PARTE UNO
5 días después
Estoy sentada en la que ahora será mi nueva habitación, todo se siente tan frío y sin vida. Miro cada rincón tratando de encontrar algo que pueda hacer brotar una sonrisa, pero mientras más me esfuerzo el enojo me gana.
He terminado en esta situación por mi culpa.
Quienes eran las sirvientas de la reina ahora me vestían y arreglaban, pasarían a estar a mis órdenes dentro de poco.
Ninguna parecía querer mirarme a los ojos, susurraban entre sí y luego volvían a tener su rostro inexpresivo queriendo decirme algo, no consiguieron que lograra adivinar que era.
La seda del vestido no era nada incómoda, aunque las joyas, adornos para el cabello y el aroma a ámbar que según era el favorito del príncipe gritaban que no pertenecía a este lugar.
Respiro hondo, me repito que estoy haciendo esto por mi familia, mis padres y Price. Es curioso ver pese a cómo me gritaron tantas cosas feas papá y mamá yo estoy salvándoles el pellejo sin rechistar.
Todos estos días he permanecido en silencio viendo las horas pasar. Como, duermo y hago las cosas mientras pienso que lo mejor era que escapara, que ella me ayudara a escapar.
Pero mis padres… Pierre es un maldito.
—¿Ya está lista? —la voz de Rushkin traspasa la puerta y su pregunta no ayuda en lo absoluto.
La tensión se siente en el aire.
Cuando una de las sirvientas termina por apretarme el vestido vuelvo a respirar hondo sabiendo lo que de ahora en adelante me espera.
“Espero que sea una buena esposa para el príncipe, se ve que no ha recibido educación”
“La reina no estuviera contenta si la viera”
“El príncipe Pierre la había tenido encerrada, según, porque es una mujer agresiva”
“No les llega a los talones a ninguna reina que ha pisado este castillo”
“Ahora el príncipe tendrá que aprender a domesticarla”
“¿De dónde salió esta muchacha?”
“No sé si sentir lástima por el príncipe o por ella”
“Ya no tiene edad para casarse, ¿qué hace el príncipe queriendo a una pueblerina como esta?”
“Si no la tomaron antes por esposa, en este momento debe agradecer de rodillas al príncipe por haberla tomado en cuenta”
“Hay mejores que ella, se ha tomado una decisión apresurada por casarse”
Tantas preguntas y palabras que eran como cuchillos afilados iban dirigidos hacia mí; sus ojos, sus gestos de desprecio y risas desagradables son lo que nunca voy a olvidar. Me odié demasiado por haber entrado en esa sala.
Con la habitación abarrotada, busco sin desesperarme a Dalena que dijo estar desde temprano para protegerme ahora que pasaré a manos de Pierre. Mi suerte ya está echada.
Lo veo de pie esperándome, finge ser feliz, cuando los dos sabemos que su ira y amenazas prevalecen.
Dalena llama mi atención diciendo con gestos que sonría un poco.
¿Cómo iba a sonreír sabiendo que mis padres están encerrados?
Me era inútil sonreír, eso no salvará a mis padres de las manos y horrores que Pierre tenía en mente si “desobedecía”.
A mí jamás me ha gustado obedecer, con esto sé que he empezado mal.
La boda comienza y termino por aceptar de que este es el inicio de un fin.
—Pierre se ha casado contigo por la deshonra que tiene ahora por “tu culpa”, no entiendo bien como pasaron las cosas, pero sólo esfuérzate por ser buena con él… la muerte de la reina todavía lo tiene mal —Dalena me sonríe y me abraza, ella no tiene nada que ver en esto.
Ahora que soy una reina, tengo que poner todos mis sentidos y estar alerta a lo que pase a mi alrededor. No vaya a ser que eso sea un motivo para que la daga se acerque al cuello de mis padres.
—Me gusta que no estés tan rebelde ya —intento mirar hacia otro lado, si tan solo supiera lo que me ha costado-. Hice prometer a Pierre que te cuidara y sea decente contigo, el pueblo cree que estás viviendo tu cuento de hadas… tienen el pensamiento de que gobernarán bien a Irsac y serán felices por siempre.
“Serán felices por siempre”, claro, de la forma en la que nos llevamos seremos “infelices por siempre”.
Vaya pensamiento de mierda el de las muchachas del pueblo.
Ya se acerca el momento en que tendría que quedarme a solas con Pierre, las nauseas se presentaban cuando lo pensaba. Intente callar ese pensamiento, aunque tampoco podía encerrarme en el cuarto necesitaba quedarme por otro lugar rodeada de personas sin importar si era de su agrado o no.
—Dalena retírate en este momento de la habitación, —Pierre se arremangaba la camisa, su mirada se alternaba entre ella y yo— Abela me necesita ahora que soy su esposo —la sonrisa macabra que se formó cuando terminó de decir eso estoy segura de que ella no la vio.
—Antes de que me vaya quiero darle un regalo a nuestra nueva reina —sonríe intentando mejorar el ambiente, sabe que nada bueno cruza por la cabeza de Pierre.
Dalena me toma de la mano y juntas nos dirigimos al jardín, todo está iluminado y muchas flores están en el piso dando la impresión de estar en un mundo alterno, no existe Pierre, no existe maldad.
—Este era uno de los lugares favoritos de la madre de Pierre, me atrevo a decir que el número dos.
—¿Y el número uno?
Ella se encoje de hombros —probablemente ese primer lugar era estar a lado de Pierre, estar en cualquier lugar junto a su único hijo lo convertía en el número uno—