Recidisset in Lucem

Capítulo 4

Delia abrió la puerta de la casa y justo cuando la cerraba y se daba la vuelta, vio en una de las paredes un chuchillo. Se quedó un momento mirando la pared sin comprender porque estaba allí y luego se fue acercando poco a poco. Debajo del cuchillo, atravesada se encontraba una cucaracha. La piel se le erizó, para luego dar paso al enfado.

-¡AZRAEL! -gritó de repente, pero no obtuvo respuesta.

Lo buscó por todas las habitaciones -tampoco había tantas en la casa- y como último sitio buscó en el jardín y allí estaba él.

Azrael tenía un gran palo en sus manos y lo hacía girar con fuerza, moviéndose con rapidez y agilidad. La chica no quería ni saber de donde lo había sacado.

-¡Azrael! -el chico se paró y apoyó su peso en el palo. Delia lo observó más detenidamente, estaba sudando, su pelo bajo los rayos del sol le daban un color platino casi blanco y encima de todo no llevaba la camisa.- ¿Acaso no te enseñaron a vestirte como una persona normal?

-¿Para eso me interrumpes? -preguntó molesto.- y tengo que puntualizar, que yo no soy una persona normal.

Delia chasqueó la lengua, algo muy poco apropiado para una chica pero Azrael no paraba de sacar todos sus malos hábitos. Ella nunca había sido como las chicas normales, que solo pensaban en vestidos y peinados nuevos, ella siempre había estado ayudando en casa y no tenía tiempo de preocuparse de esas cosas pero durante este último año su padre le impuso que debía comportarse más como una dama que como una salvaje, ya que era tiempo de que encontrara un marido.

-Si bueno, obviemos ese último punto. ¿Qué demonios te pasa por la cabeza? Has clavado un cuchillo en la pared.

-¿Y qué?

La paciencia de Delia se agotaba.

-Sabes, me encantaría hacer con ese palo que tienes, lo que te mereces -amenazó. Azrael sonrió con malicia.

-¿No me digas? ¿Y qué harías?

-Empalarte. Como has hecho con ese pobre bicho de la pared.

-No es mi culpa que ese bicho o cosa sea tan horripilante. No merecía vivir.

Delia suspiró y miró al interior de la casa. Le había parecido raro pero como iba con la mente en la nueva decoración que había hecho Azrael no se había dado cuenta de que el maestro no estaba en casa.

-¿Y el maestro? -preguntó mirando el interior vacío y silencioso de la casa.

-Se fue esta mañana bien temprano. Dijo que se iría a su estudio y no quería que nadie lo molestase.

-Genial -murmuró la chica.

-¿Es algo malo? -preguntó Azrael sentándose en la hierba.

-Sy y no -le explicó.- por una lado significa que tiene claro lo que va hacer con su trabajo, por el otro signfica que hasta que no termine lo que ha ido hacer no volverá a ver la luz del sol.

-¿Tan importante es?

-Mucho y sobre todo, el maestro pone toda su alma en sus trabajos. Por cierto, tengo que ir a comprar al mercado. ¿Quieres venir?

-¿Qué gano yo con eso? -preguntó Azrael.

-¿La comida de hoy?

 

(...)

 

-No puedo creer que me hayas traído a un sitio como este -dijo Azrael.

El mercado estaba abarrotado, los vendedores gritaban para llamar la atención de los clientes y los que querían comprar se apiñaban en los puestos. Azrael había comenzado a ponerse blanco a medida que se adentraban, y cuando alguien lo empujaba casi podía verse las chispas saltar de sus ojos.

-Tranquilízate, esto esalgo normal -le dio Delia mientras intentaba regatear el precio de unas manzanas.- Vamos, no puedes ponerles tan caras. Sino me las bajas de precio las puedo comprar en otro puesto o incluso cogerlas yo misma.

El vendedor la miró con mala cara pero la chica no se dejó avasallar y lo retó. Al final el vendedor cedió y le vendió las manzanas a la mitad de precio.

-Toda esta gente... -siguió protestando Azrael mientras seguía a Delia a través del gentío.-...me pone enfermo solo de verlas.

-Nos ha salido especial el ángel -respondió Delia riéndose.- así es como vivimos, que creías que era esto, ¿el cielo?

-No, al final creo que me gustaba estar más en el cielo que aquí abajo -murmuró el chico.

Entonces lo notó. Un escalofrío, una sensación tan conocida que le puso en alerta en un instante. Agarró a Delia por el brazo, parándola en seco.

-¿Qué haces? -protestó ella.

-Silencio -ordenó Azrael con autoridad. La chica se calló al instante.

Azrael observó a su alrededor todas y cada una de las personas, pero no era capaz de encontrar a la persona indicada. Sabía que estaba allí, en alguna parte pero no conseguía encontrarla y lo peor era que la pesadez que sentía estando rodeado de tante gente lo hacía más difícil.

-¿Qué ocurre? -susurró Delia observando como Azrael no quitaba la mirada de las personas del mercado. Su mirada se había oscurecido y tenía el ceño fruncido.

-Nos están siguiendo.

-¿Quién? -Delia por instinto empezó a buscar entre la gente también.- ¿Humano o ángel?



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En el texto hay: amor prohibido, amor, angeles caidos

Editado: 14.09.2018

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