Reckless

CAPÍTULO 4

La noche fue lo suficiente larga como para que sus pensamientos y fantasmas se adueñaran del sueño. Los mensajes habían desordenado su mente, regresándolo al abismo del que había logrado salir con mucho esfuerzo y al módico costo de muchas lágrimas.

Su madre se había encargado de hacer la vida de Gibran más sencilla, distrayéndolo y consintiéndolo más que de costumbre. Se la pasaba encerrado en casa porque la idea de salir con amigos no era atractiva, aunque de vez en cuando lo hacía cuando sus amigas lo invitaban. En una de esas pocas veces que se dio el gusto de respirar aire fresco fue cuando se encontró con Alejandro. Realmente no esperaba que sucediera nada entre ellos y el ignorarse mutuamente había servido de mucho. Aolani y Armando eran las personas en esas cuatro paredes que más le agradaban y con las que pasó la mayor parte del tiempo. Y también estaba Sandoval, el ex de Alejandro que con el tiempo había dejado de odiar. En su momento fue su rival, pero con el tiempo la idea de que pudo ser otra víctima más de Alejandro fue ocupando el lugar hasta que dejó de sentir cualquier cosa negativa hacía él. Incluso admiraba su valor al asistir a una reunión en donde evidentemente estaría su expareja.

Aquel día Gibran no tomó tanto, así que estaba demasiado sobrio. En realidad, todos los presentes lo estaban. Hasta el momento, era la reunión más tranquila que había tenido. Jonathan, uno de los amigos del circulo de Alejandro, había llevado ponche de frutas. Un poco fuera de temporada, dado que suele ser común en diciembre, pero era julio.

Cada vez que veía a Sandoval no podía evitar sentir culpa por haber salido con su ex mientras aún estaban juntos y no iba a poder estar tranquilo si no lo platicaba con él.

Le susurró a Aolani que no tardaba y se acercó a Sandoval sin dudarlo, que justamente estaba en el extremo opuesto a Alejandro, en un pequeño círculo de personas que apenas y logró reconocer, pero eso no le intimidó lo suficiente como para evitar que le tocara el hombro para llamar su atención. Cuando se giró se sorprendió un poco al verlo. Cuando estaban en la preparatoria se saludaron en contadas ocasiones, pero jamás entablaron una conversación hasta que salieron de vacaciones. La comunicación entre ellos había crecido poco a poco. La distancia le había sentado bien para darle una oportunidad a la persona que juzgó sin razón y, probablemente, por ello sentía que le debía una disculpa por el pasado que no podía dejar aún detrás.

— Hola — saludó Giban, mientras le dedicaba una sincera sonrisa a la que fue correspondido inmediatamente. Después de que Sandoval devolvió el saludo, continuó con el plan que tenía en mente —. ¿Estás ocupado? Me gustaría hablar un momento contigo.

La música estaba un poco fuerte y costaba un poco distinguir lo que decía la gente, pero agradeció su buen oído para captar cada una de sus palabras y detestó el suyo cuando no entendió la respuesta.

— Dame un momento, necesito ir al sanitario — repitió en su oído. Gibran asintió con la cabeza.

Se recargó en un mueble de madera mientras esperaba. Le dio un rápido vistazo a la habitación, analizando cada uno de los grupos. Alejandro se reía de algo que había dicho su círculo. Le sorprendía lo tranquilo que se veía y se cuestionó si su consciencia estaría tan tranquila sabiendo que en esa habitación había dos personas lastimadas por su falta de responsabilidad afectiva. El circulo de Aolani y Armando estaba un poco más activo: realmente estaban sintiendo la música y cantaban mientras usaban una botella para simular un micrófono. Su mirada chocó con la de su amiga, que le hizo una seña que significaba “¿Qué haces ahí?”, a lo que el respondió con otra para decir “Luego te cuento”. Ella asintió y le dio un sorbo a un vaso de unicel.

Estaba tan distraído que no notó el momento en el que Sandoval se acercó y le tocó el hombro. Se sobresaltó, pero después emitió una breve risa por el arrebato.

— Así tendrás la conciencia — susurró Sandoval, mientras se reía. Gibran lo imitó, meditando lo ciertas que eran sus palabras.

Caminaron nuevamente hacia el baño y se sentaron en el borde del escalón. Tomaron esa decisión al percatarse de que, de momento, nadie tenía necesidades fisiológicas como para usarlo.

— Ahora sí, ¿qué es lo que quieres hablar conmigo?

En cuanto escuchó la pregunta quiso huir, pero ya era demasiado tarde. Había sembrado la duda en Sandoval y estaba seguro de que no lo dejaría en paz a menos que no le contara la verdad.

Sabía cómo debía abordar el tema. Aunque había hablado con él en esos últimos dos meses le había contado muy poco. Sabía que durante la prepa le había gustado un chico que lo había dejado mal emocionalmente, pero no sabía que esa persona era su ex y tenía un poco de miedo de cómo fuera a tomar algunas partes de la historia. Mientras le relataba los hechos por mensaje omitía información específica para evitar que lograra atar los hilos y en todo momento destacaba lo interesante de la historia y lo mala persona que era el individuo al que había tenido la mala suerte de conocer, mientras él le soltaba uno que otro detalle sobre su no tan buena relación con Alejandro, información que en su momento a Gibran le habría servido, pero para ese momento sólo le hacía reafirmar que su decisión había sido correcta.

Comenzó haciéndole recordar la trágica historia de su primer y único amor de bachillerato, a lo que Sandoval respondió afirmativamente.




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