Realities | Draco Malfoy

Capítulo 51

𝕽| 𝒄. ₀₅₁
—𝓒.𝓑─

Cuando la Víspera de Navidad llegó a la mansión Bellerose, llenó el ambiente con una alegría y paz tan singular que solo estas épocas del año pueden generar. Los recuerdos de la infancia se convirtieron en un detonador esencial en la familia, y mis tíos no dejaron pasar la oportunidad de compartir anécdotas y reír con ternura ante la inocencia que solíamos tener en ciertas edades. La nostalgia envolvía cada rincón de la casa, y aunque el tiempo había transcurrido y las circunstancias habían cambiado, en ese momento parecía que el espíritu navideño había traído consigo una conexión profunda y eterna entre todos nosotros.

—Hemos pasado por tanto, y sin embargo, aquí nos encontramos: reunidos para recibir un nuevo año y disfrutar de estas encantadoras fechas con quienes más amamos —dijo Nikolai, alzando su copa hacia el centro de la mesa—. Un brindis por...

—¡Nik, aún no es Nochebuena! —intervino Kendra rápidamente, notándose ofendida por su error y con un toque de humor en su tono.

Era evidente que los Archibald realmente adoraban la Navidad, y no los culpaba. ¿Quién no podía disfrutar de un buen chocolate caliente en contraste con estas frías épocas? El invierno tenía ese toque particular cuando se trataba de Navidad; esa energía abrazadora te llenaba de un sentimiento único en el mundo. Eran tiempos hermosos para pasar en familia, y estaba agradecida de que, aunque mi vida se sintiera como un completo desastre, tenía personas que se preocupaban por mí y me brindaban su apoyo en momentos difíciles.

—Pero quiero brindar por la...

Familia —completó mi madre, haciendo una imitación bastante pobre de él. Todos en la mesa rieron—. Últimamente recuerdo tus palabras, Nik.

—¿Cuáles? —preguntó su mellizo con curiosidad. Recargando su peso sobre los codos.

—La familia es poder.

Una pequeña sonrisita se formó en su rostro, más gentil que otras veces. Tras dar un sorbo a su copa de vino, decidió responderle.

—Porque lo es —afirmó, inclinando la cabeza—. La familia es nuestra mayor fortaleza; el amor, la lealtad, eso es poder. Eso te ofrece una familia.

—Oh Nik, te escuché decir eso toda mi vida que hasta en sueños lo oigo —bromeó Kendra, poniendo los ojos en blanco— pero tienes mucha razón, hermano; la unión y el singular lazo que compartimos ha sido clave para vencer cada adversidad que amenazó con destruirnos.

—Brindemos por nuestra familia —propuso mi padre entonces, levantándose de su silla y llevando su copa hacia el centro— Que, a pesar de los altibajos, permanece unida hoy más que nunca.

Era un momento ameno, del que estaba segura que añoraría cuando acabe. Valoraba el esfuerzo que cada uno hacía por pretender que nuestras vidas no estaban a punto de desmoronarse. Ellos realmente se esforzaron por crear un ambiente hermoso para mí. Cada uno de ellos.

Hace tan solo unas horas pude oír con claridad cómo mis padres les informaban detalladamente sobre la situación, y pedían que hicieran de mi estadía en casa una de las mejores. Me conmovió escuchar cómo se preocupaban por mi bienestar y trataban de protegerme de lo que se avecinaba. Sus palabras me recordaron la fragilidad de mi situación y la necesidad de cuidarme, porque, como dijo Josephine, "es solo una niña".

Las lágrimas no tardaron en acumularse en mis ojos, recorriendo mi cuerpo con una sensación desgarradora. Me sentía cansada de repetir lo agotada que estaba de todo esto, de anhelar una vida normal. Me consumía la envidia hacia los demás, hacia sus problemas triviales e insignificantes, sus preocupaciones por chicos o qué usar en la noche. Deseaba que mis problemas se redujeran a mi vida amorosa, que merecieran toda la atención del mundo. Las tonterías que ocupaban mi mente hace algunos meses no se comparaban en nada con lo que estaba viviendo en la actualidad.

En aquel momento, sentía que mi mundo se desmoronaba frente a mí; y ahora mismo, se estaba desmoronando. Toda mi vida se resumía en una profecía de la cual desconocía los detalles, pero tenía una pequeña idea de qué se trataba. La sombra de un destino incierto se cernía sobre mí, como una espada de Damocles amenazante. Sabía que había algo más grande en juego, algo que trascendía mis preocupaciones adolescentes y ponía en peligro todo lo que amaba.

Me sentí impotente y vulnerable, como si estuviera atrapada en un juego en el que no había pedido participar. La sensación de tener un destino predeterminado era abrumadora y me llenaba de miedo. Quería aferrarme a la normalidad y a la simplicidad de la vida cotidiana, pero parecía que eso se escapaba de mis manos.

Elle, respira profundo —escuché la voz de mamá, confundiéndome por completo al mirarla.

Pero al abrir los ojos, entendí por qué me lo decía.

Todo a mi alrededor parecía girar, y de forma muy literal. La habitación parecía inclinarse y los objetos se movían de un lado a otro, como si estuvieran bajo el efecto de una extraña fuerza gravitacional. Mi cabeza se llenó de mareo y desorientación, como si estuviera siendo arrastrada por una corriente invisible.

Traté de mantener la calma, respirando profundamente como me había indicado mi madre. Cerré los ojos e intenté encontrar mi centro, concentrándome en mi respiración y bloqueando los estímulos caóticos que me rodeaban. Fue un desafío, pero poco a poco logré recuperar cierta estabilidad.

—Tranquila. Todo está bien, cariño, ¿de acuerdo? Solo respira y mantén la calma —me pidió lentamente. Podía percibir el miedo en su voz y la desesperación en su mirada. No tenía ni idea de cómo manejar esta situación. Y mucho menos yo.

Las luces comenzaron a parpadear, trayéndome de vuelta el recuerdo que tanto me esforzaba por olvidar en aquel pasillo. La sangre que corría por mi cuerpo y la sensación de asfixia fueron traumáticas. Se sentía igual que aquella vez.

A medida que me daba cuenta de la situación en la que me encontraba, todo se volvía cada vez más peligroso. La ventisca que se generó se volvía pesada, y solo el pensamiento de que podría causar algún daño físico la intensificaba. No podía discernir si era provocada por el miedo o por las emociones tan intensas que sentía. Reconocía que me estaba perdiendo el control, pero tampoco era algo que pudiera evitar. Regresar a casa había tenido un efecto positivo en mí, al menos en parte.



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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