He respirado hondo unas cinco veces hasta llegar a casa, a Price se le ha olvidado la daga que nuestro padre le dio, si ella no se la llevó prefiero quedármela yo.
Toco todo por última vez, recorro la casa vacía ya que papá y mamá probablemente tarden en volver. Siento muchas ganas de llorar porque aquí está todo lo vivido con mi hermana.
Después de recoger lo dicho y dejar en orden todo, me dispongo a salir para no volver jamás.
—Así que la Lady ha decidido tomar su camino —el sarcasmo en la voz de mamá me hace detenerme, le estoy dando la espalda, no quiero verla ahora.
—Sí, me marcho de aquí —digo sin remordimientos, tampoco mido el impacto de mis palabras—. No soporto más estar bajos tus órdenes ridículas y tener que pagar el alto precio de que me cases con una persona que no quiero.
—¡Eres una insolente! —la velocidad con la que se acerca su mano a mi mejilla me hace cerrar los ojos.
No ha pasado nada.
Papá la ha detenido antes de que su dura mano se estrella contra mí, preocupado, me ha alejado de ella.
—No me permitiré que toques a nuestra hija —se ha enojado, me ha puesto atrás de él.
—Pues vete con tus hijas entonces, ¡todos son unos reverendos inútiles! —mi madre ha escupido con rabia lo último.
Pasando por nuestro lado, me ha tomado del brazo y ha empezado a ultrajarme haciendo que mi espalda golpee contra la pared. La fuerza y rabia de mamá es inmensa que papá no ha podido separarla.
Le he dado una patada, con eso me ha soltado para salir corriendo de ahí. Mis brazos tenían rasguños, parecía que su agarre se iba a transformar en color violeta.
Un “hija, espera por favor” se escucha a lo lejos, papá quiere detenerme.
Me canso, corrí bastante captando las miradas del pueblo preguntándose que me había llevado a aquello. Mis pies se han detenido cerca del mercado.
—Abela necesito preguntarte algo —mi padre jadea, se sostiene de sus rodillas—, ¿dónde está Price? ¿irá contigo? ¿por qué no están juntas ahora?
—Price no está conmigo padre —respondo tragándome el llanto que me provocan las preguntas.
Su rostro permanece inexpresivo, parecía no entender mi respuesta.
—Creo… creo que no te entendí bien hija… tal vez no te escuché bien… ¿dónde está Price?
—Ya te dije que conmigo no está —me pongo a la defensiva.
Se acerca de forma amenazante, sabe que hice algo sumamente patético y peligroso ante sus ojos.
—Por última vez va mi pregunta Abela, ¿dónde está Price? —me sostiene de ambos brazos sacudiéndome mientras hace su pregunta.
—Se fue con el profesor Raphael —le respondo sin más—. No sé a donde fueron, si supiera de todas formas tampoco se los diría, lo que querían hacer es imperdonable.
Mi padre me suelta, sus ojos están fijos en el piso mientras retrocedo despacio. Esta noticia lo ha sacudido.
Una bofetada inesperada cae sobre mi mejilla tirándome al suelo, la fuerza de esta hace que quede con el rostro hacia un lado sin poder procesar lo que acaba de hacer mi padre.
—¡¿Cómo te atreviste a dejar a mi hija con ese?! —él me grita, me levanta de un brazo para volver a sacudirme— ¡Price tiene dieciséis años Abela! ¡dieciséis años! ¡la enviaste con un hombre nueve años mayor ella y no sabes más datos por tu terquedad!
No me atrevía a llorar frente a él, deseaba poder zafarme, pero solo me lastimaba más.
—¡Ojalá te hubiera vendido cuando tu madre me lo dijo! —me grita—. Eres una mala persona, eres egoísta y una pésima hermana.
—¡Ya suéltame!
—¡Voy a matarte yo mismo si no me dices dónde está Price!
Le pego en los testículos con mi rodilla, lo dejo adolorido tirado en el piso y sigo con mi huida.
Lo hice por el bien de Price.
En algún momento la buscaré.
No pienso a donde voy, no tengo a donde ir, una de mis opciones es la antigua casa del profesor, pero decido alejarme, no quiero me descubran y me lleven con ellos.
Llego a las afueras de Irsac, cuando trato de pasar al bosque y seguirme alejando una fuerza extraña me lo impide, es como si una burbuja gigante que no se rompe no me permite avanzar. Cuando una parte de mi mano parece que logra entrar, de la nada todo se desvanece a mi alrededor haciendo que llegue a las afueras del castillo.
Miro a mi alrededor, me siento confundida por como llegue aquí. Cuando mis ojos se posan en una de las torres, veo una figura conocida que inmediatamente se da la vuelta sin dejarse ver a más detalle.
No tengo más opción, emprendo mi camino hacia la casa del profesor.