Hay un pequeño momento llamado vida. Con un sinfín de caminos llamado “destino”, del cual debemos seguir para poder encontrar el significado a nuestra existencia.
Desde un punto de vista podría ser muy simple de seguir, pero no es verdad. Un mundo lleno de acertijos se encuentra delante de ti.
Caminos que pueden llenar tu vida de buenos momentos, como también malos. Dependiendo de la suerte que el destino este jugando a tu favor.
Pero en algunas ocasiones puede ser todo lo contrario.
Donde la suerte te es arrebatada desde el primer instante dejándote a merced de un sin fin de dificultades.
Así es como comenzó mi historia, o lo poco que puedo recordar.
Luego de pasar por un trágico accidente, alrededor de 2 años atrás. Del cual afecto mi memoria completamente, haciéndome olvidar todo lo que conocía hasta ese punto.
¿Quien era? ¿Cual era mi nombre? ¿ y donde me encontraba?
Era imposible para mi poder recordar algo antes del accidente. Incluso en estos momentos no sabría recordar quien era exactamente.
El primer recuerdo que existe en mi memoria, es el día que desperté en aquella cama de hospital. Frente a una madre que no podría parar de llorar por su hijo que finalmente volvía a despertar.
Pero con aquel precio, de no poder recordar nada de mi.
Mis pensamientos en aquel momento eran realmente desconcertantes, ya que no podría reconocer a nadie a causa de la amnesia.
Así que mi madre decidió contarme lo que ella sabía de mí. Aunque al decir verdad es realmente extraño el sentimiento de que alguien más cuente recuerdos de experiencias que ni tú mismo conoces.
Una experiencia verdaderamente escalofriante…
Y así pasaron varios meses, hasta el día que por fin podría irme de ese hospital. Para ser sincero fue realmente aburrido pasar todo ese tiempo en un lugar así.
Donde no podía hacer nada más que estar sentado, a causa de mis heridas. Y lo único que lograba sobresalir de todo este aburrimiento era esas anécdotas que contaba de mi vida.
Gracias a ello pude pasar buenos ratos conociéndome a mi mismo, mientras veía como mi madre sonreía cada vez que recordaba algo que yo hacía de pequeño.
Uno de los mejores momentos, en el comienzo de esta nueva vida.
Donde los días se vieron envueltos de infinitos recuerdos que había creado junto a mi madre.
No podía pedir nada más, hasta que un día, mi madre comenzó a sentirse mal de alguna manera.
Su rostro comenzó a perder brillo, su cuerpo comenzó a perder peso, y a su vez también su color. Volviéndose más pálido que antes.
Ella decía que no era de gran importancia, que no debía preocuparme de ello. Pero no podía dejarlo a un lado.
Una semana después de ver como no podría pararse por ella misma, nos fuimos directamente al hospital.
Realmente me sentía preocupado por ella, así que ese día no puede dormir ni un poco por la preocupación.
Al día siguiente una persona, una mujer llego al hospital. Y se dirigió hacia donde se encontraba mi madre.
Su aspecto era realmente maduro, igual que la de mi madre. Con la única diferencia que el cabello de esta mujer era corto, y la de mamá era más largo.
Esa mujer estuvo llegando repetidas veces al hospital, precisamente para ver a mamá.
Hasta que un día, en el cual después de salir aquella mujer de pelo corto, mamá repentinamente me llamo a la habitación que ella se encontraba.
Era la primera vez que me dejaban entrar dónde ella estaba.
Y una vez dentro de esa habitación, puede ver a mi madre arrecostada sobre aquella cama de hospital, con el mismo tono blanco que había cubrió totalmente su cuerpo, y en su brazo se encontraba un pequeño tubo conectado a una bolsa que estaba colgada.
Al verla en ese estado sabia que ella no se recostaba bien, así que no pude contener aquella expresión de tristeza en mi rostro.
Al ver ella, aquella expresión de tristeza en el rostro de su hijo. No pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa de tristeza, que luego de unos segundos llamaría para que pudiera estar a su lado.
No creo poder olvidar aquel sentimientos de ese día.
Al escuchar aquellas palabras que mamá, me dijo esa vez.
— Shio, por fin puedo volver a ver a mi querido hijo luego de todo este tiempo.
Luego de unos segundos ella lentamente me abrazo, arrecostando mi cabeza sobre su hombro.
— No te preocupes, mamá se pondrá bien luego de un tiempo. Y veras como vuelve todo a la normalidad.
Realmente no pude evitar llorar en ese momento, ya que sabía que de alguna manera, esas palabras no podrían cumplirse.
— Pero si por algun motivo, llega a pasarme algo. Quiero que sepas un par de cosas.
Brevemente, ella me lentamente comenzó a alejarme con ambas manos. Mientas que en su rostro comenzó a formarse una sonrisa.
— Lo primero que quisiera decirte, es algo que tu con el tiempo podrás descubrir por tu propia cuenta, pero no queremos que pase mucho tiempo para que lo descubras así que quisiera pedirte que en nuestra casa, dentro de él armario. Se encuentra una pequeña caja con tu nombre. Y si en dado caso llega a pasarme algo quisiera que vieras el contenido de esa caja. Ahí encontrarás el camino que debes seguir.
Al escuchar esas palabras, no podía evitar sentir un profundo dolor dentro de mi corazón. Un dolor verdaderamente indescriptible.
— Lo segundo que quisiera decirte, es que a pesar que no puedas recordar alguno de tus recuerdos en este precioso momento, se que tarde o temprano podrás recordar lo que realmente es importante para ti. Así como los sueños locos que me contabas cuando estabas pequeño. Porque se que en el futuro podrás cumplirlos, y si así no fuese se que encontrarás la manera de sobrepasar esa decepción porque tu siempre has sabido salir adelante a pesar de las decepciones.
A de todas esas palabras, no podía refutar alguna de ellas. Ya que en ese precioso momento, no podía decir ninguna palabra a causa de aquel nudo que se había formado en mi garganta.