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**AARON**
Después de pasar horas contemplando la luna en su máximo esplendor, no he podido evitar que mis pensamientos vaguen por ella, aquella misteriosa figura que encendió una chispa en mi alma. La imagen de su rostro se ha quedado grabada en mi mente, y la frustración me roba el aliento. Desearía volver a verla, pero en este momento, tengo el corazón lleno de arrepentimientos: no le pedí su número, ni un simple medio de contacto que me permitiera comunicarme con ella. ¡Rayos! Debí haberlo hecho para que no tuviera que sufrir con la incertidumbre de no saber cuándo podré volver a mirarla a los ojos.
Mientras ese torbellino de emociones me atrapa, mi mejor amigo se asoma por el balcón, sacándome de mi ensimismamiento.
—¿Aaron, qué haces ahí parado? —me pregunta con tono inquisitivo.
—Oye, reacciona. —Noto un atisbo de preocupación en su voz. Por un instante quise ignorar su pregunta, pero al final respondo con una media sonrisa, tratando de cubrir el volcán de emociones que agita mi interior.
—Nada, sólo estaba pensando en un par de cosas. —Y aunque intento ocultar mis verdaderos sentimientos, la risa que se escapa de mis labios traiciona mi fachada.
—Quiero que vayas a buscar a tu luna, para que yo también pueda encontrar a la mía. —Su tono es medio nostálgico, y aunque entiendo su anhelo, la noticia que me rebosa de alegría podría cambiarle el semblante al instante.
—Mmm, no iré a buscarla —dijo con un semblante serio, haciendo un esfuerzo por fingir indiferencia hacia el tema que tanto me obsesiona.
El simple hecho de ver su expresión desesperada me hace estallar en carcajadas.
—Tengo una buena noticia. Mmm, ¿cómo te lo digo? —hago pausas dramáticas, disfrutando de su ansiedad.
—Dime de una vez, que me va a dar algo —exclama, llevándose una mano al corazón como si realmente lo estuviera sintiendo.
—¡Ya la ENCONTRÉ! —grito al fin, dejando que la euforia inunde la habitación. La sonrisa de Rafa se extiende hasta sus ojos, y en ese momento veo la chispa de esperanza en él, aunque sé que aún tengo que lidiar con mis propios sentimientos.
**RECUERDO**
Varias lunas atrás, en un momento de mi vida que parecía un caos, conocí a Rafa.
—Hola, me llamo Rafael, pero todos me llaman Rafa. —Me saludó aquel chico de mi edad, sus ojos brillaban con curiosidad.
—Hola, vete. No quiero hablar con nadie. —Dichas palabras le salieron con un tono más cortante del que pretendía, pero sinceramente no me sentía en el mejor momento para socializar.
—Dime qué te pasa. Puedes contar conmigo para lo que necesites. Al fin y al cabo, seré tu beta y fiel amigo. Puedes confiar en mí, te lo prometo. —Me dijo con sinceridad, y algo en su voz rompió las barreras que había levantado. Fue en ese instante cuando me derrumbé y le conté todo lo que me atormentaba en aquel entonces, cada una de mis preocupaciones y temores.
Lo que me dejó más sorprendido fue su reacción. —Ten siempre presente que, aunque no nos conozcamos mucho por ahora, DARIA MI VIDA POR TI, MI ALPHA Y BUEN AMIGO.
Nuestro lazo se solidificó en ese preciso momento.
Ese día, después de lo que había ocurrido en una operación que terminó en tragedia, le pedí a mi padre que dejara a Rafa quedarse conmigo. Juntos, discutimos sobre un acto aterrador que había presenciado: uno de nuestros soldados había abusado de una pequeña omega. Tomé una decisión que cambiaría todo; lo maté. Sin embargo, ante mi sorpresa, mi padre me creyó y accedió a ayudarme al llevar a la chica al médico, demostrando que nuestro vínculo es más fuerte que cualquier cicatriz que portemos.
A través de los años, Rafa ha sido más que un amigo; ha sido un hermano para mí. Se merece mi respeto y lealtad, porque ha estado a mi lado incluso en los momentos más oscuros.
**DESPUÉS DE ESTAR PENSANDO UN BUEN RATO**
—Hermano, ¡HERMANO! —su voz me despierta de mi ensueño. Al mirarlo, veo una mezcla de preocupación y curiosidad en su rostro—. ¿ESTÁS BIEN?
—Sí, no te preocupes. Solo estaba sumido en mis recuerdos y pensamientos. Bueno, regresando a lo que estábamos hablando, encontré a mi luna. Puede que pronto encuentres a la tuya. —Una amplia sonrisa asoma en mi rostro.
—Eso espero, necesito encontrarla. —Su voz está teñida de anhelo mientras imagina a su propia “luna”.
—Bueno, hoy iré a verla. Quizás tenga la oportunidad de volver a encontrarla. Luego te la presentaré, ¿te parece? —digo, el deseo de volver a verla ardiendo en mi pecho.
La extraño, la deseo más de lo que puedo expresar. Quiero abrazarla y tenerla junto a mí. ¡Nadie debería separarnos! Porque es mía, mi luna, mi mujer.
Esta noche, debo ir al lago. Si la encuentro, espero que no desee irse, que se quede conmigo para toda la vida...
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**MARÍA**
Desperté tras un profundo sueño con el rostro aún iluminado por la luz de la luna. El libro que intentaba leer había caído de mis manos, pero mi mente estaba alerta. Sin pensarlo dos veces, me asaltó una repentina necesidad de ir al lago, un lugar donde todo parecía posible. Tal vez allí lo encuentre de nuevo, quizás la conexión que siento por él se vuelva más tangible esta vez. Si lo veo, espero con ansias que no se aburra de mí y que nuestras almas se reencuentren.
Al caer la noche, decidí que era momento de actuar. Le había dicho a mi madre que saldría a correr un rato, asegurándole que la mantendría informada. Tomé una mochila y la llené con dos toallas, una peineta, una botella de agua, algo de comida y una manta de picnic. Incluso preparé un bocadillo, no podía arriesgarme a tener hambre en una noche tan especial.
Me cambié a un bañador que me hacía sentir bien con mi imagen, y cuando me miré al espejo, mi reflejo me sonrió: el bañador me quedaba genial. Para completar mi look, decidí ponerme un vestido de color azul marino que realzaba el tono de mi piel, unas sandalias negras y una sudadera fina, por si el fresco de la noche decidía hacer acto de presencia.
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Editado: 03.08.2024