Siempre me he preguntado sobre la dificultad de decir un “te extraño”, quizá las cosas en ese entonces eran tan distintas a las de hoy, quizá los motivos o los sentimientos de esos momentos hacían que se volviese aún más difícil de poder expresar esa sencilla palabra, de todas maneras las veces que las he querido decir siempre han sido muchas, como poder siquiera saber un número aproximado de esas ocasiones en las que moría de solamente decir lo mucho que me hacías falta, pero una y otra vez volvía quizá aparecer y reaparecer mi orgullo que me susurraba al oído repetidas veces que no lo hiciera.
Las veces que las cosas iban tan bien, era tan sencillo decirte lo mucho que te extrañaba, era sencillo expresar la falta que me hacías, pero con el pasar del tiempo y en ese lapso de cuando se había extinguido lo nuestro, se fue haciendo cada vez más difícil de decirlo.
Lo único cierto es que quizá si se hubieran dicho en el momento indicado las cosas no hubieran sido de las peores como han llegado a ser.
Si hubiésemos permanecido fuertes y cumplido con las promesas de estar juntos para siempre, se que en ningún momento habríamos siquiera tenido la necesidad de expresar o guardarnos eso.
Algunas veces he imaginado viéndote venir de sorpresa y abrazarme como lo hacías en esos antaños, pero quizá mi ilusión era fuera del lugar y nunca lograba volverte a ver. Te andaba imaginando a cada momento de mi vida, que habrá podido pasar por mi cabeza en ese instante, pero ya ni siquiera hoy logro recordar.
Que tan bueno fue ese verano, que aún no puedo olvidar a pesar de que ya hayan pasado muchísimos años. Ese verano tan perfecto, tan completo están junto a ti, tan espléndido como un mar sin olas agresivas y violentas, tan hermoso como un día soleado y de cielo azul.
Porque es que habrá sido tan difícil decir un “Te extraño”, aún no me puedo explicar si en medio de mis corazón esa palabra estaba a punto de reventar y salir volando de tras tuyo, o quizá en el tuyo también sucedía lo mismo pero siempre el orgullo ganaba la batalla.
Mientas voy volando en mi imaginación, creo que este momento es la que recuerdo con rabia e impotencia, quizá me siento como un cobarde por no haber derrotado al orgullo, y si hubiese sido así, quizá este futuro hubiese tomado otro rumbo, quizá aún seguíamos tu y yo, o quizá siempre estuvo ya decidido nuestro final.
Miro al horizonte y me veo solo, me veo sin el amor de mi vida por el que tanto yo había soñado estar juntos por siempre, me resigno cada vez que recuerdo eso, me duele en lo más profundo de mi ser estar lejos de esos sueños que quizá hasta despierto soñaba, me duele que no te haya seguido buscando.
Quizá no era el momento de rendirse y darle más con fuerza, pero en momentos se desvanece de mi mente esa tan tonta y loca idea, es cunado debo de comenzar a aceptar la realidad en la que hoy me encuentro sumergido.
Quizá la culpa no hay asido nuestra, quizá la vida siempre en algún momento nos terminaba de separar, pero cada vez que lo recuerdo, lo hago con el pesar de que sencillamente decidimos tirar la toalla tan fácil y sin hacer ningún esfuerzo extra.
Lo que más no deseo es que me siga remordiendo en el pecho aún esa palabras tuyas que me recuerdas que este amor tenía que ser por siempre.