Recuerdame En Notas

❄Elizabeth ❄

Llevo alrededor de dos horas, encerrada en la habitación, escuchando como Dominik, trata de abrir la puerta.

Me encuentro sentada en la cama, con las piernas pegadas a mi pecho, mis brazos alrededor de ellas y mis ojos, sin despegarse de la puerta. Hace treinta minutos, que deje de llorar.

Me siento entumecida, como si acabará de despertar de un coma, el más largo de mi vida.

—Elizabeth, por favor abre la puerta —su voz aunque se escucha tranquila, no transmite esa emoción del todo. Se que no se encuentra tranquilo y pronto lo demuestra. —¡Carajo por favor! ¡abre la maldita puerta! ¡no te puedes encerrar Elizabeth! ¡abre la puerta maldición!

Comienza a dar golpes en la madera, y ahora el desespero y el temor, se roban su voz.

—¡Elizabeth abre la puerta!

—Vete —un lastimero susurro, casi inaudible, me abandona.

—¡Abre la puerta! ¡abre la puerta o voy a tirarla!

—Vete

Sigue golpeando la madera, un par de veces más, pronto me quedo en silencio de nuevo, solo escuchando sus súplicas y golpes al otro lado.

De un momento a otro, el cual pasa como un relámpago, la puerta es abierta, pero eso no hace que yo me mueva, o reaccione.

Quizás este muerta

Dominik me mira, su pecho sube y baja, su respiración es agitada, sus manos están cerradas en puños y sus ojos oscuros, me miran fijamente. Se queda ahí de pie, observándome y yo, le sostengo la mirada.

Nos miramos durante tanto tiempo, que su respiración se va normalizando poco a poco, la expresión en su rostro se va suavizando, hasta formarse en una de miedo y desespero.

—No... No puedes encerrarte —sacude la cabeza —no, no puedes hacerlo... Eli... Eli... —sus ojos brillan, en ese momento toman un brillo especial, al recordar que así es como me llama.

Me llamaba... Y eso solo hace, que mi corazón se rompa, aún más.

—¡Cállate! ¡callate Dominik! —Mi voz se escucha rota, llena de dolor y tristeza. Me levanto de la cama —vete, por favor vete, no quiero verte.

Niega con la cabeza —no, no voy a salir de aquí, no voy a dejarte aquí... Sola y...

—¡No quiero verte! ¡sal Dominik! ¡vete por favor vete! —Comienzo a llorar, las lágrimas ya ruedan por mis mejillas y los sollozos, luchan por salir de mi. —vete, déjame sola por favor...

—Pensé que te pondría feliz, pensé que te alegrarías al saber que recordé algo, que recordé a alguien.

Me sorbo la nariz, y paso el dorso de la mano, por mis ojos.

—¿Feliz? Estoy feliz porque recuerdas, porque estás recordando pero ¿debería de estar feliz por que recuerdas a tu ex novia? Y ¿no a tu prometida? —Levanto la mano despacio y sus ojos van hacia el anillo que adorna mi dedo. —Feliz, porque ¿recuerdas tu historia con ella y no la nuestra?

—Eli...

—¡No! ¡no me llames así! No tienes derecho de hacerlo.

—Soy tu prometido, tengo todo el maldito derecho de hacerlo.

—¿Mi prometido? —El dolor que siento al decir esta palabra, no estaba antes, no existía la primera vez que la dije. —Mi amor, ni siquiera me recuerdas, hace dos meses ni siquiera sabías mi nombre, ni quién era yo.

Un sollozo me desgarra el alma y me comprime el pecho, haciéndome llorar con fuerza. Escucho sus pasos y levanto el rostro, lo veo acercarse a mi.

—¡No! —Se detiene —no te acerques a mí, lo siento y  se que parezco una cruel egoísta en este momento, pero no puedo, no puedo, me duele demasiado. —Rompo a llorar más fuerte, sintiendo que me cuesta respirar.

—Por favor déjame acercarme, déjame abrazarte, me duele verte así, me mata.

Lo miro, apuras penas ya que mis lágrimas, nublan mi vista. Me rodeo con mis propios brazos y sigo dejando salir, todo el dolor que siento en estos momentos.

—Vete, por favor vete, dejame sola, quiero estar sola.

—No puedo, no quiero Elizabeth, tengo miedo no se por que, pero tengo miedo de dejarte sola.  —Luce asustado —Te prometo, que te recordaré voy a esforzarme más y...

—¡No! No digas eso —me descompogo delante de él —Yo no quiero que te esfuerces en recordarme, yo no quiero que trabajes en ello, como si fuera una tarea final. —Otro sollozo me abandona —quiero que me recuerdes, recuerdes nuestra historia juntos, nuestro amor, mi amor por ti, que recuerdes cuando me amabas.

—Eli... Yo...

—Ella fue tu pasado, se suponía que yo era tu presente y sería tu futuro pero, ahora lo sé, lo sé con certeza, no hay un futuro para nosotros.

—No digas eso, por favor Elizabeth, no lo digas.

Me mira asustado y dolido, puedo ver esas emociones en sus ojos y rostro.

Me encojo de hombros, en una mueca de dolor.

—Ya han paso casi tres meses, no dormimos juntos, no me besas, no me tocas, ni siquiera me dices "te amo" ¿por qué? Porque no lo sientes Dominik, no lo sientes. Y no lo sientes, porque no lo recuerdas.

—Te voy a recordar, lo haré —dice abatido

—No, no lo harás, al menos yo, ya no lo creo.

—No pierdas la esperanza, no te rindas, Eli —se acerca —no me dejes.

—Dominik por favor, déjame sola...

—¡Que no maldición! ¡no lo haré!

—¡Que te vayas Dominik!

—¡Qué no lo haré demonios! —Se acerca a mi y me toma de los brazos, lo miro sorprendida, más no asustada.

—¡Dominik! —Ambos giramos hacia la puerta donde Juliet, su madre, se encuentra observandonos —suelta a Elizabeth en este instante.

Él me mira y me suelta, retrocede y mira a su madre. Yo no puedo quitar mi mirada, de él.

—¿Qué haces aquí madre? —Le pregunta bajando la voz

—Pase a ver a Elizabeth, hace mucho que no la veo. —Juliet me mira y yo desvío la mirada. —Escuche su discusión, mientras subía las escaleras.

—¿Estabas espiandonos? —Dominik alza una ceja, y debo de admitir que adoro cuando hace eso. Pese al dolor que siento en estos momentos, verlo hacer cosas tan suyas siempre, me emocionan.

—¿Espiar? No es lo mío hijo, déjale eso a tu abuela. Sus gritos se escuchaban por toda la casa, incluso Lua los escucho. — Al mencionar la, la pequeña Lua entra, camina hasta donde estoy y ladra en mi dirección.




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