de cabezas reducidas montadas en placas, colgadas en la pared. Las miré de cerca y vi que las cabezas eran de elfos domésticos. Todos tenían la misma nariz en forma de hocico.

Mi perplejidad iba en aumento a cada paso que daba. ¿Qué demonios hacían ellos en una casa que parecía la del más tenebroso de los magos?

—¿Por qué...?

—Vieja tradición de los Black, según Sirius —susurró George cuando terminamos de subir aquel tramo tramo—. No te imaginas todo lo que encontramos a medida que volvíamos esta pocilga en un lugar habitable.

—Ya lo creo... —reí por lo bajo.

—Mi habitación está en el siguiente piso —volvió a susurrar, tomándome de la cintura y guiándome por otro tramo de escaleras.

¿Su habitación?

Al momento de llegar, crucé el lúgubre rellano, George giró el pomo de la puerta, que tenía forma de cabeza de serpiente, y la abrió.

Vislumbré una habitación sombría con el techo alto y dos camas gemelas. El sonido de la puerta cerrándose me hizo dar un brinco del susto; volteé hacia George, quien me rodeó y fue hacia la cama más cercana, sentándose sobre ella y palmeando el colchón para que tomase asiento a su lado.

Se valiente, Camila.

Al carajo, soy Slytherin, no Gryffindor.

Haciendo caso a la invitación de George, tomé asiento a su lado; al momento de hacerlo, fue como si el telón cayera y dejara al aire la incomodad del ambiente, y las preguntas nadando a nuestro alrededor esperando ser cogidas por alguno de los dos.

—¿Qué tal las vacaciones? —preguntó entonces.

Bajé la mirada hacia el edredón que cubría la cama y empecé a tirar de rebeldes hilos que salían de esta.

—Increíbles —musité sonriendo cabizbaja.

—Tú también irradias belleza —respondió Draco, sin apartar la mirada de mí.

Su sonrisa era única, algo que nunca antes había visto en él. No pude evitar soltar una risa nerviosa ante la presencia de Draco. Una sensación inexplicable se apoderó de mi pecho, envolviéndome en una cálida emoción mientras me permitía disfrutar de ese momento.

—¿Crees que soy gracioso? —preguntó Draco, arqueando una ceja y acercándose peligrosamente.

Mi respiración se volvió pesada y mi mirada se desvió nuevamente hacia sus labios.

¿Iba a besarme?

Sin embargo, en lugar de eso, sus manos se movieron rápidamente sobre mi cintura. Me retorcí en el césped mientras soltaba risas llenas de alegría. Sentirlo tan cerca y reír como si todo estuviera perfectamente bien. Pretender que todo es perfecto es algo a lo que nos hemos acostumbrado.

—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que te ves cuando te sonrojas?

Sin darme cuenta, me encontré sonriendo tontamente, mientras un cálido rubor se apoderaba de mi rostro. Sin embargo, cuando alzé la mirada, no fueron sus hermosos ojos grises los que encontré, sino unos marrones que me observaban de una manera que me hizo sentir vulnerable y avergonzada por haber pensado en alguien más.

—No —negué con la cabeza, volviendo a bajar la mirada y soltando un suspiro. Era necesario abordar este asunto— Creo que debemos..

—... hablar, sí —terminó la frase por mí. Al alzar la mirada, noté cómo su expresión cambiaba por completo. Ya no mostraba una sonrisa ni parecía seguro sobre cuál sería el siguiente paso—. Comienza.

Solté un largo suspiro y asentí, preparándome para lo que estaba a punto de decir. Sabía que después de esto, tendría que alejarme de inmediato. No podría soportar mirarlo a los ojos después de lo que iba a confesar. Ni a él ni a nadie más.

—Durante estas semanas... —hice una pausa.

¿Debería compartir todos los detalles? No, eso sería devastador para alguien que había estado esperándome mientras yo comenzaba a tener sentimientos por alguien a quien me había prometido alejar.

—Eres un joven encantador, George, y creo que si nos hubiéramos conocido mejor...

—Pero eso lo haremos, ¿verdad? —rió—. Sigo adelante con mi propuesta y me gustaría invitarte a algunas citas para que podamos conocernos mejor.

Sus manos encontraron las mías, tomándolas y dejando un beso en una de ellas. Sus ojos reflejaban felicidad, lo cual me llenó de culpa. Sabía que esto era moralmente cuestionable.

—Besé a Draco, tuvimos varias citas... Oh, y pasamos muchas noches juntos; ¿realmente quieres salir conmigo?

Sin embargo, las palabras nunca salieron de mi boca.

Simplemente asentí y permití que George me abrazara, consciente de que estaba depositando su confianza en mí, una confianza que ya había traicionado.

Se sentía horrible querer que sus brazos fueran los de él. Se sentía horrible ser yo.

A la mañana siguiente, me levanté con la charla matutina que Hermione y Ginny solían tener, al parecer hablando de cosas triviales. Luego de saludarnos, las acompañé hacia las cocinas cuando terminé de asearme y cambiarme de atuendo.

—... pero llevas todo el verano estudiando, Hermione, un poco de distracción no te vendría mal —seguía aconsejándole Ginny, pero la respuesta de Hermione era la misma.

—¡Caramba, Ginny! Son los TIMOS, ya tuve suficiente distracción... y no estudio todo el tiempo, también estoy con ustedes —se defendió con las mejillas sonrosadas.

Guardamos silencio en el mismo lugar en que George me pidió que no hiciera algún ruido, puesto que, al parecer había un retrato encantado de la madre de Sirius, y no era muy amigable que digamos. Al llegar a la cocina, el panorama me causó paz; Tonks, Remus Lupin, Arthur Weasley y Sirius Black se hallaban desayunando, alguno de ellos con un periódico en la mano. Alastor Moody iba saliendo de allí, hasta que su ojo mágico fue rápidamente hacia mí y me observo con detenimiento, para luego decir:—¡Nuestra otra celebridad ya despertó! – una risa sarcástica salió de su boca y continuó su camino.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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