Una vez que ya estás volando
Aún faltaba como media hora para el almuerzo, después de este entregaríamos el trabajo de historia, pero de mientras estábamos en clase de ética, la maestra Branks siempre nos ponía a ver videos sobre los temas que veíamos, sus actividades eran simples: resúmenes y nuestra pobre opinión personal.
—Ya saben, quiero un resumen de mínimo dos cuartillas y su opinión sobre el video —ordenó la mujer teñida de rubio.
— ¿De cuánto debe ser nuestra opinión?
“Lo que ustedes consideren apropiado, pero que no sea de cinco renglones.”
— Lo que ustedes consideren apropiado, pero que no sea de cinco renglones.
Ja. Siempre la misma señora Branks, era obvio que los maestros aplican el mismo plan de enseñanza durante toda su vida laboral, pero no creí que siempre usarían las mismas frases.
La conversación «si se le puede llamar así» que tuve con una de mis primas antes de iniciar el semestre se me vino a la mente.
— ¿Te da la señora Branks? —Preguntó mi prima Ariadne. Yo la miré confundida— Una mujer blanca, gordita y que casi siempre anda de rubio…¿no? —Le negué— Bueno, es probable que te dé, esa mujer siempre pone las mismas activades, cuando te pide que escribas tu opinión siempre te dice “lo que ustedes consideren apropiado, pero que no sea de cinco renglones”.
Ariadne había asistido a mi preparatoria cuando tenía mi edad, ahora es mayor y está por graduarse de la universidad, una carrera que ni siquiera es de su agrado, pero lo hace por complacer a su exigente padre.
Mientras escribía el resumen de lo que había logrado guardar en mi cerebro fui interrumpida por Jonas, que se sentaba atrás de mí y me entregaba una nota.
“¿Jugamos?”
El juego de tres en raya estaba dibujado en una esquina, junto a la pregunta. Volteé hacia donde me dijo Jonas que estaba la persona que me la mandó, el rubio pecoso con cara de tonto me hizo señas. ¿Acaso perdió la cabeza? Nos regañarán.
Negué con la cabeza y arrugué la hoja para continuar con lo mío.
Al par de unos minutos, empezaron algunos a entregar su resumen, Eliam se paró a entregar el suyo, de regreso se paró frente a mi lugar y me dejó otra nota mientras yo seguía escribiendo, luego susurró a mi oído:
—Ya hice mi primer jugada, te toca a ti —susurró con un toque de picardía.
¿Qué jugada? ¿Qué quiso decir con eso? Volteé a verlo para preguntar, pero él ya había regresado a su lugar. Tenía una bola de papel arrugada entre sus manos y me veía extraño ¿Va a lanzarla hacia mí?
¡Ay no! Ya sé que quiso decir con “mi primer jugada”, la lanzó directo a la maestra quien por supuesto se dio cuenta «¿En qué demonios estaba pensando ese chico?», la maestra empezó a desdoblar la hoja con una expresión serena en su rostro, pero tan pronto vio el contenido de la hoja se puso roja de enojo, incluso podría decir que le daría gastritis por el enojo.
— ¡Allena y Eliam! —Exclamó furiosa— ¡A dirección ahora!
— ¿Qué? Pero yo no… —intenté defenderme preocupada.
—Sin peros Ramsey, a dirección los dos —ordenó viéndonos fijo—. Espero hayan desayunado porque estarán ahí todo el almuerzo.
Por su tono seguramente debió ser algo muy malo lo que había en esa nota, y todo era culpa de ese chico.
Al salir del salón y doblar para bajar las escaleras por fin hablé.
— ¿Qué carajos fue eso? —Alcé mi voz molesta— Nunca escribí nada en esa nota.
—No…pero tu nombre está en ella —confesó sin preocupación—, me preguntó cuál será tu tirada ahora.
— ¿Cuál tirada? —fruncí el ceño exasperada— Agh no respondas, eres un idiota.
Seguí caminando hacia dirección con los brazos cruzados, atrás de mi pude escuchar la risa del cara de tonto.
Llegamos al edificio A donde estaba la dirección, nos dejaron sentados en una banca de espera sin decirnos nada, pude escuchar como sonó el timbre…el almuerzo empezó y yo atascada con este tipo.
— ¿Quién era él? —Interrumpió mis pensamientos su voz ronca. Alcé mi vista del piso y volteé hacia él— El chico de la entrada, te habló.
—Ah… —se refería a Ian. Que entrometido eres chico de Londres— Un conocido.
—Creo que era más que eso, se veía muy interesado en hablar contigo…
— ¿Entonces por qué no lo dejaste? En su lugar interrumpiste la conversación y me jalaste —protesté rápido.
—Porque tú no te veías interesada en hablar con él —su actitud se puso seria—, creí que era alguna clase de ex tóxico obsesionado con volver contigo —ahí estaba de nuevo, su jocosidad.
Solté una risita al oírlo, debo admitir que si me causó gracia.
—No puede ser —dijo sorprendido—, es la primera vez que te hago reír.
Pude ver una sonrisa de felicidad y orgullo marcándose de extremo a extremo, por un momento me pareció tierno…como un cachorro.
¿Comparaste a un chico modelo con un cachorro?
Al parecer eso hice.
—Que no se te suba a la cabeza chico de Londres —reviré mis ojos hacia un lado—, y eso no quita que no me vengaré de ti por esto.
—Me encantaría ver eso ¿será en tu próxima jugada? —Se cruzó de brazos y se dejó recaer en la pared.
¿Por qué me resulta tan interesante estar con él? Como si fueramos en un auto a toda velocidad por la carretera más larga y peligrosa que haya conocido, sin nadie más que nosotros.
—Acepto tu juego —sonreí con picardía.
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Editado: 08.05.2022