Realities | Draco Malfoy

Capítulo 39

𝕽| 𝒄. ₀₃₉
—𝓒.𝓑─

El segundo día de la semana transcurrió con calma y de cierta forma, lo sentí menos atareado que otros, aunque mi cabeza no parara de trabajar. Empezaba a sentir confundida acerca de todo y cada vez perdía más las esperanzas de apaciguar las cosas con Draco.

El clima nuevamente pareció alinearse con mis emociones a lo largo del día, y a las siete con diez, me encontraba caminando hasta el campo de quidditch para el entrenamiento de Gryffindor, quedé empapada en cuestión de minutos. El cielo estaba gris oscuro y tormentoso, sentí un gran alivio cuando llegué a los vestuarios, cálidos e iluminados, pese a saber que la tregua sólo era pasajera.

De allí salía todo el equipo y apenas alcancé a intercambiar unas cuantas palabras con George antes de ir hacia las gradas con mejor vista bajo las pesadas miradas de los equipo contrario e intervenciones de la capitana, Angelina Johnson.

Inflé mis mejillas y lancé un hechizo de sacado contra mi ropa, rápidamente conjurando un paraguas que salió de la punta de mi varita con aspecto apenas visible pero eficaz. Me sentí afortunada de mi posición ya que el equipo de Gryffindor parecía no pasarla nada bien; luchaban contra el fuerte viento y neblina, que naturalmente, no permitía ver absolutamente nada del campo (ni siquiera a los jugadores).

Un recuerdo fugaz de mi primer partido de quidditch luego de un largo tiempo golpeó mi cabeza; todo era tan diferente, desde el clima hasta las situaciones. Se supone que llevaba preparándome por meses para afrontar las consecuencias de mis actos, sin embargo, terminé haciendo todo lo contrario. A diario me cuestionaba si esto era lo correcto, a pesar de haber logrado sobrevivir más de un mes desde que iniciaron las clases y comencé una relación con George Weasley.

Nunca quise alejarme de Draco, aunque hice nada para evitarlo... y él no luchó lo suficiente para hacerlo. Sí, también pensaba mucho en lo sucedido entre ambos, las palabras casi prometidas y el verano que se escabulló entre mis manos — pensaba en todo lo que dijo y en si tomé la decisión correcta... todo apuntaba a que sí. Draco nunca me dio una respuesta clara ante el mayor inconveniente de nuestros problemas: las nuestras entre nosotros; normalmente tenía la misma respuesta y me bastaba con sus acciones para sacar desmenuzar lo que ocurriría, pero me atreví a ignorarlo durante gran parte del verano y simplemente disfruté de la situación.

Ahora mismo me arrepentirá; no había momento en el que no deseara que fuera él a quien llamo mi novio.

De cierta forma, todo esto lo hice por mi bienestar, aunque me arrepintiera cada maldito segundo y llegara a detestarme... pero tenía que recordarlo: Draco no hizo nada para cambiar, lo que pasamos no fue suficiente; esa es la cruel realidad.

George pasó volando cerca de mí, lo cual me causó sorpresa ya que apenas se podía ver a algún otro jugador.

—¡Hola! —saludó con el bate de golpeador, dando una vuelta y perdiéndose entre el pesado clima.

La capitana insistió durante casi una hora antes de admitir la derrota. Acompañó al empapado y contrariado equipo a los vestuarios en donde ya me encontraba esperando a George.

—Hola —musité como devolviéndole el saludo.

—Hola, hermosa —volteó hacia Fred y otros miembros del equipo e hizo un ademán con la cabeza; éstos se metieron a los vestidores en fila—. ¿Por qué llorabas?

—¿Qué? —reí confundida. George se limitó a tomarme de la cintura y acercarme a él, posando su mentón sobre mi cabeza en cuanto le correspondí el abrazo.

—Me pareció verte llorar en las gradas —musitó finalmente, deshaciendo el abrazo.

¿Por qué lloraba?
Oh sí, por Draco.

A este punto ya no creía volver a tener un curso normal — por lo menos no por ahora.

Mi respiración se hizo pesada y negué con la cabeza rápidamente, pensando en una excusa rápida. Su mano bajó lentamente y descansó sobre mi brazo. No había notado lo cerca que estaba de mí, hasta que sentí respiración chocar con la mía.

Por favor, no lo hagas.

Pero mis peticiones no fueron oídas. Sus labios tocaron los míos con delicadeza, sin algún otro movimiento. A pesar de que eran suaves y cálidos, los sentía tan vacíos. No necesita de su calor, necesitaba la de él. Y dolía terriblemente pensar en Draco cuando era otro quien estaba besándome.

Realmente necesitaba a Draco.

Volví a sentir su mano en mi mejilla limpiar otra lagrima, aprovechando la cercanía para hacerse espacio en mi boca y abrirla lentamente. Era difícil tratar de adaptarse a unas caricias desconocidas, a unos besos que no irradiaban ese efecto que necesitaba.

Se sentía mal pensar mí — pensar en lo que quería.

¿Por qué Draco dijo que sería fácil? Hacerlo no ocasionaba más que silenciosos lamentos durante las noches, y sonrisas falsas durante el día; pretendiendo sentir algo que no siento.
Era sumamente doloroso aceptar que lo quería, quería a Draco... pero ¿por qué justo ahora? ¿Por qué cuando ya no eran sus labios los que me besaban? ¿Por qué cuando ya no eran sus manos las que recorrían mi piel?

¿Por qué duele tanto si esto fue lo que yo decidí?

—¡George, no puedes traer a tu novia al entrenamiento y luego hacer esto! —Angelina estaba parada tras nosotros con los brazos cruzados, seguida de algunos jugadores que reían por lo bajo e intercambiaban murmullos—. ¿Y ella por qué llora?

De regreso a mi sala común, no encontré a muchos de mis amigos allí a excepción de Theo y Blaise. Saqué mis libros de Encantamientos y me puse a terminar una redacción, aunque lo único que hacía era fingir que estaba concentrada para evitar la presencia de los muchachos, que cada vez se volvía incómoda.

¿Mencioné que empecé a distanciarme de ellos?

Claro, pero no todo estaba a mi favor siempre; ambos muchachos se acercaron a paso lento, arrodillándose para quedar a la altura de la pequeña mesa en la que me encontraba realizando mis tareas.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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