Es una confesión la obsesión mía,
mi pérdida de razón y actitud indiferente...
Tú no me conocías, tampoco lo querrías;
sin embargo, quiero agradecerte
haber llevado contigo
El recuerdo de mi rostro en lo último que hiciste...
Pintarme entre ruegos y alaridos
bellas pecas acoples al labial mío.
No prometo recordarte,
tampoco me esforzaré en el olvido,
con el tiempo sólo serás una estadística.
Para algunos la tragedia.
Pero hoy no queda nadie para escucharte gritar.
¡Al diablo la crítica!
En mi mente querías jugar.
Eres ahora una pieza en mi obra de arte
en una colección que debo mantener secreta.
Te he cubierto de tierra
y yo no soy poeta.