Capítulo 35: Una apasionada entrega logra asentar una resistente fortaleza.
“5000 libras por saber qué piensas, mi amor.” __le dijo el Gobernador a la Marquesa, interrumpiendo sus pensamientos.
“No tiene que esforzarse tanto en descifrar mis pensamientos Alteza, pues mis pensamientos están dirigidos a usted, quien es mi dulce amor.” __fue la respuesta de la Marquesa quien sonreía dulcemente a su prometido.
“¿Dirigidos hacia mí? Y, ¿qué hay de su prometido? ¿No cree que podría molestarle el hecho de que su futura esposa, esté pensando en el Gobernador de Londres?” __le dijo el Gobernador a su prometida con ternura y diversión.
“Ahora que lo mencionas, yo creo que sí le molestaría mucho, por lo que considero que debemos ser más discretos, en nuestros futuros encuentros, ¿no le parece?” __fue la respuesta de Giorgiana.
“Usted tiene toda la razón milady, le prometo ser más discreto y mucho más cuidadoso, al venir a verla en el futuro.” __le respondió el Gobernador acercándose lentamente a su prometida.
“Eso me tranquiliza tanto.” __respondió la Marquesa de Pembroke sonriendo, viendo como su novio le tomaba la mano y la besaba tan suave y apasionadamente, que ella tuvo que cerrar los ojos debido a los intensos sentimientos, que se alojaban en su corazón, en ese preciso instante.
“¿Te he dicho lo hermosa intensamente sensual que te ves el día de hoy?” __le dijo el Gobernador con una mezcla de amor y fuego en la mirada, un fuego que sólo demostraba el fuerte deseo que el Duque de Wellington sentía por su prometida, porque si, la realidad era que él la deseaba de una forma fiera.
“No, no me lo has dicho, así como yo tampoco te he dicho lo apuesto y arrebatadoramente varonil que estás hoy.” __le dijo la Marquesa de Pembroke con una radiante sonrisa, apretando más el agarre de la mano de su novio.
“Eres la mujer más bella, hermosa y grandiosa que he visto en mi vida, pero el día de hoy, tu belleza habitual se ha triplicado al máximo.” __le dijo el en un susurro, un susurro suave y seductor al extremo.
“Tu cercanía… hace que… que mi corazón y mi… mi cuerpo se estremezcan por completo, haciendo que mi piel sólo anhele tus caricias.” __le respondió Giorgiana con la respiración agitada, mirándolo fijamente.
“¿Qué? Yo creí que te había molestado mi cercanía, me asustó el creer por un minuto, que te habías aterrado por tenerme tan cerca. Mi amor, estoy consciente de que debo esperar el tiempo que sea necesario para acostumbrarte a mi presencia y a mis caricias, pero existen momentos como el de ahora por ejemplo, en el que mi sangre se convierte en lava ardiente, tan sólo con tenerte cerca y sé que debo esperar, pero yo…” __dijo el Duque de Wellington con la mirada oscurecida por el deseo, pero la Marquesa de Pembroke lo interrumpió.
“Bésame.” __le dijo Giorgiana muy despacio.
“Repítelo por favor, pídeme de nuevo que te bese, pídemelo de nuevo o en este mismo momento moriré.” __le susurró el Gobernador con vehemencia.
“Bésame Adler, enséñale a mis labios y a mi cuerpo entero, lo mucho que te extrañan y lo mucho que te anhelan y te añoran, enséñame a no tenerte miedo, ayúdame acostumbrarme de nuevo a ti.” __le pidió Giorgiana en un susurro lleno de un deseo y de una pasión tan ardiente y voraz, que su prometido no dudó ni un instante en complacerla por completo, ya que de inmediato unió sus labios a los de ella, en un beso profundo y completamente diferente a cualquiera que le hubiese dado antes.
Y es que éste beso, no era el beso típico que un noble tan importante como él, podía darle a su futura esposa. No, esté beso estaba repleto de amor, si; pero sobre todo, era un beso repleto de pasión, deseo, necesidad, sensualidad y erotismo, era el beso de un amante desesperado y entregado y no el de un educado y mesurado caballero, fue un beso correspondido en su totalidad por la Marquesa, la cual se encontraba absolutamente estremecida y su razón inevitablemente nublada, por la pasión de tan maravilloso momento.
“Detente Adler, no sigas por favor.” __suplicó Giorgiana con la respiración y la voz entrecortadas. “Espera, te lo suplico.” __Aunque ella estaba disfrutando sentirse de nuevo amada, en ese instante, el doloroso pasado de Gigi interrumpió por completo, tan especial intercambio de amor y deseo contenido.
“Perdóname princesa, perdóname por no haber podido controlar mi deseo por ti, de verdad no quise asustarte.” __respondió el Duque muy agitado, mirando fijamente a su prometida y casi se le corta la respiración, al ver en los ojos de ella, el mismo deseo y la misma ardiente pasión que a él le corría por las venas, lo que le dio unas ganas casi irrefrenables de volverla a besar, con la misma fogosidad de hace unos minutos, por lo que tuvo que apartarse un poco de Gigi y sentarse a una distancia prudencial de ella, aunque no tan lejos para que ella se sintiese abandonada.
“Aunque no lo creas y te sorprenda, no sentía miedo de ti, al contrario, siento como todo mi ser se consume por ese fuego tan abrasador, que siempre has emitido. Adler, yo te amo demasiado y deseo con todas mis fuerzas que de nuevo me poseas y me hagas completamente tuya, pero…” __dijo la Marquesa suavemente en medio de un sollozo, pero su prometido la interrumpió:
“No tienes nada que explicarme, yo te entiendo perfectamente. Mi amor, disfrutemos de esta nueva relación así, sin presión, dejando que todo fluya como hasta hoy, es por eso, que si me quieres besar, abrazar, o comerme por completo, tienes mi permiso para hacerlo, cuando desees.” _le dijo el Duque más calmado, intentando tranquilizarla. “Mi cuerpo y mi piel te pertenecen enteros, sólo a ti.”