Edesia
El fin de semana se me paso demasiado rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya es lunes y no saben lo feliz que me eso me hace sentir.
Subo el cierre de mi falda azul marina y comienzo a abrochar los botones de la camisa blanca con rayas azules muy delgadas, casi imperceptibles, estoy por salir de mi cuarto cuando me doy cuenta que me falta el saco que es del mismo color que la falda, lo saco de mi armario y me lo pongo.
Me paro enfrente de mí espejo de cuerpo completo y me pongo un poco de bálsamo para labios, ahora sí, estoy lista.
—Cariño, sientate a desayunar —me dice mi tía cuando me ve enfrente de ella.
—Me gustaría pero voy retrasada —me acerco y me despido de ella con un beso en la mejilla.
—Edesia, sabes que debes desayunar.
—Sí, pero...
—Llevate algo de la mesa —veo detenidamente la mesa llena de comida, a veces siento que es mucho para solo tres personas. Tomo un refractario de fruta y un tenedor.
—Ahora sí, me voy —digo apurada, si me tardo más es muy probable que no llegue a tiempo.
—Suerte, cariño.
—¡Gracias! —le respondo antes de cerrar la puerta del departamento.
Entro al ascensor y aprieto el botón del estacionamiento, tarda más segundos de lo usual en abrirse, camino un poco y veo la camioneta blanca de mi tío, me subo en el asiento del piloto y mientras él termina de enviar un texto yo me pongo el cinturón de seguridad.
Guarda su celular y ahora sí comienza a manejar, tardamos aproximadamente 20 minutos en llegar, lo que significa que calculé mal el tiempo, pero ahora eso ya no importa, me despido de Andrew y al bajar de la camioneta me prepado mentalmente para esta nueva etapa.
Lo primero que observo es a algunos alumnos en el jardín principal, unas risas a lo lejos hacen que voltee en su dirección, un grupo de chicas están sentadas en una de las mesas de madera, me señalan y ríen, lo que causa de inmediato una inseguridad, quizá traigo algo al revés y por eso se burlan.
Antes de que pueda comenzar a cerciorarme que todo mi uniforme esté en orden unas chicas pasan a mi lado y me empujan hacia enfrente, por suerte mantengo el equilibrio y no caigo al piso, quiero pensar que no fue intencional, pero si soy consciente de que este lugar es enorme y que si daban tres pasos a la derecha o a la izquierda pudieron pasar sin ningún problema, es claro que el objetivo era empujarme.
Edesia no pasa nada.
Creo que este era un motivo por el cual venir a este colegio nunca fue mi primera opción, así como hay criticas positivas como que tienen el mejor nivel académico, también hay ciertas cosas que se rumoran, como por ejemplo; que los estudiantes se creen los Dioses del mundo, ya que aquí solo asienten hijos de personas sumamente importantes, sin mencionar las costosas mensualidades y pagos extras que te pide el colegio, por eso mismo yo decidí estudiar en un lugar menos prestigioso para evitar ciertas situaciones que pueden incomodarme.
Mientras empiezo a recorrer los pasillos me doy cuenta de que las instalaciones son mejor de lo que pensaba, sin mentir parece una mansión, por los lujosa y enorme que es.
El timbre suena y todos los alumnos caminan a sus respectivas aulas, yo también camino por unos cuantos pasillos hasta que me doy cuenta que no sé realmente a dónde voy.
En cuestión de segundos el pasillo donde me encuentro queda vacío, creo que lo que debo hacer es ir a dirección, pero... ¿Dónde queda eso?
¿A quien le puedo preguntar si me encuentro sola?
Al no saber que hacer, decido sentarme en el piso, ¿algo tonto? Por supuesto que sí. Retranco mi espalda contra la pared y los libros que tengo en la mano los dejo en el piso.
―Hola ―escucho la voz de un chico, levanto mi mirada para saber de quien se trata ―¿Qué haces ahí? —pregunta un chico de cabello negro.
―¿Descansando? ―sonríe.
―Dejame adivinar, eres nueva y te perdiste —asiento —ven —tiende su mano para ayudarme a levantarme.
―Gracias ―digo cuando estoy de pie, él se agacha y recoge mis libros.
―Esto es tuyo ―me entrega mis libros ―mi nombre es Dedrick.
―Edesia ―me presento y estrechamos nuestras manos ―sé que es tarde y tal vez tengas que ir a clases, pero... ¿podrías decirme dónde está la dirección?
―Claro, está en el pasillo A5 —asiento como si le hubiera entendido —creo que será mejor que te de un pequeño recorrido para que no te vuelvas a perder, ¿te parece?
―Te lo agradecería mucho, pero no quiero interferir con tus clases.
―Créeme no hay problema —dudo por un segundo, pero termino aceptando.
Me enseña cada rincón del colegio, es realmente hermoso, sus pasillos, la alberca, la cancha de béisbol, las áreas verdes, el salón de fotografía, el gimnasio, la biblioteca, la cafetería, todo es muy lindo.
El recorrido termina en la dirección, le doy las gracias y entro, me encuentro con la secretaria, después de decirle quien soy, me deja entrar a la oficina de la directora.
Al abrir la puerta me encuentro con una señora de unos treinta y cinco años, muy guapa, por cierto, le digo quien soy y me recibe con una sonrisa, le comento que me perdí y por eso tardé tanto en encontrar la dirección, no le toma importancia a lo que le dije y mejor se concentra en buscar algo entre los papeles que tiene en su escritorio.
—Esto es para ti —me entrega unas hojas, le hecho un vistazo y me doy cuenta que es mi horario y los salones en donde debo tomar cada clase.
Marca un número en el teléfono que está en su escritorio, dice que lo espera en el pasillo cuatro y coloca el teléfono en su lugar.
—Vamos —me hace un ademán de manos y empezamos a caminar, al estar todo en silencio lo único que se escucha son nuestras pisadas, en especial la de sus tacones ―¿Qué te parece el colegio? ―pregunta después de varios segundos en silencio.
―Muy lindo ―respondo mientras nos detenemos en un pasillo.