MIGRAÑA
Dolor de cabeza recurrente e intenso, con hipersensibilidad a los estímulos externos, generalmente localizado en un lado de la cabeza y a veces acompañado de náuseas y vómitos.
—Vamos Seraphine, por favor muestra tu mejor rostro, deja de fruncir el ceño. A mamá no le gustará. —No me importaba ni un poco lo que a mamá o a papá les gustará; ellos no se detenían a preguntar si estábamos de acuerdo o no en asistir a ese tipo de eventos a los que siempre nos obligaban a ir.
Siempre conseguían que ambos estuviéramos presentes solo porque para ambos era importante que los vieran como un par de padres perfectos que lograban equilibrar sus trabajos con la familia; cosa que estaba lejos de ser verdad; aunque ellos se esforzaban en hacerle creer eso a la prensa.
—Sabes que odio este tipo de eventos. —Señalé mientras acomodaba el corto vestido que mamá me había obligado a usar.
Me parecía realmente corto y no apropiado para este tipo de eventos. Pero ella dijo que la mayoría de las chicas usaban un estilo así y ella quería verme usarlo; le he dicho que es ridículo que quiera compararme con las demás chicas, cuando claramente ellas son más que perfectas, con cuerpo esbeltos y rostros hermosos; mientras que yo solo tengo de lindo y único un apellido importante.
Y justo cuando terminé de decir todo eso, me arrepentí porque entonces ella sacó a tema mi enfermedad; resaltó que si no fuera por mi condición tendría ese cuerpo y la seguridad que ellas tenían; vaya manera de dar aliento a su única hija mujer, supongo que otra madre en su lugar habría sido un poco más cuidadosa con sus palabras, pero mi madre no era así; ella simplemente se centraba en decir lo que pensaba sin ningún tipo de filtro; no me gustaría ser una de sus pacientes, seguro que con ellas era igual o aun peor con respecto a su sinceridad. Supongo que esa no era una cualidad para un médico.
—Y yo igual, pero es lo que te espera cuando termines la carrera. —Suspiré. Eso era cierto, esto es lo que me esperaba si es que decía continuar con el legado de la familia; ser médicos era una tradición, y claro que mis padres no me dejarían cambiar esa estúpida tradición. Antes de eso, me quitaban en apellido antes que dejar que alguien rompiera con las reglas.
—Bueno, para sobrellevar esto entonces, iré a toma run poco de aire. —Me puse de pie y busque una puerta abierta; el salón era enorme y tenia varias puertas que daban a distintas zonas del lugar; opte por una que me llevaba directo al jardín. Era hermoso; lo había visto varias veces, solo de lejos porque mis padres se molestan si nos alejabamos de ellos, entonces debemos de seguir con sus reglas y condiciones si queremos que en algún punto nos permitan no ir a esa clase de sitios tan aburridos.
Pero hoy mis padres están muy emocionados hablando con Jair Kitten, quien ha llegado a Estados Unidos hace unas semanas y que al parecer ha estado en contacto con mi hermano porque se han saludado como si de viejos amigos se trataran, hablaron un poco y luego de eso mis padres se robaron a Jair y ahora lo han mantenido a su lado; estaba realizando alguna actividad de la escuela y mis padres lo habían invitado a este sitio; supongo que para presentarle a sus colegas.
Mi hermano ha dicho que ellos no se comportaban de esa forma cuando él comenzó a introducirse a este mundo; y agradezco que tampoco lo hayan hecho conmigo esta noche, ni ninguna otra. No estaba segura de que pudiera superarlo.
Salí al jardín, deteniéndome en un pequeño sembradío de rosas rojas; el aroma llegó hasta mis fosas nasales, y me quedé ahí un rato, disfrutando de él.
Aunque pronto el aroma se volvió más fuerte e hizo que me pareciera insoportable; incluso las rosas sabían cómo atraerte con su belleza y encanto, pero también sabían decirte cuando era suficiente, cuando tenías que alejarte utilizando esa misma belleza.
—Dios, que dolor tengo. —Entre el aroma de las rosas, el de los perfumes de todos los presentes allá dentro, el ruido de la música que por suerte no están alto, y muchos otros factores es que la cabeza me ha comenzado a doler de manera impresionante.
Caminé hasta donde se veían un par de bancas blancas adornando una mesa del mismo color con un par de decoraciones doradas a los costados; se veía como un buen sitio para descansar en medio da toda la belleza de esas flores.
Caminé con cuidado, llevaba tacones altos, más altos de lo que estoy acostumbrada y si daba un paso en falso podría lastimarme, y eso no sería bueno porque estos tres meses cubriré el área de urgencias y debo de reconocer que es el sitio más movido de todos; admiro a todo el equipo que se encuentra ahí, tienen que amar en verdad su trabajo tanto como para soportar ese tipo de jornadas.
—Dios, en serio, ¿por qué ahora me has traído este dolor? —No solía hablar mucho con Dios, en realidad no era tan creyente como la abuela, pero a veces sentía la necesidad de reclamar sobre mi vida y mis problemas, lo que sabía que estaba mal, pero no me interesaba, solo quería culpar a alguien de mis problemas y desgracias y que mejor que…
—No deberías de decir eso. —La voz de alguien conocido me ha sacado de mis pensamientos y ha interrumpido mi charla con Dios. Me giré pensando en que quizás estaba alucinando con esa persona, pero entonces cuando confirmé que si se trataba de esa persona sonreí. Él solo caminó hasta sentarse a un lado de mí, en la silla que estaba a mi izquierda, entonces, una vez sentado continuo hablando. —Tu abuela seguro que le ha hablado bien de ti y tú haciendo este tipo de cosas, ¿no crees que la puede tachar de mentirosa?