La madre de Alexis, la señora Lombrad, es verdaderamente encantadora pienso mientras llevo a mi boca esta delicia de galleta que horneó. No es superficial ni fría, es divertida, cariñosa y atenta. La madre perfecta.
Pero lo que más me encanta en ella es la manera en la que ve a Alexis.
La mira como si mi amiga fuera su vida entera, su mas grande logro, algo inexplicable se lee en su mirada.
La mira con amor.
-¿Como va todo en casa Effie? -su pregunta me descoloca un segundo y no se que responder, entro en pánico mentalmente. Ella se da cuenta, parece lamentarlo, pero lo arregla - ¿Como va tu trabajo? Al me dijo que te han ascendido.
Sonrió mirando a mi amiga, ella sonríe evitando mi mirada. Se que se siente algo avergonzada de lo incómoda que me hizo sentir aquella pregunta, estoy segura de que se esta aguantando las ganas de decirme que lo siente. Pero Lorraine no lo hizo al propósito, de eso estoy segura.
-Algo así, voy de maravilla con mi trabajo. -ella sonríe complacida. Entonces decido responder a su anterior pregunta, sino lo hicieran estoy segura que daría a entender que me afecta. Y eso no es así, realmente no es así.- Hable con mi madre la semana pasada.
Alexis me mira y sé que con esa mirada quiere decirme que no hace falta hablar de ella. El tema de mi familia es algo delicado que no me gusta hablar, no me afecta, no siempre, es solo el recuerdo del daño causado en mi el que quizá duela. La decepción.
»Ella esta de viaje con unas amigas, creo que cuando llamo estaba en la India.
-Eso es genial. El otro día estaba de compras y vi algo para ti -dice cambiando de tema. Lo agradezco aunque no lo diga. Lo último que dijo no me tomo mucho por sorpresa.
Conozco a Alexis desde hace años, por lo tanto a su madre también. Su familia me ha recibido con los brazos abiertos siempre que lo necesite, en Lorraine encuentro un cariño parecido al materno. Ella es una mujer genial, no me sorprende que haya pensado en mi trayéndome un obsequio, no es la primera vez. Aunque debo admitir que la primera vez que eso sucedió me sentí avergonzada, en el buen sentido, pero también querida. ¡Ella había pensado en mi! Me sentí feliz, veía aquella bufanda que me había obsequiado en un sencillo detalle hacia mi como si fuera algo de gran valor, y es que para mi fue mas que la bufanda. Fue su intención lo que lo hizo especial. En mi pecho se sintió algo cálido.
Ella se levanta de la mesa para sacar de arriba del congelador una caja y entregármela.
-Lo vi y pensé que se vería genial en ti.
Aquellas palabras me hubieran puesto en una situación incomoda y, probablemente, me hubieran hecho sentir mal. Cualquiera pensaría que Lorraine me preferiría antes que a su hija, algo completamente erróneo, pero no es esa la situación. Lorraine me quiere como si fuera una mas de sus hijos, tanto así que yo la veo como una madre, y lo que es aun más importante para mi; a Alexis no le molesta.
Le digo que no hacia falta un obsequio, ella insiste en que abra la caja, y así lo hago. Me llevo una linda sorpresa al encontrar dentro un vestido de gala tan delicado que me da impresión tocarlo y romperlo. Es de un gris claro que fácilmente se puede confundir con blanco, es ajustado arriba y suelto abajo donde caen sencillamente. La parte del torso es transparente con unos detalles de hojas, el escote delantero es en V que me deja pensando que resaltara mis pechos, el escote trasero también es en V donde dejar gran parte de mi espalda al descubierto. Es perfecto.
-Es realmente precioso, Lorry. Gracias, me ha encantado tu obsequio.
Hablamos un rato más, ellas insisten en que me pruebe el vestido así que termino haciéndolo. Compruebo que me queda como un guante y recibo halagos de su parte que solo hacen que mis mejillas tomen un rojo carmín. Subo un rato a la planta alta con Alexis y ambas entramos a la que es mi habitación, que ellos mismo insistieron en hacerme para cada vez que deseaba quedarme, hablamos y reímos hasta cansarnos.
El ambiente en esta casa es tan cálido que me hace sentir como en mi hogar, aunque irónicamente en el que era mi hogar no se sentía así. Hace años, por suerte, comprendí que mi hogar es donde están las personas que amo, y este es definitivamente se siente como mi hogar. Hubo un tiempo en el que la casa Lombrad no se sentía cálida, fue cuando el señor Leondre Lombrad, padre de Alexis, murió en un accidente de auto. La casa se sentía apagada, solitaria. Las personas dentro se sentían vacías, y es que el era parte de ellos. Me sentí demasiado triste al comprender que no lo vería más por los pasillos de la casa haciendo bromas o lo escucharía reír junto a nosotras cuando nos retiraba del instituto. El era un tipo agradable al que era imposible no querer, yo me había encariñado bastante, el me veía parte de la familia y eso me hacia feliz. Cuando Leondre vivía la familia se la pasaba de viaje, algo que me hacia feliz y triste. Aquello significaba no ver a Alexis por un tiempo y eso resultaba un problema ya que yo no era niña de muchas amigas, tenia la sensación de que dijera e hiciera lo que hiciera le caía mal a todos. Hasta cuando respiraba significaba un problema. Pero lo bueno de ello es que la familia Lombrad me llevaba con ellos de vez en cuando, dependía si a mis padres les daban ganas de dejarme ir con ellos, eso reduce las veces con las que he viajado con ellos a cuatro. Luego de la muerte del señor Lombrad la familia ya no viajaba tan a menudo, supongo que Lorraine creyó mas conveniente pasar tiempo en su hogar.
Editado: 08.10.2018