Muy temprano por la mañana se escuchaba a Carmen renegar, su esposo ya se había ido a trabajar hace aproximadamente media hora y Katherine como siempre seguía dormida.
- ¡Niña! – gritaba desde la sala Carmen – te vas hacer tarde para ir a la escuela, no vas a llegar tarde el primer día de clases Kate.
Kate escuchaba a su madre renegar, en su mente decía: «como reniega esa mujer»
- Déjame dormir cinco minutos más Carmen - dijo Kate, por favor madre. Kate iba acostarse nuevamente cuando escucho pasos que subían por las escaleras, en un intento desesperado de salir de la cama se enredó con las sabanas y cayó al suelo.
Carmen al escuchar el ruido que hizo Kate al caer subió corriendo, abrió la puerta asustada y encontró a Katherine en el suelo.
- No lo puedo creer Kate, está bien que te guste dormir, pero al punto de hacerlo en el suelo ¿no crees que es algo exagerado?
- No te burles madre- respondió Kate con algo de enojo - aunque no sería mala idea, debería echarme una siesta aquí mismo un par de horas más - dijo con una sonrisa.
- Párese ya señorita - pronunció Carmen alzando la voz.
- Ya señora - respondió Kate, no se enoje, se va hacer más vieja de lo que ya está.
- Que graciosa estas hoy Kate - le dijo su madre. ¿Imagino que es porque hoy empiezan tus clases?
- Ni me lo recuerdes mamá, pero bueno - dijo Kate, dicen que hay que estudiar, aunque la verdad no se para que, si cuando sea una cantante famosa, no lo necesitaré. Su madre se quedó mirándola.
Kate se alisto, bajo a desayunar y partió juntamente con su madre a la escuela. Ese era su último año de primaria. Kate se reencontraría con sus amigos del colegio.
Al salir de su casa se encontraron con una de las mejores amigas de Kate, Andrea.
Su casa quedaba a solo 3 casas de la suya, eran amigas desde que tenían uso de razón, fueron al Kínder juntas y casi siempre estaban una en la casa de la otra, aunque no se habían visto desde navidad, ya que sus padres y ella habían ido de vacaciones.
Andrea al ver a su mejor amiga fue corriendo hacia ella y se lanzó a abrazarla, de no ser porque Carmen estaba atrás de Kate seguro hubieran resultado en el suelo.
- Te extrañe mucho - le dijo Kate a su mejor amiga.
-Yo también - respondió Andrea eufórica, no sabes cuánto, tengo muchas cosas que contarte Kate, me divertí mucho, hubiera deseado que hubieses venido con nosotros.
-Me alegro que te divirtieras Andrea, quiero escuchar cada una de tus aventuras y que me cuentes si es tan bello ese lugar como dicen.
Carmen llevo a su hija y a Andrea hacia la escuela, la madre de Andrea trabaja y su padre también y por esa razón Andrea siempre iba al colegio con Kate, solo por ser ese el primer día de clases Carmen las acompañaba.
Subieron al autobus y partieron.
Kate y Andrea eran alumnas becadas en un colegio particular, era un gran privilegio estudiar en esa institución.
Kate al igual que la familia de Andrea, eran de clase media baja.
Cuando llegaron a la escuela, parecía un mercado, se podía ver de todo, niños con mucho entusiasmo de haber regresado a la escuela, otros un tanto tristes, pero, aunque a Kate no le gustaba mucho la idea de levantarse temprano para ir a clases, la escuela le fascinaba, le encantaba aprender, pero sobre todo disfrutaba de pasar momentos con sus mejores amigas.
- Ale, aquí estamos - grito Kate. Andrea levanto la mano para que Alexandra pudiera verlas.
- Hola muchachas, las extrañé mucho – dijo Ale dándoles un abrazo a cada una. Alexandra, era hija de unos empresarios exitosos, dueños de los mejores restaurantes en el país. Alexandra al igual que sus padres era muy humilde, desde que conoció a Andrea y a Katherrine se hicieron muy buenas amigas.
- Supe que habías ido de viaje a México - le dijo a Andrea, yo también viajé, fui a Argentina a visitar a mis abuelos, no me divertí mucho pero no me puedo quejar.
- Kate, ¿tú viajaste algún lado? - le pregunto Ale.
- No - respondió Kate con tristeza, bueno no a menos a otro país, pero fuimos al lago unas cuantas veces, y al mar, ya saben que siempre ando ahí.
-Si ya sabemos Kate - dijeron Alexandra y Andrea al mismo tiempo, te encanta.
-Niñas ya conozco cuál es su salón – se escuchó que grito Carmen.
-Bueno, a encerrarse- dijeron las 3 amigas y se marcharon a su salón.
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Madrid
- ¿Aun no entiendo porque tenemos que mudarnos nuevamente papá, otra vez debo dejar a mis amigos?, pero ¿será que por una vez en la vida podéis pensar en mí?
- No tengo tiempo para tus tonterías – dijo su padre fuertemente.
Diego Rossi, un empresario italiano que era dueño de una gran cadena de hoteles alrededor del mundo, como todos los empresarios siempre andaba ocupado, algo que le dolía a su hijo grandemente.
Su madre lo había abandonado desde que él tenía 7 años, un día solo se fue y nunca más volvió. Su padre desde ese día se encerró en los negocios, lo único que le importaba era seguir ganando más dinero, sin importarle lo que su hijo sentía, o al menos eso parecía.
Fernando era un niño de 11 años muy solitario. Su padre no le prestaba atención, Fernando deseaba que no tuviera que trabajar tanto, que le dedicara más tiempo y que sobre todo le dijera que lo quería, pues era algo de lo que últimamente Fernando estaba empezando a dudar.
Lo peor de todo es que debido al trabajo su padre constantemente estaba abriendo nuevos hoteles en otros países y tenía que viajar a supervisar todo, se quedaban hasta que todo marchará perfectamente, y luego volvían a mudarse a otro país.
Fernando ya estaba cansado de eso, casi no tenía amigos, pues como podría, cada vez que llegaba a una ciudad sabía que no estaría por mucho tiempo en ella. Aun a pesar de eso, Nando siempre se encariñaba con la gente que conocía en los países a los que iba, esto le dificultaba las despedidas, le causaba mucho dolor separarse de aquellos a los cuales había empezado a considerar amigos.
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Editado: 27.05.2020