Domingo 5 de abril, 2009.
Mare.
¿Cómo es que esto pudo pasar?
Nick, él...
No, él nada porque es mi mejor amigo y esto no está pasando. Es solo una pesadilla y ya. Han estado pasando desde que mamá se fue, pero no voy a tener pesadillas con Nick porque él, en menos de diez minutos, estará aquí conmigo y me dirá que solo estaba bromeando. Entonces yo le pegaré un puñetazo en el brazo y le diré que no lo vuelva a hacer y él no lo haré.
— Mare.
— Esperaré.
— Está oscureciendo.
— Esperaré, Jesse.
El agua cristalina del lago empezó a reflejar el arrebol hace pocos minutos. No me voy a cansar así de rápido, han pasado apenas una semana.
Jesse accedió a acompañarme en lugar de ir con sus amigos a un lugar abandonado a, seguramente, drogarse. No sé porque invitan a Jesse a eso si él nunca va a beber, fumar o drogarse. ¿Es para que los auxilie si les da un paro etílico? No importa.
— Hay que irnos en cinco minutos. No vamos a cruzar el bosque en la oscuridad.
Lo ignoro. Voy a irme hasta que Jesse me agarre de los hombros y me haga irme, como lo hizo Logan ayer, papá antier y Tyler día pasado de antier.
Cuando Jesse me toma de los hombros, yo me aparto. Él vuelve a intentar alcanzarme, pero de un manotazo bien dado, lo vuelvo a apartar.
Jesse cierra los ojos con fuerza. Los abre y antes de que pueda darme cuenta, me tiene sobre su hombro. Me muevo, forcejeo con él. Todavía hay tiempo, todavía hay tiempo. No puedo irme todavía.
No me doy cuenta de cuando llegamos a la casa de los Darmond, ni que todavía está llena de gente, igual que hace una semana.
Lianne y Jeremy me observan con lástima. Leigh sale de su casa, seguida por Clayton. Ella intenta llegar a mí, pero salgo corriendo en dirección a mi casa antes de que ninguno de ellos pueda alcanzarme.
***
Elise me abraza durante casi toda la noche, como desde hace una semana. Primero mamá y ahora...No, porque Nick no es mi mamá.
Elise me cuenta una de sus anécdotas de cuando trabajaba en el hospital, antes de que le abuelo enfermara y de que papá la contratara para que cuidara de él.
Elise me ha estado cuidando desde la muerte de mi abuelo y mamá. Ella renunció por completo a la enfermería para estar conmigo y ser mi nana.
Como de costumbre, le empiezo a dar vueltas a todo el asunto de unos años hasta aquí y un nudo toma lugar ne mi garganta. Las lágrimas no tardan en salir con fiereza. Lo sollozos llenan la habitación y yo me aferro al agarre de Elise. No me doy cuenta de que estaba gritando las palabras hasta que mi garganta duele.